
Bergarako Zezenak
Una ganadería entera al matadero por un único toro enfermo de tuberculosis
El sacrificio de todos los animales de una explotación emblemática del Alto Deba deja al descubierto el lado más implacable del protocolo europeo

Un solo positivo en tuberculosis bovina ha bastado para aniquilar a una ganadería entera de bravo. En Bergara, Guipúzcoa, el hierro de Bergarako Zezenak, referente en los festejos populares de la provincia, ha visto cómo su historia de más de dos décadas terminaba de la noche a la mañana. La orden ha sido clara y fulminante: todos los animales al matadero. Noventa cabezas de ganado, entre toros, vacas y bueyes, sacrificadas por la aplicación del protocolo europeo de vacío sanitario.
Iñigo Almortza, al frente de la explotación, lo ha contado con crudeza y sin rodeos: "Hoy es el día más triste para un ganadero". Y no exagera. Técnicos forales detectaron un posible caso este verano. El análisis posterior confirmó un único contagio. Pero uno solo basta. El reglamento lo exige: si la incidencia supera el 1 %, se sacrifica toda la cabaña. No hay matices. No hay excepciones. No importa cuántos estén sanos. Una norma europea que, en la práctica, deja cadáveres por centenares.
El golpe no solo es económico. Es emocional. Es vital. "Esto no es un adiós, es un hasta pronto", ha dicho Almortza. Lo ha dicho, sí, pero cuando te obligan a borrar toda una vida de trabajo en menos de 24 horas, las palabras saben a muy poco. Y más cuando sabes que no es un caso aislado: este es el segundo brote en el Alto Deba en menos de un año. El anterior, en la ganadería Marqués de Saka, acabó con 160 animales sacrificados en bloque.
Bergarako Zezenak no era una ganadería cualquiera. Sus toros han corrido en casi todas las calles de Guipúzcoa, y su hierro era sinónimo de bravura, fiereza y respeto. Lo que no pudo el tiempo, lo ha podido un resultado veterinario. Un simple positivo ha dinamitado el proyecto de toda una familia. Una familia que, pese al mazazo, promete volver. Pero con qué.
El protocolo, diseñado para evitar la propagación de una enfermedad grave, se muestra implacable incluso ante situaciones límite. ¿Se podría haber matizado? ¿Había margen de maniobra? Son preguntas que muchos se hacen ahora. Porque no se trata solo de números o informes clínicos. Se trata de una forma de vida que se borra con un documento oficial.
Mientras tanto, otra explotación en la provincia permanece bajo vigilancia. Nadie lo dice en voz alta, pero el miedo a que se repita la tragedia es real. En el campo bravo, donde el tiempo se mide en generaciones, la tuberculosis no solo mata. Arrasa.
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