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Literatura

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Un espíritu con clase

López Lamadrid
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En su libro «Confieso que he vivido», Neruda tiene unas palabras memorables sobre la sensación que tuvo cuando publicó su primer libro de poemas, «Crepusculario»: «Ese minuto está presente una sola vez en la vida del poeta». Cada escritor podrá publicar pocos o muchos libros, pero esa ocasión se da una sola vez y, sin duda, permanece en la memoria. El que esto escribe debutó, un día de 2002, como novelista en Mondadori, y ahora vuelve la emoción y el orgullo por tal cosa, y el recuerdo de Claudio López Lamadrid recibiéndome en su despacho de la calle Travessera de Gràcia de Barcelona; tenía él una idea, un pequeño cambio en el título de mi obra, algo con respecto a la palabra «solo», si bien tras hablarle quedó convencido de mi elección. Ya tenía fama de albergar un espíritu moderno en torno a las artes, de tener gustos que se relacionaban con la música electrónica tanto como con la literatura transgresora estadounidense que le encantaba publicar. Pero es que él editó a todo el mundo, a jóvenes españoles o autores consagrados, a clásicos recientes incontestables, a una nómina de escritores hispanoamericanos impresionante, a creadores de medio mundo, siempre apostando por la Literatura en mayúscula desde su cargo como director editorial de grupo en la editorial Penguin Random House y director editorial de Literatura Random House y Caballo de Troya, y como director de publicaciones en Random House Mondadori desde 2000, al frente de la división literaria (Debate, Lumen, Mondadori, Caballo de Troya). Con anterioridad, había sido editor en Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, como responsable de Biblioteca Universal; además, tenía en su haber una docena de traducciones del inglés al castellano, y así uno descubría versiones suyas de guiones de Woody Allen, por ejemplo. Pero tal vez pocos sepan que fue el hijo mayor del marqués de Lamadrid, perteneciente por tanto a una familia aristócrata; él, que reinó con suma nobleza en su palacio de libros como pocos.