Juli y Madrid: Puerta Grande para irse con honores 25 años después
El madrileño corta dos trofeos y Tomás Rufo uno en la primera de la Feria de Otoño
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Era el día de las últimas veces, que nada tiene que ver con la ilusión de las primeras y lleva la losa de la melancolía y la necesidad de dejar las cosas en el altar donde las has llevado toda tu carrera (en el caso de Juli). Julián toreaba en casa, que es lo mismo que decir, complicarse la vida hasta el infinito y volver a empezar. Amargarte la vida cuando has estado en lo más alto y de vez en cuando, en aquellas tardes que los astros te miraron de frente y conjuraron a tu favor, acompañarte en la cumbre haciéndote creer que sois uno. Eso es Madrid y con los de casa, más. Pero Las Ventas también ha sido territorio del de Velilla y ha entrado en este corazón de acero que cruje y ruge como ninguno, que quede claro. Sin ir más lejos el año pasado con el de La Quinta Madrid se entregó a Julián. Poco más de un año después estábamos diciendo adiós. No es cualquier cosa irse en el mismo fin de semana toreando en Las Ventas y Sevilla. Una ovación cercana al estruendo recibía a Julián. 25 años dejaba atrás. De matador. En los ruedos cabía toda una vida. No tenía la altura suficiente para ver en el burladero, pero se las sabía todas cuando pisaba la arena. Así era el torero que conquistó América antes de tener la edad reglamentaria para torear aquí. Desplegó repertorio nada más comenzar faena en el segundo y vibró Madrid de nuevo con su toreo. A la verónica, por tijerillas después, llevando el toro al caballo. Disparado el ambiente cuando quiso comenzar la faena. La penúltima. Siempre será la penúltima, supersticiones aparte. Luego el toro se vino a menos en la faena. El torero lo intentó, justificó la labor y lo mató en la rectitud y arriba. De las mejores estocadas de Julián. Se le pidió el trofeo (no concedido).
A un paso de querer rajarse estuvo siempre el quinto. Brindó al público. Y entonces ocurrió la magia del toreo. El toro tenía media arrancada franca, descolgaba, quería irse, pero aguantó en la muleta de Juli y Juli quiso en su última faena, en el último día, en el momento del adiós, en los imponentes olés que hacían de antesala al silencio más duradero que alberga el invierno. Naturales de mano muy baja, verticales, medidos, a la cadera y templados fueron la explosión de un incendio que se presentía. Y entonces aquello ya fue imparable. Por uno y otro pitón. Julián lo gozó y Madrid también. Se fue detrás de la espada a fuego. Sin importar si le esperaba un trago amargo. Entró la espada. Se caía Madrid. Las dos orejas fueron incontestables y le esperaba la mejor de las despedidas. La salida a hombros de la Monumental de Las Ventas. El sueño de niño, el sueño eterno, la inmejorable rúbrica para 25 años jugándose los muslos en honor de la tauromaquia. Madrid se lo dio. ¿O fue Julián? Final feliz para una historia única entre gritos de “¡Torero,Torero!”.
Uceda abría cartel con un toro noble y repetidor al que le faltó transmisión. El de Usera puso el sabor y la cadencia a la faena que había brindado a El Juli. El cuarto fue un manso con el que poco pudo hacer.
Más largo se le fue el metraje a Tomás Rufo con la labor del tercero. De más a menos el toro. Tuvo franqueza y buen aire, aunque le faltó empuje. Rufo quiso, pero era labor de poca entidad para una plaza como Madrid que necesita vibración a espuertas. El sexto vino tras el fogonazo de Julián y aquello todavía quemaba. Tomás se echó de rodillas y lo hizo bonito con el temple del toro y así en algunos lances que amagaban con la eternidad. Fue ahí cuando conectó con Madrid, temple, largura y personalidad en algunos pases. Y espada. Un trofeo sumó en la despedida de Juli. La historia estaba escrita.
Sábado 30 de septiembre de 2023. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Primera de la Feria de Otoño. Lleno de "No hay billetes".
Se lidiaron toros de Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto, 2º y 3º. El 1º, noble, con repetición y punto sosote; 2º, noble y a menos; 3º, franco y a menos; 4º, rajado e imposible; 5º, noble; 6º, noble, con fondo Justo pero mucha calidad.
Uceda Leal, de nazareno y plata, estocada baja (saludos); estocada, descabello (silencio).
El Juli, de berenjena y oro, buena estocada (saludos tras petición); estocada (dos orejas).
Tomás Rufo, de nazareno y oro, estocada caída, dos descabellos, aviso (silencio); estocada (oreja).