Comenzábamos esta mañana
los encierros de San Fermín con la ilusión de quien ha esperado un año entero. Y los nervios. Y los cánticos para pedir protección que emocionan al mismo tiempo. Y han surtido efecto, porque podía haber sido una tragedia y
el parte médico hablaba de contusiones y no de cornadas. Lo malo fue que el encierro pasó de los cuatro minutos
porque dos toros de La Palmosilla se alargaron en la plaza.
No quisieron entrar a la primera y los dobladores tuvieron que trabajar para meterlos en toriles. Eso y que más de uno, de dos y de tres se entretuvieron en llamar la atención e incluso intentar hacer algún recorte o tocar al toro lo que está totalmente prohibido. Estos toros no son de capea.
El toro bravo se diferencia, entre otras cosas porque aprende rápido, por eso la lidia está acotada en el tiempo. Y el toreo, la capacidad artística de él tiene que hacerse antes de que aprenda y sea imposible. Por eso un animal bravo no se puede volver a torear porque va directo al cuerpo, de ahí el alto valor de la bravura, lo efímero de ella, su extraordinaria belleza, su integridad.
De ahí también que cada recorte, ni decir un lance, sea un robo espantoso que se hace al torero por la tarde poniendo en peligro su vida. Cuando entonces, ya no hay gente, ya no hay miles de personas que corren, es ese instante en el que a pesar del bullicio, la soledad es una losa que se vuelve muy densa y lo que ocurre ahí abajo tiene una verdad apabullante.
El sentido último de todo este espectáculo. Los encierros, los toros se corren para ser toreados por la tarde. No nos olvidemos. De un espectáculo hay otro espectáculos. Ambos maravillosos. Si se respetan.
podrían acarrear multas de hasta 3.000 euros
ealizar acciones tan peligrosas como tocar o agarrar a los toros, ya sea en el lomo, la cabeza o los cuernos.
También hay otras sanciones por correr los encierros bajo los efectos del alcohol o las drogas, algo también prohibido por su gran peligrosidad. En este caso, la multa ascendería a una cuantía de hasta 1.500 euros. En este caso te pones en peligro tú y a las personas que están a tu lado, que no son pocas.
Es por eso que dentro de las normas que publica el Ayuntamiento de Pamplona se encuentre la de "No tocar: en ningún caso ni en ningún punto del recorrido se ha de citar a los toros, llamar su atención o tocarlos.
Asimismo, se recoge con claridad, la del ruedo despejado: "Al entrar en la Plaza de Toros se refugiará con la mayor rapidez tras el vallado, dejándolo libre para quienes vienen detrás. No citará a los toros y dejará despejado el ruedo para la intervención de pastores y dobladores".
Hoy, sin lugar a dudas ha habido "corredores" que se han saltado las normas. Y las normas, en estos casos, están para cumplirlas. Por el bien común y por el bien de los tres espadas, y sus cuadrillas, que esta tarde se juegan la vida. A secas.