Turquía, el gran bazar ya está en Arco
Las galerías turcas son las invitadas en esta edición de la Feria. Traen con ellas su arte y su juventud. Hace unos años apenas había infraestructura en su país, ahora reclaman su espacio
La crisis que en España vivimos como un tejado de nubes espesas no se sufre igual en todas partes. Lo saben bien las galerías turcas que llegan invitadas a esta edición de Arco.
La crisis que en España vivimos como un tejado de nubes espesas no se sufre igual en todas partes. Lo saben bien las galerías turcas que llegan invitadas a esta edición de Arco: en el país bisagra entre Oriente y Occidente se vive una década de esplendor en lo artístico y en lo económico que, como el recién invitado a una fiesta, necesita hacer méritos para caer simpático en la barra libre del mercado. Con ese objetivo es con el que se presentan en Madrid estos galeristas que, unánimemente, consideran más importante establecer lazos, hacer contactos, que salir con la cartera llena. «Hasta hace seis u ocho años no había nada. Durante mucho tiempo no existían estructuras para los artistas, ni lugares donde hacer exposiciones ni nadie interesado en organizarlas. Pero han surgido. No muchas, pero algunas», cuenta Alí Kazma, artista turco que será el encargado del pabellón de su país en la próxima Bienal de Venecia.
Entusiastas del arte
Pero la situación ha cambiado «porque hay más dinero», asegura Kazma con cara de obviedad. «Bueno es muy cierto que también hay más interés en estos momentos. Llámalo pretensiones, si quieres, pero hay quien quiere ser como los franceses», bromea. «No todo es postura. También conozco a alguna gente que gasta su propio dinero y que son entusiastas del arte. Hay instituciones y fundaciones que han empezado a gastar porque han comprendido que es un valor que da prestigio y el nombre se mueve por todo el mundo», añade Kazma, que recibió su formación en Estados Unidos buscando un mejor horizonte que en su país, al que ha regresado recientemente. Ahora, todas estas galerías han desembarcado en Madrid. Turquía es el país invitado. Pero llega al mercado cuando la crisis está azotando a la sociedad como no lo ha hecho en décadas. Sin embargo, la primera impresión que se han llevado estos días es buena. Aunque sus expectativas, el horizonte que buscan es muy diferente del que se puede pensar en un principio. En Galeri Mana no lo dudan. «Son muy grandes los pabellones –asegura Asli Seven–. Esto nos va a yudar a hacer contactos. Creo que es lo principal. Empezar a conocer a coleccionistas, comisarios de exposiciones, directores de museos. Es fundamental para nosotros». Esta es la tónica principal. Algo lógico. Intentar, en el menos tiempo posible, abrirse un espacio en un mercado que, a lo mejor, no está en su apogeo. «En Turquía, las galerías somos muy jóvenes y todo va bien allí. Pero la situación en Turquía es diferente al resto de Europa. La crisis no ha golpeado tanto», asegura.
Un claro ejemplo es la Contemporary Istanbul, la feria de arte que sería la hermana gemela de Arco en la capital turca. Sólo lleva ocho ediciones (el tiempo que Kazma dice que ha sido decisivo en el país) y ha pasado de 10 galerías extranjeras a 57, y han duplicado los visitantes, hasta más de 75.000 y tienen unas aspiraciones enormes, a entrar entre las cinco o seis ferias más importantes del mundo. A favor: la cercanía cultural y geográfica con las grandes riquezas de Oriente Medio. En contra, casi todo lo demás.
Unos de los artistas representados en la Feria, Conan Tolon, pone el acento en las contradicciones del desarrollo económico que da aliento al mercado del arte y el contenido del arte mismo. Tolon se centra en el medio ambiente, el progreso industrial y la contaminación, y aborda la destrucción de la naturaleza por la expansión de los negocios inmobiliarios. No es en el único punto en el que se entretienen. El arte turco también contiene una explícita crítica social a algunas de las costumbres religiosas y sociales que se mantienen en su país y que, como no podría esperarse de otra manera, los creadores contemporáneos cuestionan o reflexionan sobre ellas. Ahora buscan una proyección internacional que rompa los estereotipos y les ayuden a encontrar fuera el espacio que hasta ahora no han tenido. «Yo ya he vendido una pieza. Es importante, pero es más que la gente venga. Esto es como una vitrina, tienes la oportunidad de mostrar lo que traes y que lo vea la gente. Pero también hay que aprovechar esta ocasión para establecer lazos y contactos con otras personas del mundo del arte», aseguran en Galeri Nev. Esta es la constante en la mayoría de las galerías que han acudido en esta ocasión a Arco. Pero en el arte turco hay de todo. Es el caso de Kazma que defiende un arte de profundidad «en vez de otro que se comprende en un segundo y que es como un anuncio de televisión. Ese es fácil de entender y da satisfacción a la gente, que ensreguida piensa que es inteligente por comprender el mensaje. Pero hay otro tipo de arte, que se hace para la reflexión. me gustaría pensar que pertenezco a esa categoría». Sobre el arte político, Kazma asegura: «Es muy fácil decir: no me gusta la tortura. ¿A quién le gusta? O defender los derechos de las mujeres. ¡Por supuesto! Pero el arte no puede ser simplista. Para mover a la gente hace falta ir a lo profundo». Pero lo cierto es que en una feria lo que cuenta es lo práctico: vender. Pero para eso todavía hay que esperar unos días.