Oda al sopor para despedir la Feria de Otoño
Ovaciones para Perera, Juan Leal y Álvaro Lorenzo con una decepcionante corrida de Fuente Ymbro en Las Ventas
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Hay arrimones, cercanías, muletazos que se aproximan a los pitones del toro y otra cosa es lo de Juan Leal. Las puntas le dan en la taleguilla, le empujan, es impresionante y a su vez algo de dentro genera rechazo, será el miedo. El nuestro, el suyo de tenerlo anda bajo llave. Metiéndose entre los pitones resolvió Leal la faena al segundo, que tuvo nobleza y también sosería. Pocas emociones en verdad, porque este tipo de toreros requieren otro tipo de toros y ya había pasado con el primero de Perera, que acortaron las distancias y bajaron la mecha del toro. Era la corrida de Fuente Ymbro, la última de la Feria de Otoño, con buena entrada de público, más allá de lo esperado. Estaba guapa la plaza para el pre cierre venteño. Queda la novillada del Camino hacia Las Ventas y el pedazo cartel del Doce de Octubre en el que se verán las caras Roca Rey y Alejandro Talavante.
Mientras Perera, Juan Leal y Álvaro Lorenzo decidían la tarde con otra corrida de Fuente Ymbro, que necesitó un remiendo de El Puerto de San Lorenzo en sexto lugar.
Abrió plaza un ejemplar con buena condición, pero que se apagó pronto. Era el turno de la veteranía de Miguel Ángel Perera. Solvente, seguro, con oficio y encimista. Las cercanías no le acabaron de sentar bien al animal y ahí protestó más. Defendió lo que quedaba de faena con un arrimón que tiene su firma.
Ese rumbo siguió Juan Leal con el segundo, valor a raudales con poco espacio para el animal hasta que llegamos al tercero de Álvaro Lorenzo, de otro concepto. Quiso hacer las cosas bien, el animal tuvo las embestidas contadas y el ritmo desigual. En estas, Lorenzo fue dibujando algún que otro pasaje, sin apretarlo, bonito y resuelto.
Manuel Ruiz Román, el picador de Perera para el cuarto, salió disparado de manera literal en el segundo envite del cuarto toro al caballo. Cayó justo al lado. Un susto, el impacto y donde acabó. Se repuso como si nada mientras la gente protestaba al toro. Curro Javier se desmonteraría después. Un desastre fue lo que vino en el último tercio. Perera no encontró ni el menor resquicio para el lucimiento ni para justificar su paso por Madrid, que son siempre palabras mayores y acabaron convirtiéndose en menores con un toro descastado y sin ningún fondo.
A Vicente González lo ovacionaron por la suerte de varas. Era el último toro del hierro titular. Cuando llegó la hora de que Juan Leal se midiera con él a solas el animal pegaba unos cabezazos que no tardó mucho en ponerle los pitones entre la barriga y la hombrera. Mientras tanto paraba, dudaba... Poca broma por ahí. Juan hizo la misma estructura que en el anterior. Derroche de valor para quedarse muy cerca, los pitones volaban arbitrariamente, sin saber cómo acabaría la cosa en cada muletazo. El toreo no fue. El arrimón, sí.
Iván García no defraudó con el toraco sexto y se desmonteró. Tuvo movilidad y repetición el toro, con ese hándicap de puntear el engaño. La faena de Álvaro fue voluntariosa, pero sin apostar con el toro de verdad y hasta llevarnos al sopor, para no desentonar con lo que había sido la tarde. Una despedida de Otoño soporífera.
La ficha
Las Ventas. Última de la Feria de Otoño. Toros de Fuente Ymbro y uno, 6º, de El Puerto de San Lorenzo, desiguales de presentación. El 1º, con entrega y a menos; el 2º, noble y sosote; el 3º, noble y a menos; el 4º, descastado; el 5º, con peligro; el 6º, con movilidad y repetición. Tres cuartos de entrada.
Miguel Angel Perera, de marfil y oro, estocada trasera, aviso (saludos); estocada baja, descabello (silencio).
Juan Leal, de verde hoja y oro, pinchazo, estocada (saludos); media, descabello (silencio).
Álvaro Lorenzo, de gris plomo y oro, pinchazo, estocada baja (saludos); dos pinchazos y se echa (silencio).