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Justicia poética: Adrián por su tercera Puerta Grande

«Bromista» fue gran toro de Garcigrande, no el único, de la corrida que se lidió por Beneficencia en Las Ventas
Feria taurina de San Isidro
Feria taurina de San IsidroPlaza1/Alfredo Arévalo

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Acabado San Isidro se hacía justicia con el triunfador de 2023 y por fin asomaba Fernando Adrián por la Monumental, por el mismo sitio que le vimos el año pasado salir a hombros en dos ocasiones. Lo que hubiéramos dado éste por algo que se le pareciera. Nos faltó Morante. Una ausencia nada fácil de suplir, sobre todo en lo emocional: la esperanza. El de La Puebla es siempre un boquete. Y el primero de Garcigrande nos devolvió la alegría como un soplido, como algo olvidado. Que buen ritmo desde que salió por toriles en el capote de Sebastián Castella, que lo vio claro y le hizo todo con los vuelos. Bonito en el quite. Hizo el propio Adrián, aunque lo más emocionante vino en la réplica del francés, sobre todo cuando ya cerró y le pegó los últimos lances, toreando al natural, pero con la capa. Buenísimas las embestidas del Garcigrande. Eran todo buenas sensaciones. El animal tuvo muchas cosas excelentes, porque cuando tomaba el engaño lo hacía con vibración y repetición. Bravo animal que se sublimó al natural y codicioso por el diestro. Le vinieron muy bien los espacios de Castella en el prólogo de faena, pero pronto repitió el patrón habitual y optó por una versión más encimista y a la contra del animal. La espada se le puso en cruz.
El tercero de El Pilar fue tan noble como soso y no dio muchas opciones a la faena de francés. Eso sí, se desmonteró Chacón tras parear con brillantez.
Quería más que podía el quinto, que tenía buena condición pero le fallaban las fuerzas. Castella pidió paciencia y un poco de confianza en el toro, él sí pareció tenerla. A pesar de ello, no logró que los ánimos se caldearan a su favor.
Fernando Adrián vino a comerse el mundo desde el principio. De rodillas, con la capa y muy centrado con la muleta a un toro noble y repetidor de buena condición. Su entrega, con un arrimón de órdago y una estocada de premio bien le valió la oreja. Para tener la Puerta Grande a medio abrir lo que ocurrió en el cuarto fue una putada. El toro se lesionó durante la lidia, se mantuvo en el ruedo y la faena de Fernando Adrián fue misión imposible. En el primer muletazo el toro se desplomó. Ruina. Una pena. De ahí la escandalera en el público. A pesar de que no pudo hacer nada lo mató con una solvencia extraordinaria.
Fernando Adrián, de rodillas con el sexto
Fernando Adrián, de rodillas con el sextoPlaza1/Alfredo Arévalo
«Bromista» fue parte de la justicia divina. Qué gran toro de Garcigrande. Qué manera de embestir, humillado, con entrega y repetición en la muleta de Fernando Adrián, que vino a Madrid a entregarse sin medida. Maciza faena, que inició de rodillas, contundente y con una carga tan bestial de verdad que arrasó con todo. Crujió al toro por abajo al natural exigiéndolo una barbaridad, pero el Garcigrande se creció como hacen los bravos. Mágico. Y delicioso el final, por bajo, bonito, rebozándose de toro, y de tanta entrega se echó de rodillas, también. El colofón estaba en la espada, con la que no había fallado y de pronto hubo un puñetero accidente: uno y otro perdieron las manos. A la segunda un espadazo. Tanta verdad no podía tener otro camino que irse por la Puerta Grande, por tercera vez en su carrera de forma consecutiva. Una marea de jóvenes lo acompañaron mientras él pedía a la policía que dejaran que la gente se acercara a él en esa salida a hombros que debe doler. Un dolor sagrado por el que se mata. Era, sin duda, justicia poética. Y fue.
LAS VENTAS (MADRID). Corrida de Beneficencia. Se lidiaron toros de Garcigrande y uno de El Pilar. El 1º, bravo; 2º, buen toro; 3º, de El Pilar, noble y flojo; 4º, lesionado; 5º, bueno pero sin poder; 6º, extraordinario. Lleno.
Sebastián Castella, de malva y oro, dos pinchazos, aviso, estocada (saludos); pinchazo, estocada, descabello (silencio); estocada (silencio).
Fernando Adrián, de blanco y plata, buena estocada (oreja); buena estocada (silencio); pinchazo bajo, estocada (oreja).