
San Isidro
Borja Jiménez mira de reojo a la imponente Puerta Grande
El sevillano corta una oreja al bravo tercero de Jandilla y se las ve con un sexto a la defensiva en la Feria de San Isidro que se celebra en Las Ventas

Madrid volvió a ser Madrid con la de Jandilla, es decir llenazo de «No hay billetes», y en esta divisa teníamos la esperanza de que la tarde se pusiera interesante. Un topetazo en el pecho serio se llevó Sebastián Castella al entrar a matar al primero, que tenía caja y mucha cara. Atrás dejaba una eternidad de faena de escaso contenido. Noble fue el primer ejemplar que se dejó hacer en la muleta de francés, pero la cosa no elevó el tono en ningún momento. Rasas las emociones en una semana que nos está dejando un final de feria venido a menos, mientras uno va haciendo recuento de lo vivido y viene Jiménez Fortes a la memoria, la extraordinaria labor de Morante de la Puebla, la actitud memorable de ese valor de hielo de Víctor Hernández, la bonita faena de Pablo Aguado, los pesos pesados que nos dieron alegrías a lo largo y ancho de este San Isidro que va llegando a su fin.
El segundo de la tarde se desplomó así de primeras en el comienzo de faena de José María Manzanares, pero el buen fondo le hizo mantenerse en pie y empujar en la anodina muleta del alicantino, que no superó una labor desdibujada mientras el toro se perdía tras los vuelos. Viajaba menos por el pitón diestro, pero a esas alturas la faena ya no tenía rumbo.
El quinto tal cual salió se pegó un golpetazo y tuvo que regresar a toriles. El sobrero tuvo mucha guasa y eso hizo que la faena resultara breve.
La faena de premio
La tarde despegó en el tercero. Sin duda. Borja Jiménez se encontró con él desde el primer momento en una tanda interminable para sacarse al toro por bajo mientras «Vid» arrastraba el hocico a ras de la arena. Qué belleza uno y otro. Tuvo intensidad la manera de embestir del de Jandilla y el planteamiento de faena de Borja Jiménez, que le hizo todo con entrega y verdad, con los vuelos, rematando los muletazos atrás. Buscaba el toreo y el toreo era. Algunas tandas cortas y otras con más intensidad. Faltó un gran cierre y la estocada cayó punto caída, pero se había ido tras la espada. Paseó un trofeo con petición de la segunda. No concedida. Quedaba otro.
De rodillas esperó al sexto en el centro se rodillas y lo toreó con mucho temple. Miraba de reojo la Puerta Grande. El Jandilla tenía las fuerzas contenidas y había que aguantarlo. Se defendió por ello con mala clase. Aguantó Jiménez. Empujaba la Puerta Grande a puñetazos. Serio y contundente el sevillano. Cerquita, abrasivo con ese toro de pocas opciones. No se podía hacer más. La estocada baja acabó de romper la historia. Una historia a medias.
Otro gran toro fue el cuarto y Castella lo vio y lo brindó al público. Otra cosa fue lo que hizo con él. El animal era de triunfo grande, pero alternó tandas de plasticidad con otras de escaso recorrido, en cantidad de muletazos y calidad. Castella tuvo el gran mérito de conectar con el público desde el minuto cero. Luego reconstruyó la faena en vez de alargando los muletazos quitando la muleta para forzar un arrimón a un toro que tomaba el engaño por abajo. Dio una vuelta.
Se apagaba Madrid después mientras comenzaba la Fiesta y entrábamos en el descuento.
Ficha del festejo
Las Ventas. Vigésimo cuarta de feria. Lleno de «No hay billetes». Toros de Jandilla, bien presentados. El 1º, manejable; 2º, buen pitón zurdo; 3º, bravo; 4º, bravo; 5º, sobrero del mismo hierro, complicado; 6º, a la defensiva.
Sebastián Castella, de catafalco y plata, estocada, descabello (silencio); media estocada, dos descabellos (vuelta al ruedo).
José María Manzanares, de de marino y ocre, pinchazo, estocada (silencio); estocada (silencio).
Borja Jiménez, de champán y oro, estocada, aviso (oreja); estocada muy baja (palmas).
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