Efemérides
80 años de la cara y cruz en la presentación mexicana de Manolete
La histórica figura cordobesa saldó con triunfo y cornada en su confirmación en la plaza de toros "El Toreo" de la Condesa, en la capital mexicana

80 años se cumplen hoy, 9 de diciembre, de una fecha histórica: la de la confirmación de Manuel Rodríguez “Manolete” en la plaza El Toreo. El torero cordobés llegaba como el gran ídolo mundial, condición que había ratificado en su actuación el año anterior en la Corrida de la Prensa, celebrada en Las Ventas el 6 de julio de 1944, en la que dejó para la historia su faena al toro "Ratón", de la ganadería de Pinto Barreiro, un sobrero al que cuajó y le cortó las dos orejas.
Nacido el 4 de julio de 1917, en el seno de una familia de ilustre raigambre taurina, tras su paso por la Escuela Taurina de Montilla, en Córdoba, el 25 de mayo de 1935 debutó como novillero en la plaza madrileña de Tetuán de las Victorias. Una vez finalizada la Guerra Civil española, tomó la alternativa en Sevilla, en la Maestranza, de manos de Manuel Jiménez "Chicuelo", completando el cartel Rafael Vega de los Reyes "Gitanillo de Triana", ante toros de Clemente Tassara, el 2 de julio de 1939.
Luego del doctorado, confirmó en Las Ventas de Madrid el 12 de octubre de 1939, llevando como padrino a Marcial Lalanda y ante ejemplares de la ganadería de Antonio Pérez. Manolete vestía un terno celeste y oro, y el toro de la confirmación se llamó "Tejón".
Consagrado y convertido en el gran ídolo mundial del toreo, tras finalizar su campaña española de 1945 marchó, vía Lisboa, a torear en México. El viaje –explicaba Juan María Sánchez Martínez-Rivero– iba a realizarse en avión, pero no consiguió pasaje, por lo que tuvo que hacerlo a bordo del barco Marqués de Comillas, con rumbo a Curaçao, y desde allí, ahora sí en avión, llegó a La Habana el 19 de noviembre. Cuatro días después, Manolete emprendió viaje a México. Le acompañaron su apoderado, José Flores “Camará”; su peón de confianza, Alfredo David; el picador Manuel Vallejo Barajas “Pimpi”; y su mozo de espadas, Máximo Montes “Chimo”.
Aunque oficialmente estaba alojado en la habitación 224 del Hotel Reforma, sus primeros días en México los pasó en la hacienda de Julián Llaguno, El Sauz, donde pastaban los toros de Torrecilla, que se lidiarían en la corrida de su presentación mexicana.
Jorge Raúl Nacif resumía así lo hecho por Manolete en su confirmación en México: “Aquel domingo 9 de diciembre de 1945, el Monstruo de Córdoba ratificó el doctorado llevando como padrino a uno de los toreros con los que rivalizaría, Silverio Pérez, mientras que Eduardo Solórzano fungió como testigo. El burel de la ceremonia se llamó "Gitano", de Torrecilla.
Manoleteno decepcionó a todos aquellos que, expectantes, llenaron el coso para verlo torear. A este "Gitano" le cortó oreja y rabo —como se estilaba aquel entonces— y dio hasta tres vueltas al ruedo ante el júbilo de la afición capitalina. El segundo de su lote le pegó una cornada y ya no pudo culminar su obra”.
Como dato anecdótico, la cabeza del mencionado toro "Gitano", que durante muchos años perteneció al empresario Alfonso Gaona —quien después se la vendió al aficionado cordobés José Ángel Ramírez Guillén— fue subastada hace algunos años por la famosa casa Christie’s.
Y si con su primero ya logró triunfar, con su segundo llegó, en cambio, la cruz, pues resultó cogido. Juan de Marchena lo contaba así: “El quinto, "Cachorro", negro listón, bien puesto, menos chico, huyó ante los capotes de los peones. Se trató de un manso. Por fin fue sujetado y Manolete, después de una verónica aguantando, al dar la segunda, con el compás ligeramente abierto demostrando gran valor por la quietud de los pies, resultó cogido. Fue un golpe seco. Por su propio pie se dirigió a la barrera, y de ahí fue llevado a la enfermería en brazos de los monosabios, en medio de la más grande expectación y nerviosismo del público. Para esto Silverio ya estaba en la enfermería a causa del puntazo recibido durante la lidia de su primer toro. Entonces Eduardo Solórzano nos dio la impresión de ser solamente un sobresaliente en un mano a mano en el que los dos matadores resultaron heridos...”.
El parte facultativo recogía que el torero cordobés presentaba una “herida con dos trayectorias: una, de ocho centímetros, en el muslo izquierdo, y otra, que descubre la femoral. [...] Salvo que se presenten complicaciones, el diestro tardará en curar de quince a veinte días. Después de serle practicada la primera cura en la enfermería de la plaza, ha sido trasladado al Sanatorio Cajal”.
En el diario ABC, una nota de agencia resumía la tarde mexicana de aquel 9 de diciembre: “La presentación de Manolete en México. En el primer toro cortó la oreja, y en el segundo recibió una cornada grave. México, 9. Ayer domingo hizo su presentación en la plaza de toros de esta capital el diestro español Manuel Rodríguez 'Manolete'. En su primer toro obtuvo un triunfo clamoroso, tanto con el capote como con la muleta. Se le concedió la oreja, dio la vuelta al ruedo y tuvo que saludar desde el tercio. Al iniciar la faena de capa en su segundo toro, fue prendido por el muslo izquierdo y recibió una cornada, por lo que tuvo que ser trasladado a la enfermería.
Silverio Pérez y Eduardo Solórzano, que alternaban con él, tuvieron una tarde lucida, especialmente el primero, y fueron aplaudidos por el público”.
En aquel viaje, Manolete se reunió con Antonio Jáen Morente, Juan Rejano, Francisco Azorín, Pedro Garfías y otros exiliados cordobeses en la Embajada de Ecuador en la capital azteca. De aquella reunión salió la anécdota de la bandera republicana, ya que al verla el torero pidió, por favor, que se retirase la enseña “pues puedo tener problemas cuando llegue a España". También se divulgó que en la plaza El Toreo de la capital mexicana estaba izada la bandera republicana y Manolete se negó a torear hasta que no se arriase. Hecho que, sin embargo, niegan algunos que estuvieron presentes en dicho festejo.
Desde aquel 9 de diciembre, Manolete intervino en 36 corridas en plazas mexicanas hasta el 9 de febrero de 1947, siendo el torero con el que más veces alternó Silverio Pérez, con el que compartió cartel en 16 ocasiones. Y la ganadería de la que más toros lidió fue la de La Punta, a cuyo ganado se enfrentó en 18 corridas.
Unos meses después, en Linares, el miura "Islero" lo convirtió en leyenda para siempre.