
San Isidro
Puerta Grande al nuevo Talavante con un ¿nuevo Madrid?
El torero corta dos orejas a un buen toro de la ganadería de Victoriano del Río y suma su sexta salida a hombros de la plaza de Madrid

Comenzaba Madrid con la vista puesta en Sevilla. Corazón repartido. Los casi seiscientos kilos de toro y la cornamenta del de Victoriano nos puso al segundo en el lugar donde estábamos.Esto era San Isidro. Y lo fue en todos los sentidos. Cinqueño largo el toro. Y cabroncete. Orientado. Pensándoselo. Mirón y sin humillar. Sobre todo por el pitón que más cuesta ponerse, por el zurdo. Clemente, que confirmaba alternativa, quiso. Y se puso. Y buscó y rebuscó dejando que el toro le pusiera esos infernales pitones en la misma barriga y de tanto querer lo cogió de una manera infernal porque enhebró el pitón por la chaquetilla y ahí ya era presa fácil. No veíamos manera de que lo soltara. Cuando lo hizo tuvo que acabar de quitarse la chaquetilla, que prácticamente ya lo había hecho el toro, y siguió con un valor helador como si nada. Lástima que la espada fuera un desastre. Inversamente proporcional al esfuerzo que había hecho.
Alejandro Talavante
El segundo fue tan deslucido, y castigado en varas, que Alejandro Talavante, su matador, no tuvo mucha más opción que abreviar.
A Ortega el tercero le rajó el capote nada más empezar. Quitó Talavante y replicó por chicuelinas, aunque lo mejor fue una de esas medias arrebujadas. Quiso comenzar bonito, torero, pero al segundo o tercer pase se metió por dentro el toro. Por la diestra arrancó Ortega en el centro del ruedo una tanda diestra aterciopelada a ese toro que no tenía regularidad en el viaje y al que le faltaba poder y transmisión. Esas irregularidades se apoderarían también de la faena de Juan. No sé si antes o después del mal humor de esta plaza, que a veces tiene razón de ser y otras tantas simplemente sobra.
El toro de la tarde
Descomunal de cara era también el cuarto toro. Llegó a la muleta de Talavante con las energías justas, pero muchísima calidad en el viaje. Alejandro lo toreó con suavidad en los inicios. El toro tuvo buen fondo y lo sacó en una faena de más a menos. De muletazos que nos recordaron al Talavante de otros tiempos con otros del batiburrillo en el que todo vale y nada se define. Precioso el final con un gran toro. La estocada y dos trofeos, que fueron protestados, abrían una Puerta Grande de Madrid que no pasará a la historia y eso que tuvo un «Misterio» de Victoriano del Río de tremenda calidad. Fue una salida a hombros de este nuevo Talavante, que a veces se asemeja a lo que fue, pero no encuentra la rotundidad de aquellos tiempos en los que fuimos tan felices.
Con el quinto volvimos a las embestidas descastadas y a la defensiva, que ponían los pitones por las nubes en la muleta de Ortega. No había mucho que rascar. Y cerró plaza un sexto punto bronco y pegajoso con el que Clemente quiso cerrar su actuación con decisión. Talavante se llevó el toro y la Puerta Grande. Si el año pasado tuvimos que esperar casi al último día, en este 2025 comenzamos mirando a la calle de Alcalá. Ahora solo esperamos que Madrid no pierda el norte. ¿O es un nuevo Madrid?
Ficha del festejo
Las Ventas. Primera de feria. Lleno de «No hay billetes». Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (5º y 6º), serios de presentación. El 1º, peligroso; 2º, deslucido; 3º, va y viene sin ritmo; 4º, con mucho ritmo y calidad; 5º, de mal estilo; 6, pegajoso.
Alejandro Talavante, de canela y oro, estocada caída (silencio); estocada trasera y caída (dos orejas).
Juan Ortega, de berenjena y oro, pinchazo, estocada (silencio); siete pinchazos, dos descabellos, aviso (silencio).
Clemente, que confirma alternativa, de tabaco y oro, esrocads defectuosa y estocada baja (saludos); estocada corta, seis descabellos (silencio).
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