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Obituario

«¿Tú sabes si el cielo estará abierto para mí?»

Centenares de personas llenaron el Tanatorio de Les Corts, en Barcelona, para despedir a Montserrat Caballé en una ceremonia íntima en la que su voz fue la protagonista principal

Fueron muy numerosas las coronas de flores que acompañaron al féretro de Montserrat Caballé. El tanatorio de Les Corts se quedó pequeño para tanto cariño
Fueron muy numerosas las coronas de flores que acompañaron al féretro de Montserrat Caballé. El tanatorio de Les Corts se quedó pequeño para tanto cariñolarazon

Centenares de personas llenaron el Tanatorio de Les Corts, en Barcelona, para despedir a Montserrat Caballé en una ceremonia íntima en la que su voz fue la protagonista principal.

Probablemente el Tanatorio de Les Corts, en Barcelona, nunca haya acogido un funeral tan masivo como el de ayer en memoria de Montserrat Caballé, fallecida la madrugada del pasado sábado en la capital catalana. Lo que se vivió fue el último acto de una de las más importantes carreras en la historia de la lírica, aunque no se quiso dar a esta despedida el aspecto de una de las superproducciones operísticas de un coliseo como el del Gran Teatre del Liceu de Barcelona y al que su nombre ha quedado ligado para siempre. La familia quiso, siguiendo la voluntad de la soprano, que esta despedida no fuera sobre el escenario y lo más íntima posible.

Pero una cosa es el deseo y otra la realidad, pues era imposible que se quedara todo en un acto religioso pequeño. Fueron muchísimas las personas que se acercaron a pesar de la intermitente lluvia hasta el tanatorio para poder acompañar el féretro con los restos de la diva antes de que fuera enterrada en el cementerio de Sant Andreu junto con sus padres. La capilla en la que se celebró la misa nunca habrá estado tan llena, con gente en los pasillos y en sus alrededores con ganas de entrar y darle adiós a la soprano. El personal del tanatorio, algo desbordado por tanta asistencia, aseguraba que la familia había declinado la posibilidad de instalar altavoces o alguna pantalla con la que seguir una ceremonia religiosa que tuvo la voz de la soprano como protagonista.

El Tanatorio de Les Corts fue también el punto de encuentro de la clase política, social y cultural en el funeral por la artista, en un acto que contó con la presencia de la Reina Doña Sofía; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el de la Generalitat, Quim Torra; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el presidente del PP, Pablo Casado; el ministro de Cultura, José Guirao; la consellera de Cultura, Laura Borràs; y la delegada del Gobierno, Teresa Cunillera. Tras ellos, en una segunda fila de la capilla estuvieron numerosos representantes políticos, como la líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas; el primer secretario del PSC, Miquel Iceta; el portavoz adjunto de JxCat, Eduard Pujol; así como dirigentes populares como Xavier García Albiol, Dolors Montserrat y Jorge y Alberto Fernández Díaz.

Tantos «Ave María»

Algunos compañeros de profesión de Caballé también llegaron hasta Les Corts, como los tenores José Carreras, Jaume Aragall y José Bros; el barítono Joan Pons; numerosos representantes del Liceu como su directora artística Christina Scheppelmann y su director general Valentí Oviedo; el director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch; y el cantante italiano Al Bano. También se pudo ver a los periodistas Luis del Olmo y Mercedes Milá; al Padre Ángel y Pedro Clarós, el otorrino de la soprano. Fue este último una de las dos personas que intervino en la ceremonia junto con Montse Caballé, sobrina y secretaria de la cantante. Precisamente fue el médico el encargado de contar una anécdota con la que quiso dibujar el carácter de la fallecida artista. Clarós explicó que «una vez ella me preguntó: ¿Tú sabes si el cielo estará bierto para mí? Y yo le respondí que seguro que sí, con todas las Ave Marías que había cantado».

El recordatorio que se entregó a los asistentes contaba con una imagen de la Virgen de Montserrat y un breve poema de Teresa de Calcuta que puede verse como consejos de la Caballé a sus muchos seguidores, a aquellos que la han aplaudido en los teatros de todo el mundo y que van a seguir escuchándola en las numerosas grabaciones que ha dejado. «La vida es una oportunidad, aprovéchala./ ...es un sueño, hazlo realidad./ ...es un reto, afróntalo./ ...es un deber, cúmplelo./ ...es amor, disfrútalo./ ...es tristeza, supérala, / ...es un misterio, desvélalo./ ....es un himno, cántalo./ ...es felicidad, merécela./ ...es vida, defiéndela».

Y después estaba la música. Porque la ceremonia oficiada por cuatro religiosos, entre ellos el Padre Ángel, presidente de la ONG Mensajeros de la Paz, íntimo de Caballé­­, sirvió para que todos pudieran recordar una de las voces más importantes que ha dado la lírica. El inicio del acto tuvo el «Ellens dritter Gesang» de Franz Schubert, también llamado «Ave María» como protagonista.

Amor por Häendel

También la sala se llenó con un fragmento de «Rinaldo», una de las óperas de Georg Friedrich Händel por las que sentía más cariño la intérprete. Durante el momento de la comunión, fue el turno de «O mio babbino caro», uno de los pasajes más celebrados de la ópera «Gianni Schicchi» de Giacomo Puccini. El ataúd con los restos de la Caballé fue despedidos con el aria «La vergine degli angeli», el himno religioso compuesto por Giuseppe Verdi para su celebérrima «La forza del destino». No fue una elección gratuita sino perfectamente pensada, porque es en este momento de la obra verdiana, en el cierre del acto II, cuando su protagonista, Leonora, emprende una nueva vida tras decidir retirarse a vivir como una ermitaña. Tras la música no vino el silencio sino un prologando aplauso, como si fuera el momento de reconocer todo lo que la diva había dado a la ópera, como si hubiera cantado como nunca en uno de los escenarios a los que consagró su vida. Fueron casi diez minutos que sirvieron para arropar a la familia mientras el féretro era llevado en hombros hasta el exterior del tanatorio. Bernabé Martí, viudo de Montserrat Caballé, su marido durante 56 años, sus hijos, Bernabé Jr y Montserrat Martí Caballé, además de su hermano y único empresario, Carlos Caballé, su sobrina y secretaria, Montse Caballé, pudieron comprobar en primera persona la estima de las muchas personas que se quedaron a las puertas del Tanatorio de Les Corts. La familia ya ha anunciado que en los próximos días se dirá cuándo y dónde se oficiará una ceremonia religiosa en una iglesia barcelonesa en memoria de la cantante y que estará abierta a todo el que quiera asistir.

Otro punto que se aclarará en breve y con el consenso de los herederos de Montserrat Caballé es el del homenaje musical que se quiere celebrar tanto en Barcelona como en Madrid. El ministro de Cultura José Guirao ya comentó el pasado domingo que en Barcelona tendrá como escenario en el Gran Teatre del Liceu, el coliseo que tanto tiene que ver con la vida y la carrera de la intérprete. En Madrid, por otra parte, todavía queda por aclarar si será en el Teatro de la Zarzuela –donde más cantó ella en la capital de España– o en el Teatro Real.

Un total de cinco coches salieron de Les Corts en dirección al cementerio de Sant Andreu portando gran cantidad de coronas de flores. Algunas eran de admiradores anónimos, otras estaban rubricadas por instituciones como la Fundación Princesa de Asturias o el Fútbol Club Barcelona. Una mención aparte merece la que llevaba una inscripción de Vangelis, el músico con el que la soprano grabó y en la que se podía leer «The one and only your friend». La mayoría de los asistentes se llevaron como recuerdo una gardenia. Al subir el séquito funerario enfilando la avenida Diagonal eran muchos los que seguían la ruta con esa flor en la mano.