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Y Curro Romero encandiló a Madrid... hace 65 años

El camero suma siete Puertas Grandes de Madrid, más otras dos ganadas a pulso en las que prefirió salir andando, aunque también tuvo tardes de fracaso rotundo, lluvia de almohadillas y noches en el calabozo
El torero Curro Romero
El torero Curro RomeroEPEP
La Razón

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La confirmación de alternativa de Curro Romero en Madrid, durante la Feria de San Isidro de 1959, es uno de esos momentos en la historia del toreo que merece ser recordado y celebrado. Este acontecimiento no solo marcó un momento crucial en la carrera del maestro, sino que también dejó una huella profunda en el arte taurino y en la afición madrileña.
Curro Romero se había presentado en la plaza de toros de Las Ventas como novillero el 18 de julio de 1957 y recibió la alternativa en Valencia el 18 de marzo de 1959, con Gregorio Sánchez como padrino y Jaime Ostos como testigo, lidiando al toro "Vito" de la ganadería del Conde de la Corte. Su confirmación en Madrid llegó dos meses y un día después, el 19 de mayo, en plena Feria de San Isidro. Aquel día, Romero lidió al toro "Lunito", del hierro de Galache, siendo su padrino Pepe Luis Vázquez y testigo Manolo Vázquez. Sin embargo, la corrida se suspendió por lluvia tras la muerte del tercer toro, limitando su actuación a un solo toro. Sin embargo, tras un paso sin suerte en un nuevo compromiso isidril, la empresa quiso repetir en septiembre el mismo cartel de la confirmación de Curro, en lo que después sería la tarde de la despedida de Pepe Luis. Sin suerte Manolo Vázquez con un lote de Aleas, el camero cortó su primera oreja en Madrid y encantó con su toreo peculiar, cadencioso y redondo. En el libro "Madrid, Cátedra del toreo", de José Luis Suárez-Guanes, se relató así la faena: "En terrenos del 8, Curro Romero iba dibujando un hacer perfecto, que era mezcla de dulzura, suavidad y tersura. Tenía como oponente un toro colaborador de Aleas para que Curro -al que luego llamarían ‘Faraón’- encandilase a Madrid para los restos".
Desde esta corrida, Curro Romero entró de lleno en la plaza de Madrid. Desde aquel mismo instante, la afición venteña sabía que en cualquier tarde podía aflorar lo mejor de su tauromaquia. Ese fue uno de sus misterios, por eso siempre se le esperó tanto. Curro, conocido por su estilo único y su forma personal de entender el toreo, cautivó al público madrileño con su pureza y arte. Tanto con la muleta como con el capote, demostró desde el primer momento una maestría que le valió una ovación apoteósica en Las Ventas. Su temple sobre el albero madrileño no solo le aseguraron el aplauso de los asistentes, sino que también consolidaron su reputación como uno de los más grandes toreros de su tiempo.
A lo largo de su carrera, Curro Romero toreó cerca de 900 corridas de toros y concedió 35 alternativas. Su retirada del ruedo ocurrió tras un festival benéfico junto a Morante de la Puebla en La Algaba (Sevilla) el 22 de octubre de 2000. Abrió la Puerta Grande de la Monumental de Las Ventas en siete ocasiones, un logro que pocos toreros pueden igualar.
A pesar de que su historia en Madrid fue de amores y de odios, con grandes tardes de gloria y otras en las que además de llevarse ruidosas broncas y salir bajo una lluvia de almohadillas, debió pasar alguna noche en el calabozo, lo de Romero en este ruedo trasciendió lo personal. Su estilo, que rompía con el toreo clásico de la época, significó una renovación en el arte taurino y abrió el camino para una nueva generación de toreros. Este punto de inflexión en la tauromaquia subrayó la capacidad de Romero para conectar con el público y redefinir el toreo con su sensibilidad artística y su valentía.
El legado de Curro Romero sigue vivo hoy en día. Es considerado uno de los más grandes toreros de todos los tiempos y su confirmación de alternativa en Madrid es un recuerdo imborrable para los aficionados al toreo. En 2009, para conmemorar el 50º aniversario de este evento, la Comunidad de Madrid organizó una exposición en la plaza de toros de Las Ventas, subrayando la importancia de Romero en la historia del toreo.
Hoy, a 65 años de ese momento histórico, Curro Romero continúa siendo una fuente de inspiración para las nuevas generaciones de toreros y un símbolo de la grandeza y la belleza del arte taurino. Su vida y carrera son testimonio de la pasión y el compromiso necesarios para alcanzar la excelencia en el toreo, dejando una herencia que perdurará en la memoria colectiva de los aficionados y en la historia del toreo.