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«Un encuentro entre Don Juan y Washington sería desagradable para Franco»

Don Juan de Borbón, en su casa de Estoril, a principios de la década de los años sesenta
Don Juan de Borbón, en su casa de Estoril, a principios de la década de los años sesentalarazon

Una serie de carpetas y documentos clasificados informan sobre los intentos fracasados del Conde de Barcelona para reunirse con John F. Kennedy o alguno

de sus más altos funcionarios.

La John F. Kennedy Library, en Boston (EE UU), continúa desclasificando documentos relacionados con los mil días en los que John Fitzgerald Kennedy estuvo en la Casa Blanca. Entre todos ellos destacan una nueva serie de informes, en su mayoría inéditos y con la etiqueta de «Confidential», vinculados con la situación de España durante los primeros meses de 1961. Una serie de carpetas que nos ayudan a conocer algo más sobre los encuentros y desencuentros del régimen de Franco con JFK. Entre estos papeles hay una persona que adquiere un protagonismo especial: Don Juan de Borbón, que por aquel entonces era pretendiente a la Corona. El 2 de febrero de 1961, muy pocas semanas después de la toma de posesión de Kennedy como presidente de Estados Unidos, el diplomático del Departamento de Estado Walter J. Stoessel, Jr. redactaba un memorándum para el general Andrew Jackson Goodpaster en el que avisaba de que Don Juan de Borbón quería reunirse con JFK.

La petición resultaba delicada para las relaciones de EE UU con la dictadura. Vale la pena reproducir parte del informe, aprobado por el mismo Kennedy: «Aunque el pretendiente español, Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona, ha negado los rumores de que pretende llamar a miembros de la Administración en el futuro, afirma que tiene la idea de visitar Estados Unidos. Esta visita podría tener como propósito explicar por qué él debe ser el sucesor del general Franco. Así, mientras que una visita del pretendiente no parece que sería inminente, el Departamento siente que la Casa Blanca debería estar informada de lo siguiente. Mientras que el general Franco ha dedicado considerable atención a la educación de Juan Carlos, el hijo de Don Juan, sus relaciones con el Pretendiente han sido buenas. Cualquier encuentro entre Don Juan y oficiales en Washington en este momento sería indudablemente desagradable para el Jefe del Estado español, quien puede contemplarlo como una interferencia en los asuntos internos de España».

En el documento se recuerda que en 1958 ya hubo problemas con Franco cuando Don Juan viajó a Estados Unidos de manera no oficial, agregando que «el pretendiente afirma que conoció al presidente Kennedy durante esa visita». Stoessel subraya que facilitarle las cosas a quien quería ser rey de España «podría perjudicar la actual cooperación con el Gobierno español con respecto a nuestras bases militares en ese país». A este respecto se recuerda que la monarquía en España cuenta con «poco apoyo» en un país donde «la oposición al régimen de Franco está fragmentada en unos grupos sin coordinar. Una visita de Don Juan podría instigar peticiones similares de otros líderes de la oposición española». Todo ello provocó que el Departamento de Estado recomendaré no apoyar a Don Juan.

Unos meses más tarde, el 19 de mayo de 1961, el mismo departamento se ponía en contacto con Arthur Schlesinger jr., uno de los más importantes asesores de Kennedy. El memorándum de dos páginas llevaba por título «Encuentro entre el Presidente y el pretendiente español». De nuevo había malas noticias para Don Juan: «En principio, no veríamos mal este encuentro, pero sentimos que esto constituiría un problema delicado y el asunto requeriría una cuidadosa preparación. Como sabrá, la relación entre Don Juan y el general Franco es correcta pero no amistosa, y el Gobierno español es probable que no aprecie si [Don Juan] ve al presidente antes que algún oficial estadounidense haya visitado España o cualquier alto cargo español estuviera en Estados Unidos de visita oficial. El resentimiento del general Franco ante una recepción del pretendiente en la Casa Blanca podría lastimar las propias posibilidades de Don Juan de llegar al trono durante la tenencia del general Franco». El informe recuerda que el asunto de la visita de Don Juan «ha estado bajo discusión durante meses». En este sentido, advierte de que a raíz del informe del 3 de febrero se había recomendado a las embajadas en Madrid y Lisboa que «desalentaran discretamente» cualquier encuentro del conde de Barcelona con altos funcionarios vinculados con la presidencia de Kennedy. Asimismo, se le había pedido al embajador en España, Anthony Joseph Drexel Biddle, Jr., que tanteara al Gobierno franquista sobre su opinión sobre cualquier tipo de encuentro con JFK. El memorándum se cierra con un epílogo triste para las aspiraciones de quien quiso reinar en España: «Hemos sido informados por nuestro embajador en Lisboa que Don Juan parece entender muy bien que en la actualidad no es particularmente oportuno para él que se vea con el presidente».

Pero Don Juan no fue el único que quiso hablar con John F. Kennedy sobre la situación de la España de Franco. En ocasiones, los intentos se limitan a gestos como el de los integrantes del clandestino partido promonárquico de los trabajadores españoles. En un memorándum del 17 de febrero de 1961, redactado por Angier Biddle Duke, jefe de Protocolo de la Casa Blanca, se informa de que se ha recibido en la embajada estadounidense en Madrid un ejemplar de «Don Quijote de la Mancha» dedicado a Kennedy como «amigo de la libertad y enemigo de los tiranos». Respecto a los que firman la dedicatoria se apunta que «son opositores al actual régimen en España. Sin embargo, nuestra Embajada informa de que es una organización no revolucionaria y no es del tipo de movimiento opositor que mucho preocupe al Gobierno español».

Carta de la oposición

Casi un mes antes, el 20 de enero, el mismo día en el que Kennedy tomaba posesión de su cargo y le decía al mundo: «No te preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por él», un grupo formado por dirigentes de varios partidos de la oposición al franquismo redactaba una extensa carta. La firmaban Carmelo Cembrero, Manuel Giménez Fernández (ausente) y Jesús Barros de Lis Gaspar por Izquierda Demócrata Cristiana; Antonio Villar Massó, Teodomiro Menéndez y Juan Gómez Egido, por el Partido Socialista Español y la Unión General de Trabajadores; Dionisio Ridruejo, por Acción Democrática; y Eduardo Pardo Reina e Ignacio Riera, por Acción Republicana Democrática. El Departamento de Estado se apresuró en traducirla. En la John F. Kennedy Library se conservan el original y los informes que se derivaron de esa comunicación, un llamamiento a que el nuevo líder del mundo libre hiciera algo ante la dictadura de Franco: «Señor Presidente: Desde los diversos sectores de la democracia española nos dirigimos a Vd. a través de estas líneas y en esta fecha que simboliza un final lo mismo que un principio, porque entendemos que al jurar Vd. hoy el cargo de presidente de los Estados Unidos de América del Norte habría asumido, con la obligación de preservar, proteger y defender la Constitución de su país, la de asegurar la supervivencia y el triunfo de la libertad en todo el mundo y la de mantener y fortalecer la unidad del mundo occidental».

La extensa carta denuncia la radicalidad del régimen franquista «porque la ley, la ley que impera en el país, no reconoce otros principios que los definidos por el Estado nacional el cual es, según expresión de las llamadas Leyes Fundamentales, “instrumento totalitario al servicio de la integridad de la patria”». La misiva subrayaba los fallos del sistema jurídico –«la Autoridad pública española ignora, en la práctica, que los derechos del hombre (...) “no emanan de la generosidad del Estado sino de la mano de Dios”»–, el económico –«antártico desde sus orígenes, violando las leyes que rigen la economía de mercado, al fomentar (...) el florecimiento de monopolios»– y laboral –«vulnera los principios sindicales internacionalmente admitidos al atribuir a la clase obrera una representación, más aparente que real, y en todo caso ineficaz»–.

Pero si Dionisio Ridruejo y sus compañeros confiaban en la solidaridad del nuevo ocupante del Despacho Oval, un memorándum del 17 de marzo de 1961 desaconsejaba cualquier tipo de apoyo a la causa antifranquista, aunque se concluía que la carta era «notablemente moderada en el tono» y que representaba el punto de vista de buena parte de la oposición a la dictadura. El informe creía que «una respuesta del presidente a la comunicación adjunta no es necesaria. Además podría tener repercusiones en la visión general de nuestras relaciones con el gobierno español». Por si acaso, se procedía a dar instrucciones a la Embajada en Madrid para que se informara a los firmantes de la carta de que ésta había sido transmitida a la Casa Blanca. El documento, encabezado con el sello «Confidential», contiene una nota manuscrita de Ralph A. Dungan en la que daba el visto bueno a todo lo que allí se afirmaba. Dungan había informado previamente a Kennedy de que lo mejor era no hacer nada para apoyar a la oposición a la dictadura franquista.