Toros

Sanfermines: Lo bueno no siempre tiene premio

Alejandro Talavante se acerca a su mejor versión sin espada con dos Jandillas de nota y Urdiales deja una deliciosa tarde en Pamplona

Alejandro Talavante se atraca de toro para entrarlo a matar al quinto
Alejandro Talavante se atraca de toro para entrarlo a matar al quintoJuan Pedro UrdirozAgencia EFE

Aplastante era el calor, tremendo en la zona de grada donde hay un efecto invernadero que a las dos horas sales cual huevo hervido. Ni que decir lo de Sol, solo salva que allí es la fiesta y en la fiesta todo vale. En el sofoco andábamos cuando Diego Urdiales meció las embestidas del primero con tremenda belleza. Joder hasta los mismos medios. Justo en el mismo sitio donde luego cayó la montera. Ahí antes había abrochado a una media el ramillete de lances, que fueron buenos. Sobrados dicen aquí. Toreo cuentan en todos los sitios. Da igual que estén en silencio, a gritos o cantando. Las muñecas de pronto tan despaciosas se impusieron. Era el puñetero contrapunto a la velocidad con la que había ocurrido todo esta mañana. En dos minutos uno de los toros se había hecho el camino completo de corrales a corrales de la plaza. Diego se detuvo y entretuvo con la capa. Son dos planetas que viven y conviven y en ambos el corazón bombea porque el toro es el eje que mueve nuestra Fiesta. Patria . El toro fue al engaño del riojano en los primeros compases, después le costó empujar al natural. Se acordó de todos los cuerpos vistos antes. Por la diestra media arrancada, nada más, pero el embroque del Diego es delicatessen, aunque eso no resuene fácil en el populismo. No importa. De siempre fue así. La espada fue efectiva, la gente pidió el trofeo, pero tocó el día de presidencia estirada. La vida loca.

No uso el cuarto su enorme cabeza para humillar. Pasaba en la muleta de Urdiales, pero sin entrega, sin humillar. Diego quiso citarlo con los vuelos y mantener la suavidad, pero era difícil detener el derrote del toro. Esfuerzo con poca recompensa. Pero toreo bueno.

El diestro Diego Urdiales durante la lidia a su segundo de la tarde en la séptima de abono de la Feria del Toro
El diestro Diego Urdiales durante la lidia a su segundo de la tarde en la séptima de abono de la Feria del ToroJuan Pedro UrdirozAgencia EFE

Alejandro Talavante había apurado en la salida de capilla. Cómo son esos momentos. Para vivirlos, horribles. Para verlos por un agujero, como fue el caso, absolutamente fascinantes. Las caras son otras y las miradas no sabes si tienen toda la profundidad del mundo o han descargado su alma y andan huecas. La certeza es que asustan. Hay una barrera inasumible para los que amamos esto y para los que sentimos de cerca en algún momento el lenguaje universal del miedo. Talavante cruzó todas las líneas al unísono para comenzar la faena al segundo con una arrucina imposible en el centro del ruedo de rodillas. Amén. Repuesto el corazón quiso torearlo bien porque fue buen toro que tomó el engaño con ritmo y hasta el final. Las bernadinas del cierre ponían el chimpún pamplonés. La espada fue a la contra en ese proceso de búsqueda del extremeño.

Menos explosivo resultó el comienzo de faena del quinto, pero de a pocos fue ganando en profundidad la labor a un toro bueno. Intensidad y calidad con un Jandilla que fue detrás del engaño con clase y hasta el final. Disfrutón Talavante se fue relajando e imprimiendo carácter a la labor, capacidad y belleza a intervalos. La espada entró y el descabello deshizo. Pena.

Ginés estuvo firme con un tercero noble y a menos con el que Marín se fue largo. Una estocada a la primera fue la clausura de faena. El sexto esperó y se quedó corto en la muleta de Ginés sin darle muchas opciones.

Primó el toreo sin la transgresión de otras tardes que aplica las teclas de Pamplona. El toreo universal que igual no vende, pero tampoco se vende.

La ficha

Pamplona. Octava de la Feria de Sanfermín. Lleno de «no hay billetes». Toros de Jandilla, bien presentados. El 1º, de corta arrancada; el 2º, bueno, repetidor y con ritmo; el 3º, noble y a menos; el 4º, de largo viaje pero sin entrega; el 5º, bueno; el 6º, a la espera y de corta arrancada.

Diego Urdiales, de azul marino y oro, estocada (saludos); pinchazo, casi entera (silencio).

Talavante, de azul noche y oro, dos pinchazos, estocada y descabello (silencio); estocada, tres descabellos (vuelta al ruedo).

Ginés Marín, de grosella y oro, estocada, descabello (saludos); estocada (silencio).