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Trabajando para Salinger

Durante un año, Joanna Rakoff fue la asistente de la agencia literaria que representaba al autor de «El guardián entre el centeno». Una experiencia que ahora queda recogida en un libro sobre el escritor
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Investigar en la vida de un escritor se ha convertido en un reto para estudiosos y lectores. Que J. D. Salinger es un misterio y lo seguirá siendo parece evidente hasta que no vean la luz algunos de los inéditos que el escritor estadounidense dejó preparados para su publicación. Por eso nos tenemos que conformar, por ahora, con trabajos que tratan sobre esta compleja personalidad, ya sea desde un punto de vista biográfico, como sucedió el pasado año con la obra escrita por Shane Salerno y David Shields –nacida de un documental que no se ha estrenado en nuestro país todavía–, o desde una aproximación más personal. En este último apartado se encuentra un interesante libro de memorias escrito por la novelista Joanna Rakoff, quien se pasa al terreno de la autobiografía.
«Mi año con Salinger», que se publica el próximo mes de septiembre de la mano de Ediciones B, es la historia de Joanna, de 23 años, que empieza a trabajar en una agencia literaria, la misma que tiene entre sus clientes a J. D. Salinger, Jerry para los más cercanos al autor de «El guardián entre el centeno». Desde el primer día como asistente en la agencia, Rakoff explica que su jefa le dejó las cosas bastante claras sobre cómo debía ser su trato con el autor estadounidense más célebre del siglo XX: «Llamará gente y te pedirán su dirección y número de teléfono. Te pedirán que los pongas en contacto con él. O conmigo. También llamarán periodistas y estudiantes. Licenciados. Te dirán que quieren entrevistarlo, concederle un premio, un título honorario o a saber qué. Llamarán productores para negociar derechos cinematográficos. Intentarán engatusarte. Puede que sean muy persuasivos, muy manipuladores, pero tú nunca... Nunca, nunca, le des a nadie su dirección ni su número de teléfono. No les cuentes nada. No contestes a sus preguntas. Sólo cuelga lo más deprisa que puedas. ¿Comprendido?»
Lo más curioso del caso es que entonces, en 1996, cuando hablaban en la agencia de Salinger, se referían a él familiarmente como Jerry. En un primer momento, Joanna Ra-koff sospechó que le hablaban del célebre cómico Jerry Seinfield, toda una estrella de la pequeña pantalla en Estados Unidos, «quien supuestamente no era un autor de la casa, "aunque nunca se sabe", me dije», según confiesa la escritora en su libro de recuerdos sobre aquel año.
Rakoff tampoco era la primera asistente que pasaba por ese despacho y tenía tras de sí la larga sombra de Salinger. Su jefa le recordó que «algunas personas aceptan este trabajo porque creen que van a conocer a Jerry. O incluso hacerse amigas de él. Creen que Jerry va a telefonear todos los días. Pero él no va a telefonear. Y si lo hace, Pam llamará directamente a mi extensión. Si algún día no estoy aquí y, por casualidad, recibes tú la llamada, no lo entretengas al teléfono. Él no llama para charlar contigo. ¿Lo comprendes? No quiero que pienses que vas a conversar con él por teléfono todos los días o que vas a comer con él o algo parecido. Algunos asistentes incluso se han inventado excusas para telefonearle. Sin consultármelo, claro. Esto es algo que nunca, nunca debes hacer. Nuestro trabajo consiste en no molestarlo. Nos ocupamos de su negocio para que nadie lo moleste a él. ¿Lo comprendes?»
w cartas con rEspuesta
Otro de los cometidos de Rakoff fue ocuparse del voluminoso epistolario que se recibía a nombre de J. D. Salinger, procedente de todo el mundo y con las peticiones más curiosas y extravagantes para el autor de «Franny y Zooey». Desde 1963, la agencia literaria estuvo trabajando con una carta modelo que se enviaba a todo el mundo sin hacer distinciones de ninguna clase respecto a los que trataban de contactar con el escritor: «Querido/a señor/a...: Muchas gracias por su reciente carta dirigida a J. D. Salinger. Como quizá sepa, el señor Salinger no desea recibir correo de sus lectores. Por consiguiente, no podemos remitirle su amable misiva. Le agredemos su interés por los libros del señor Salinger. Nuestros mejores deseos. LA AGENCIA».
La responsable de «Mi año con Salinger» se dio cuenta de que tras esas misivas había algo más y que, por tanto, la respuesta que se merecían todas esas personas debía ir más allá de la frialdad que se transmitía hasta ese momento. Rakoff vio que los matasellos de los sobres procedían de Malasia, Japón, Alemania, Sri Lanka o Países Bajos. Había de todo. Veteranos de la Segunda Guerra Mundial, como Salinger, que «cada día se acordaban más de los amigos muertos en sus brazos, de los cuerpos esqueléticos de los campos de concentración que se liberaron y del desespero que experimentaron cuando regresaron a casa y percibieron que nadie comprendía lo que habían vivido». También había jóvenes lectores que se identificaban con las páginas de «El guardián entre el centeno». En una de ellas, Rakoff leyó que «Holden Caulfield es el único personaje literario que es exactamente como yo. Y usted, señor Salinger, es, por supuesto, Holden Caulfield. Por tanto, usted y yo deberíamos ser amigos». Sin embargo, desde la agencia se le advertía a Joanna Rakoff que no se dejara atrapar por todo ese epistolario que llegaba. Pero Salinger, o Jerry en el lenguaje de aquella oficina, también apareció con cierta regularidad a través de llamadas telefónicas. A Joanna Rakoff le sorprendía la voz de aquel hombre, que hablaba a gritos porque se estaba quedando sordo por aquella época. Tampoco faltan las referencias a la obra inédita pendiente de ser publicada, como los manuscritos que el escritor pudo salvar milagrosamente de un fuego que casi redujo a cenizas su escondite/refugio en 1992. Una de las anécdotas más curiosas que contiene el libro se refiere a ese episodio, cuando Salinger llama a su editorial, a altas horas de la noche, para decir que su obra no ha perecido entre las llamas, casi dando a entender que le urgía más su producción literaria que la de su familia.
w El libro inédito
Otro de los episodios llamativos de este volumen es el intento de publicación de un nuevo libro de Salinger después de que este escritor hubiera estado negociando con una pequeña editorial durante ocho años. Se trataba de «Hapworth 16, 1924», que había aparecido como relato en las páginas de «The New Yorker» en 1965. El problema es que ese relato había sido considerado en su momento por algunos críticos como el peor de los escritos por el autor. Cuando las intenciones de Salinger llegaron a las oficinas de la agencia, sus responsables se quedaron extrañados porque «dice que [Salinger] no quiere ser el centro de atención, pero esto va a llamar mucho la atención. No lo entiendo». Finalmente, el proyecto no siguió adelante. «Mi año con Salinger» nos permite acercarnos al escritor más secreto del siglo pasado desde el despacho de una agencia literaria cuyo nombre nunca es hecho público. Pero Joanna Rakoff también consigue dar un barniz elegante y nostálgico a una manera de entender la edición y la aproximación al lector que parece estar desapareciendo en la actualidad.

La obra inédita

Tres cuentos filtrados en internet
La muerte de Salinger levantó el interés por la posibilidad de que el escritor hubiera dejado novelas inéditas guardadas en el cajón. Las sospechas fueron confirmadas. Ahora existe un plan editorial para publicar cinco libros desconocidos. Uno de ellos vuelve sobre la familia Caulfield y otro se acerca a la religión vedanta. Pocas pistas más hay, a parte de que se editarán a partir de 2015. Mientras tanto, lo único nuevo –aparte de posibles cartas (en la imagen)– del autor de «El guardián entre el centeno» son tres cuentos nuevos que se filtraron en internet: «Paula», «Birthday Boy» y «The Ocean Full of Bowling Balls».

Una guía para entender al autor

El de Joanna Rakoff no es el único libro que se ha publicado este año alrededor de la figura de J. D. Salinger. El novelista Thomas Beller también se acerca al escritor en «J. D. Salinger: The Escape Artist», una obra que llegó a las librerías estadounidenses el pasado mes de junio. En su texto, aplaudido por críticos de la talla de Edmund White, Beller platea una síntesis biográfica de Salinger y aporta los elementos más destacados de su obra, con los que poder adentrarnos en su particular imaginario. Pero el responsable del volumen no es un desconocido en este terreno. Con anterioridad había editado, junto con Kip Kotzen, «With Love and Squalor: 13 Writers Respond to the Work of J.D. Salinger», donde voces de la narrativa contemporánea estadounidense analizaban la producción de J. D. Salinger.

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