
Declaraciones
La confesión de Morante a The New York Times que sacude al toreo: "Es solo un descanso"
En una charla íntima en su finca de La Puebla del Río, el diestro habla de salud mental, arte, desgaste y la decisión de frenar antes de desplomarse

El torero más imprevisible, genial y magnético de las últimas décadas ha decidido parar. Pero no ha dicho adiós. "No lo llamemos una retirada completa. Es un descanso", declaró Morante de la Puebla en una extensa entrevista con The New York Times, publicada tras su histórica tarde del 12 de octubre en Las Ventas. Allí, tras cortar las orejas y despedirse con lágrimas y una nube de pañuelos blancos, el sevillano se quitó el añadido y provocó un seísmo emocional en el mundo del toreo.
Desde su finca en La Puebla del Río, vestido con traje de lana de Gucci y sombrero fedora, Morante recibió al periodista Jason Horowitz con el aire de quien ha hecho las paces consigo mismo, al menos por ahora. "Sentí un agotamiento artístico", reconoció. "He decidido parar antes de caerme". No hay decadencia, ni pérdida de facultades. Solo una certeza: era el momento de detenerse.
La entrevista, llena de silencios, susurros y recuerdos, es mucho más que una crónica taurina. Es el retrato de un hombre que ha luchado contra el miedo, la presión y sus propias sombras. Habla sin rodeos de sus trastornos mentales, del electroshock, de la medicación y del aislamiento. "Existe, y no me gusta engañar a nadie", afirma mientras toma café para acompañar las pastillas que le dejan sin fuerza.
En plena forma artística, Morante admite que ya no encontraba alegría, sino agotamiento. "La combinación de mis problemas de salud mental, el sufrimiento… no era una situación alegre. Pero fue una de satisfacción. Por haber cumplido un sueño", confiesa. Y así lo vivió: aquella tarde en Madrid no fue una derrota, sino una despedida con gloria. Y quién sabe si con billete de regreso.
El reportaje del Times no se detiene solo en su historia personal. Recoge también los ecos políticos que acompañan su figura, los roces con otros toreros —como Roca Rey—, y el vacío que su ausencia deja en las ferias. Pero por encima de todo, muestra a un hombre que no es ajeno a su tiempo. Uno que ha vivido la expresión cultural del toreo con una intensidad que hoy exige pausa.
"He estado mucho tiempo en esto", dice mientras mira sus capas manchadas de sangre, sus trajes de luces y los recuerdos de una carrera única. Pero su gesto se ilumina cuando su amigo y apoderado, Pedro Jorge Marqués, le recuerda que ya hay empresarios llamando. "Tuve un sueño con eso", sonríe. Y con esa frase, Morantedeja la puerta entreabierta, como siempre: sin certezas, pero con duende.
✕
Accede a tu cuenta para comentar


