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Un magisterio que se hereda

Guillermo Hermoso de Mendoza hizo lo más destacado y lucido del cuarto festejo de la feria de Albacete.
Alcolea
La Razón
  • Paco Delgado

    Paco Delgado

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Como ya es habitual y norma de obligado cumplimiento, también este año hubo corrida de rejones en la feria de Albacete, un festejo que reunió a muchísima gente en la explanada que rodea a la plaza para contemplar de cerca los caballos de los rejoneadores y el trajín de mozos y cuidadores en torno a los sofisticados y gigantescos camiones con que trasladan a los equinos.
También mucho público en el interior del coso para presenciar el cuarto festejo del abono, y su aforo se ocupó aproximadamente en sus tres cuartas partes. Lo que no está nada mal. Como tampoco lo estuvo la actuación de Lea Vicens con su primero, desentendido de salida y al que fue metiendo en la pelea poco a poco, demostrando su habilidad y dominio al llevarlo a dos pistas. Clavó muchos hierros, de manera desigual y no tuvo tino con el rejón de muerte ni con el verduguillo.
El cuarto buscó pronto los terrenos de toriles y echó la cara muy arriba, poniendo en algún aprieto a la rejoneadora nimeña que, no obstante, solventó la papeleta con oficio y soltura. Aunque tardó mucho en matar.
Apretó el segundo a Juan Manuel Munera, que llevó a cabo una labor afanosa y trabajada para conseguir gustar a los paisanos, que aplaudieron sobre todo sus exhibiciones y alardes lejos del toro. Le dio mucha tralla al animal que se puso luego complicado para matar.
Tuvo pies el quinto, al que le costó dejar los rejones de castigo y en lo que estuvo mucho rato. Luego el animal, agotado, se echó y tuvo que ser apuntillado. Eso provocó confusión, puesto que la gente, y el propio Munera, creían que habría sobrero, a lo que había lugar, y se protestó la inmediata presencia en el ruedo del nuevo Hermoso para cumplir su segundo turno.
El triunfador
Guillermo Hermoso de Mendoza fue el gran destacado de la función. Ratificó su potencial y su consolidación en el grupo de figuras de la especialidad, templando sin aspavientos y con mucha naturalidad a su primero, clavando arriba y reunido y exhibiendo una cuadra muy preparada y segura, de la que brillaron, por ejemplo, Extraño, Ilusión o Corsario. Y con Berlín entusiasmó al encelar y banderillear al sexto, haciendo olvidar el enfado del personal, dando otra lección de toreo a caballo y monta de alta escuela, maravillando también al adornarse con cortas y rosas. No se demoró ahora con el rejón de muerte y a sus manos fueron dos muy justas y merecidas orejas. El magisterio se hereda, sí, pero también hay que currárselo.
Ficha del festejo
Cuarta de feria. Tres cuartos de entrada. Toros de Fermín Bohórquez, de juego desigual.
Lea Vicens, rejonazo trasero y bajo y cinco descabellos, silencio; rejón que hace guardia, medio, otro medio, aviso, seis descabellos, silencio.
Juan Manuel Munera, pinchazo, medio rejonazo y dos descabellos, oreja; silencio.
Guillermo Hermoso de Mendoza, pinchazo y rejonazo, ovación; rejón, dos orejas.