Mayoral

El final de una era en Las Ventas: Florito pasa el testigo a su hijo

Después de décadas de entrega total a la primera plaza del mundo, Florencio Fernández se retira y deja en manos de su hijo un legado tan exigente como respetado

Florito y el toro de Madrid, protagonistas del spot de Las Ventas
Florito y el toro de Madrid, protagonistas del spot de Las VentasPlaza 1

La figura de Florito ha sido sinónimo de compromiso, discreción y conocimiento en Las Ventas desde mediados de los años 80. Tras casi cuatro décadas al frente de los corrales de la primera plaza del mundo, Florencio Fernández ha decidido poner fin a su carrera como mayoral, marcando el cierre de una etapa irrepetible en la historia reciente del toreo. Su jubilación, prevista para este octubre, no llega sin sorpresa: será su hijo Álvaro quien recoja el testigo, un hecho que combina vocación, responsabilidad y continuidad familiar.

Florito llegó a la plaza madrileña de la mano de Manuel Martínez Flamarique, el mítico "Chopera". Desde entonces, su trabajo ha sido esencial no solo en la logística de los festejos, sino también en la selección del ganado y en el delicado manejo del toro bravo. Su instinto en los corrales, su criterio como veedor y su dedicación incondicional han hecho de él una figura casi legendaria para abonados, ganaderos y profesionales del toreo.

Aunque la retirada esté próxima, Florito sigue implicado en las labores del día a día. Continúa visitando fincas, revisando ganaderías y preparando cabestros jóvenes, convencido de que cada detalle influye en la experiencia del aficionado.

El relevo generacional no llegó por sorpresa, aunque parecía improbable. Su hijo Álvaro, formado en ingeniería aeroespacial, le confesó que su verdadera vocación estaba junto al toro, no entre planos ni laboratorios. Fue una revelación inesperada para Florito, que nunca imaginó que su hijo quisiera asumir el mismo camino. Desde entonces, el joven ha tomado el compromiso con seriedad, dejando claro que su decisión es firme y no improvisada.

Eso sí, el propio Florito ha aclarado que Álvaro se limitará, al menos por el momento, a las funciones de mayoral. La labor de veedor, con todo lo que implica, no estará entre sus responsabilidades inmediatas. Y aunque el apellido le pese, su padre tiene claro que debe labrarse su propio prestigio.

Con esta transición, no solo se despide un trabajador ejemplar, sino también el custodio de una tradición. Florito ha vivido entregado a la plaza y al toro, con un nivel de exigencia que ha sacrificado incluso su vida personal. Ahora, deja la puerta entreabierta a una nueva etapa, consciente de que el relevo está en marcha, pero que el respeto solo se gana con trabajo, no con apellidos.