Vuelta para Álvaro de Chinchón entre un variado surtido de mansos
La seria, pareja y astifina presencia de los novillos de Antonio López Gibaja tuvo mas continente que contenido, pues la falta de raza generalizada negó cualquier opción de triunfo a la terna
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Si algo tienen las novilladsa nocturnas de "Cénate Las Ventas" es un más que interesante poder de convocatoria. Ya la semana pasada hubo cerca de un tercio de entrada y en la noche de este jueves se rozó la media plaza. Muchas caras jóvenes, turistas y curiosos, atraídos por la tauromaquia y por la oferta gastronómica, aunque espero que se hayan dado un buen paseo por los locales de productos madrileños porque lo que es toreo, más bien poco. Y todo gracias a un desfile interminable de mansos de Antonio López Gibaja de distintos sabores, serios y astifinos todos, eso sí, unos más ásperos, otros más rajados, deslucidos o descastados, pero irreparablemente mansos.
El correoso primero sembró el desconcierto en los primeros tercios, negándose a entrar al caballo y arrollando con violencia a Juan Carlos Rey en banderillas, aparentemente, sin consecuencias. Y no cambió mucho en la muleta, en la que soltó derrotes a diestra y siniestra, sin clase, deslucido, vencido por los adentros y pegando un puñetazo arriba a la salida de los asentados muletazos que le planteó con firmeza Álvaro Sánchez. El alcarreño, sin vender el esfuerzo, tragó lo suyo para quedarse en el sitio e intentar domeñar tan mal estilo, pero era tarea imposible, aunque, entre enganchones inevitables y tarascadas, dejó un par de naturales notables antes de atascarse con la espada. Tampoco mandó al descompuesto cuarto, que pasó a su aire por donde quiso, vencido a veces, abierto otras, pero siempre sin maldad en su falta de raza y pidiendo autoridad, esa que apenas se dejó ver en un par de derechazos que sirvieron para demostrar el novillo pudo ser otra cosa. Pero no fue.
Comparado con el primero, el segundo era todo dulzura. Sin embargo, ni terminaba de humillar y sus embestidas eran fogonazos rematado siempre con un derrote por arriba. Sin embargo, obedeció a la muleta con prontitud y tuvo recorrido, cualidades suficientes para que la lidia de Carlos Domínguez fuera más apretada y comprometida, pues pareció quedarse buscando el muletazo estético, por encima del poderoso. Por eso tuvo que rectificar no pocas veces su colocación tras cada pase y su labor nunca llegó a calar en el público madrileño. El quinto tomó bien el capote y, cuando le templó Domínguez, la muleta por abajo, pero desarrolló genio, se quedó corto evidenció lo poco que llevaba dentro. El pacense llegó a apostar en una primera serie de rodillas, bronca y recia, pero el novillero prefirió quedarse en el tercio, donde se defendió más el animal y pocas opciones dio.
Y si la correa disminuyó al avanzar la noche, no lo hizo la mansedumbre, y el tercero estaba deseando irse desde que salió a la arena. Álvaro de Chinchón intentó sujetarlo en la muleta con suavidad, sin afligir, pero el novillo siempre que vio los tableros se fue tras ellos, a pesar de haber pasado con cierta clase y temple, lo que aprovechó el madrileño para dibujar varios buenos derechazos y naturales, estos últimos mejor hilvanadoscerca cerca a las tablas, a dónde se fue el novillero a buscar al manso después de ver imposible la sujeción en los medios. El buen espadazo, y algunos muletazos de apreciable trazo llevaron al público a sacar sus pañuelos, petición que finalmente quedó en una vuelta al ruedo. Y como en tierra de ciegos el tuerto rey, el sexto terminó siendo lo mejor del envío, al menos se desplazó con cierto interés, aunque le costó repetir. El madrileño lo intentó, quiso y consiguió dejar un par de derechazos encajados, pero la faena resultó más enganchada de lo deseable y los pinchazos lo terminaron de emborronar todo.
Jueves 4 de julio de 2024. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Segunda del certamen "Cénate Las Ventas". Un tercio de entrada en noche calurosa.
Se lidiaron novillos de Antonio López Gibaja, serios y astifinos. Manso y correoso el primero, obediente el segundo; rajado el tercero, descompuesto el cuarto, a la defensiva el quinto, y descastado el sexto.
Álvaro Sánchez, de verde botella y oro, tres pinchazos, aviso y descabello (silencio); y estocada caída (ovación).
Carlos Domínguez, de pizarra y oro, estocada caída (silencio); y estocada trasera y caída (silencio).
Álvaro de Chinchón, de azul añil y oro, espadazo (vuelta); y dos pinchazos, aviso, media estocada y dos descabellos (silencio).
Incidencias: Álvaro Sánchez y Álvaro de Chinchón se presentaron con "Zarzarroso", nº 71, y "Duquesito", nº 63, respectivamente. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Tomás Puente, jefe de mantenimiento de la plaza de toros, fallecido está semana.