Opinión

Los menores de edad ya son libres de ir a los toros en Baleares

La mayor parte de la ley fue declarada inconstitucional, pero no el tema de los menores, que ahora se anula

Imagen de la plaza de toros de Palma de Mallorca
Imagen de la plaza de toros de Palma de Mallorcalarazon

El Parlamento de Baleares ha aprobado modificar la ley sobre espectáculos taurinos y levantar la prohibición de que los menores acudan a los toros, para permitir que vayan solos a partir de 16 años, y acompañados si son de menos edad. Habrá quien piense que esto es un retroceso, y, les digo una cosa, yo opino lo mismo. Es un retroceso, sí, pero muy positivo, porque lo que bate en retirada es el afán prohibicionista de una ideología que quiere erradicar la cultura que no le gusta.

Un mínimo recordatorio. En 2017, el izquierdista y animalista Gobierno balear promulgó una ley que, so pretexto de “regular” las corridas de toros, pretendió, de manera bastante burda y con requisitos y reglas absurdas, antieconómicas e intervencionistas, acabar con la Fiesta en las islas. Una de esas reglas era impedir que los menores pudieran acudir a las plazas. La mayor parte de la ley fue declarada inconstitucional, pero no el tema de los menores, que ahora se anula.

Y muy bien anulado, porque para restringir libertades por ley debe esgrimirse una buena razón, y aquí, sencillamente, no existe. Es absolutamente falso que los toros inciten a la violencia a la juventud, como argumentan los animalistas. Si así fuera, España tendría que ser el país más violento del mundo, porque llevamos 250 años de toreo a pie y varias generaciones de españoles viendo toros. Y es absolutamente evidente que no lo somos, más bien todo lo contrario.

Los prohibicionistas inventan un problema inexistente y fingen un deseo sincero de resolverlo, pero es un pretexto hipócrita que esconde el deseo de censurar, porque, ¿qué vemos en los toros? Infancia y juventud respetuosa en los tendidos; y, en las escuelas taurinas, chavales que después del colegio se dedican a aprender el arte taurino de unos profesores a los que llaman maestros y tratan de usted. Ni atisbo de conflicto alguno, y en cambio, en el futbol, ¿qué?

¡Bienvenido el retroceso!