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Muere Apolinar Soriano, el campo bravo pierde a un romántico del toro
El ganadero jienense, un apasionado del toro, falleció a los 64 años tras una larga lucha contra el cáncer

El mundo del toro se tiñe de luto con el fallecimiento de Apolinar Soriano Mora, reconocido ganadero de reses de lidia, quien murió a los 64 años tras una larga y dura batalla contra el cáncer. Apolinar, hijo del también legendario ganadero Apolinar Soriano Heras, falleció en el hospital San Agustín de Linares (Jaén), donde fue atendido en sus últimos momentos. Las honras fúnebres se celebrarán este martes, 28 de enero, en su localidad natal de La Carolina (Jaén), tierra que siempre estuvo profundamente ligada a su vida y a su legado como criador de toros bravos.
El ganadero deja tras de sí una profunda huella en el ámbito taurino, donde era querido por su carácter jovial, su inquebrantable optimismo y su incansable pasión por el toro bravo. Hasta el final, peleó con la misma bravura que siempre quiso imprimir a sus animales, soñando con un futuro que el cruel destino truncó demasiado pronto.
La historia de la ganadería de los Soriano es un espejo de la dedicación y el esfuerzo de toda una saga familiar. Fundada en 1963 por su padre, Apolinar Soriano Heras, la ganadería adquirió a lo largo de los años una impronta única, basada en criterios de bravura y nobleza, y fortalecida por sucesivas incorporaciones de encastes históricos. En los años noventa, la ganadería experimentó una notable expansión con la adquisición de reses de diversas procedencias, entre ellas, ejemplares de Núñez y Manolo González, que contribuyeron a elevar el nivel de los toros criados bajo el hierro de la familia Soriano.
Apolinar Soriano Mora recogió con dedicación el testigo de su padre, modernizando las instalaciones, preservando la esencia ganadera y consolidando un proyecto que no solo era un negocio, sino un modo de vida. Desde su finca en Jaén, fue testigo y artífice de una expresión cultural que definía su existencia, marcando generaciones de aficionados y toreros que encontraron en sus toros fuente de emoción en los ruedos.
Su partida deja un vacío en el mundo taurino y en el campo bravo de Jaén, pero su legado y su amor por la tauromaquia seguirán vivos en la memoria de quienes lo conocieron y en el linaje de su hierro. Desde aquí, el recuerdo a un hombre bravo y noble, como los toros que soñaba.
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