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De Torres y el picador Sangüesa salvan un vacío "desafío ganadero" en Madrid

Deslucido festejo en el tradicional Domingo de Ramos en Madrid
Adrián de Torres, en un natural en Las Ventas
Adrián de Torres, en un natural en Las VentasAlfredo Arévalo/Plaza 1Alfredo Arévalo/Plaza 1
La Razón

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El diestro jienense Adrián de Torres, que cortó la oreja al peligroso quinto de Celestino Cuadri, y el picador Juan Manuel Sangüesa, que ejecutó la suerte magistralmente con el sexto, salvaron finalmente el que hoy se anunció en Madrid como "desafío ganadero", pero que estuvo vacío de auténtica casta.
Y es que ni los "santacolomas" de Pallarés, a los que la falta de fondo y fuerzas impidió desarrollar su buena condición apuntada, ni los negados y cornalones ejemplares de Celestino Cuadri, que sustituyeron a los tres toros de Los Maños rechazados por los veterinarios, tuvieron nada con que desafiar.
Si acaso, desafiaron la paciencia y la resistencia del reducido público (esta vez no se regalaron entradas) en una tarde desapacible y también, en ocasiones, la voluntad de los toreros, que se desesperaron viendo como sus oportunidades de lucimiento, entre la falta de casta y el exceso de viento, se quedaban bajo mínimos.
Pero si hubo un único y auténtico desafío en la tarde fue el que Adrián de Torres le planteó a la suerte, al intentar pasar de muleta una y otra vez a un quinto toro de Cuadri de intenciones diabólicas, no solo negado a embestir sino también a tomar los engaños con cierta claridad ni una sola vez.
El torero de Linares jugó conscientemente con él a la ruleta rusa durante unos largos instantes, viendo como a cada cite el cornalón le respondía con tornillazos a las axilas o con regates hacia las ingles con habilidad de futbolista brasileño, de los que se escapó y salió ileso una docena de veces por auténtico milagro.
Y más aún lo hizo a la hora de la máxima verdad, en la suerte suprema, cuando De Torres se recreó en una lenta y soberbia estocada en la yema, de la que el avieso morucho cayó patas arriba. Como en otros tiempos muy lejanos, solo por eso se le recompensó con una valiosa oreja, con un sabor tan decimonónico como la faena y como el propio comportamiento del toro.
De Torres compensó así, poniendo en juego su integridad, el vacío de una tarde que tuvo minutos después el otro de sus dos momentos de autenticidad, cuando el picador Juan Manuel Sangüesa dio toda una antología de la suerte de varas con el último de la corrida.
Ayudado por su jefe de filas, el toledano Gómez del Pilar, que bregó y le colocó con solvencia al toro en suerte, el piquero navarro se preocupó de mover perfectamente al caballo, "toreando" desde el cite, así como de dejar la puya en lo alto y de medir perfectamente el castigo en los tres encuentros, para llevarse una fortísima ovación de reconocimiento.
Claro que, como sucedió también con el cuarto, y aunque con menos sentido, el último Cuadri se aplomó por completo ante los pacientes e infrutuosos intentos de su matador, que es lo que más o menos había sucedido en los turnos anteriores tanto a él como a sus dos compañeros frente el sangrado sobrero de Martín Lorca y los desfondados de Pallarés de este desafío publicitario.
FICHA DEL FESTEJO.- Dos toros de Pallarés, tres de Celestino Cuadri, en los últimos lugares, y un sobrero de Martín Lorca, que sustituyó al primero de Pallarés devuelto por inválido y que se desfondó pronto. Los de Pallarés, justos de presencia, raza y fuerzas; los de Cuadri, cornalones, hondos y de escasa alzada, aparatosos en varas pero negados a la embestida, y con sentido en el último tercio.
Esaú Fernández, de corinto y oro: pinchazo hondo y estocada delantera desprendida (silencio); media desprendida y atravesada y dos descabellos (algunos pitos).
Adrián de Torres, de blanco y oro: dos pinchazos, estocada desprendida y cinco descabellos (silencio tras dos avisos); estocada (oreja).
Gómez del Pilar, de tórtola y oro con remates negros: dos pinchazos, estocada corta desprendida y tres descabellos (silencio tras aviso); pinchazo y dos estocadas bajas tendidas (silencio tras aviso).
Entre las cuadrillas, Juan Manuel Sangüesa destacó picando magistralmente al sexto.
Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio por la muerte del diestro retirado Rafael Jiménez "Chicuelo".
Corrida de toros en modo "desafío ganadero", con un cuarto de entrada (unos 5.000 espectadores) en tarde fría y ventosa.