Literatura
Ulises, un héroe mentiroso, soberbio y egocéntrico
Este viernes se estrena «El regreso», sobre la vuelta de Odiseo a su hogar, que protagonizan Ralph Fiennes y Juliette Binoche, y Christopher Nolan está trabajando en la adaptación cinematográfica de la «Odisea». Pero ¿cómo era realmente el rey de Ítaca?
Al contrario que los demás héroes, el epíteto que recibió Odiseo, rey de Ítaca, hijo de Laertes y el hombre que llevó la destrucción a la ciudad de Troya, no hacía referencia a la fuerza, la bravura, la valentía, la habilidad o la destreza con las armas. Él no era «Aquiles, el de los pies ligeros», ni Héctor, «domador de caballos» o Menelao, «famoso por su lanza». A él lo llaman «polytropos», «el de los muchos trucos», «el astuto», «el de las mañas abundantes», o, para ser más claros y no perdernos en circunloquios, el que miente y está acostumbrado a engañar. Para David Hernández de la Fuente, «Ulises destaca por ser un mentiroso. No vence por la espada. Su modo de triunfar es a través del engaño o el embuste»; para Mario Agudo es «un tipo taimado que medra y negocia mintiendo», y para Carlos García Gual, «no es el héroe tradicional, caballeroso y de estirpe regia. Él se caracteriza por hacer trampas».
Este fin de semana se estrena «El regreso», película protagonizada por Ralph Fiennes y Juliette Binoche, que evoca la vuelta de Ulises a su patria y la venganza que de-sencadena sobre los viles pretendientes que consumen la despensa de su palacio y aspiran a casarse con su mujer, Penélope, y en el horizonte, como uno de los grandes proyectos de 2026, destaca la adaptación de la «Odisea» de Christopher Nolan, rodaje que acaba de concluir y que cuenta con la participación de Matt Damon en el papel protagonista. Una cinta que ya ha recaudado un millón de dólares derivados solo de la preventa de los primeros pases.
«Es cruel y algunas fuentes aseguran que él mató al hijo de Héctor»
El cine no había vuelto a abordar la figura de Ulises desde que Kirk Douglas lo encarnó para la gran pantalla en 1954, en una producción italiano-inglesa a cargo de Mario Camerini y Mario Brava. Un conseguido largometraje de aventuras que creció al calor de los «peplums» y donde el actor de «Senderos de Gloria» lo interpretó, con una enorme osadía, como un individuo de carácter arrufaldado y taimado, un poco chulesco y con altas dosis de altanería y soberbia. Pero ¿era así el Ulises de Homero? ¿Cómo es el personaje que en realidad describen los textos?
A pesar de la relativa familiaridad que todos guardamos con su nombre lo cierto es que su perfil resulta desconocido para los que no están bien relacionados con la «Ilíada» y la «Odisea». Su semblante es distinto al que poseen sus compañeros de aventuras y no responde en absoluto a ninguno de los modelos prescritos con anterioridad, lo que puede chocar a más de un espectador. «Está lejos de ser intachable, de no tener ni una sola mácula. Al contrario. Está marcado por luces y sombras. Es un guerrero arrojado, sufridor, sin duda, pero tiene una parte oscura que no está presente en los demás. Se caracteriza por mentir. Para evitar ir a Troya fingió que estaba loco, aunque al final descubrieron su treta. Esa locura era un engaño, como también lo fue después el caballo de madera», comenta el autor de «Vidas de Pitágoras», David Hernández de la Fuente. «Para nosotros es un soberbio –prosigue él mismo–, es poco leal y un embustero... Si lo comparas con los personajes de la Marvel, tiene bastantes más matices (risas). Es un hombre mayor, es crepuscular y afronta su última batalla con los pretendientes que acosan a su esposa. No es modélico y tiene lados oscuros, en efecto, pero nos fascina. Es un poco Bruce Willis».
«Es un personaje complejo, humano, de una absoluta modernidad»
David Hernández de la Fuente va más lejos y desvela que «tiene un ego desmesurado y en ocasiones le pierden las ganas de saber más. Al contrario de quienes le rodean, él siempre quiere conocer y ver un poco más. Por eso a veces incurre en la soberbia. Es lo que ocurre en su encuentro con Polifemo. Le engaña diciéndole que se llama Nadie, pero al escapar, no puede evitarlo, y le revela su verdadero nombre y le dice que quien le ha burlado y dejado ciego es Ulises. Eso será su perdición, porque Poseidón le negará el regreso al hogar durante diez años».
No es el único capítulo donde Ulises muestra jactancia. También ocurre en el episodio con las sirenas. «Esos seres no son un reclamo sensual en Homero. Eso solo sucede a partir de la Edad Media. Las sirena griegas tienen que ver con la muerte. Son hijas de la memoria y la memoria permite conocer si alguien tiene vida después de la muerte. Por eso, Ulises desea escucharlas. Las palabras que cantan pueden encerrar el secreto o, al menos, qué le deparará tras la muerte. Odiseo quiere ese conocimiento. Quiere escuchar lo que se cuece, y eso solo puede seducir a alguien que no se conforma con lo que sabe y quiere acceder a un conocimiento prohibido. Ahí está su soberbia», explica Mario Agudo, autor de «Filipo de Macedonia».
Una figura atípica
Él mismo coincide en las aristas sombrías de este personaje y saca a relucir un hecho poco aireado que aparece en algunas versiones del mito de Ulises: «Es cruel y algunas fuentes aseguran que, durante el saqueo de Troya, fue él quien asesinó al hijo de Héctor, que era todavía un bebé, arrojándolo desde lo alto de una torre. Esto, sin duda, nos dice que él no responde a ningún prototipo habitual. Es taimado, astuto, en el sentido de zorro, de que tiene experiencia vital, al menos, mucha más que sus compañeros. Él ve venir los problemas».
Mario Agudo argumenta que, en el ciclo homérico, «Aquiles encuentra la gloria, pero que Ulises encarna el triunfo personal al solventar toda clase de obstáculos. Son dos tipos diferentes de hombre. En ese sentido, Odiseo no tiene nada que ver con el héroe tradicional griego arcaico que es el que defiende la muerte bella».
Frente a la mirada actual, que puede identificar a Ulises como un esposo infiel, que se entretiene con mujeres, el historiador desentraña el significado simbólico de las mujeres que lo retienen en su vuelta a casa: «Son tres, Circe, la hechicera; Calipso, la ninfa, y Nausícaa, la princesa virginal. Las tres son una metáfora de los tres riesgos que afronta un hombre en su regreso al hogar después de un periodo de tiempo muy dilatado. El de Circe es la pérdida de la identidad: ella muda de apariencia a los marineros de Ulises y los convierte en cerdos; por, tanto, hay que saber quién eres. Calipso es la belleza sensual, una tentación que te puede extraviar del objetivo de retornar con la familia. Y Nausícaa es la hospitalidad que enamora y agasaja. Al final del recorrido aguarda la cuarta mujer, que es la que le ofrece la fidelidad y el amor verdadero, que es Penélope, y que es la que él elige».
Para Carlos García Gual, uno de los grandes referentes de la antigüedad y de sus mitos, autor de «La secta del perro», «El estoicismo romano» o «Los siete sabios (y tres más)», «Ulises es un héroe singular, un héroe mediterráneo, que se caracteriza por hacer trampas, que sabe superar las adversidades, en ocasiones tremendas, gracias a la inteligencia». Comenta que, para los griegos posteriores, Odiseo era una referencia ineludible porque se vinculaba a «los aventureros que cruzaban el Mediterráneo, que comerciaban a través de sus rutas, y que eran un poco tramposos, es verdad, pero también que eran valientes y que siempre trataban de volver a su patria, aunque tardaran años, como le ocurre a Ulises. Por eso, Odiseo es su gran héroe, porque regresa, porque se enfrenta a los nobles, y, hay que recordarlo, porque esto es fundamental, no es un héroe que descienda de dioses. Tiene una lejana relación, pero es muy humano, aunque, a la vez, también tiene mucho de héroe trágico. Yo creo que es un poco más humano que los demás. En este sentido, es un personaje más complejo y es justo aquí, y hay que incidir en este punto, donde reside su absoluta modernidad». García Gual insiste en que es un personaje que solo intenta «sobrevivir en medio de una serie de aventuras, enfrentándose por en medio a toda clase de contrariedades».
El filólogo y helenista remarca que los griegos «siempre valoraron la astucia cuando había que luchar contra peligros y monstruos que superan la condición humana». Y Ulises, un superviviente, un hombre acostumbrado a pelear con su inteligencia, tiene la capacidad de «salir triunfante» de esos retos. «No es un saqueador o destructor de ciudades, aunque haya sido él quien hace caer Troya. Ahí solo obedece a Agamenon. Él lo ayuda a través de su inteligencia. Pero Odiseo lo que quiere es vencer en la guerra, salir del apuro, en el cual le han metido, porque va forzado, y retornar a su casa».