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Una cañita para Josep Pons

El maestro dirigió ayer en el Auditorio Nacional de Madrid la maratón del Día de la Música y estuvo al frente de cinco orquestas con obras de grandes maestros rusos.

Josep Pons
Josep Ponslarazon

El maestro dirigió ayer en el Auditorio Nacional de Madrid la maratón del Día de la Música y estuvo al frente de cinco orquestas con obras de grandes maestros rusos.

Poco antes de que dieran las doce de la noche Josep Pons salía a una de las balconadas del Auditorio Nacional, acompañado de Paco Lorenzo, director del Centro Nacional de Difusión de la Música (CNDM). El maestro daba las gracias, deseaba que hubiera merecido la pena el esfuerzo del día entero y decía que después de una jornada de beber solo agua estaba deseando tomarse una cerveza. Seguro que se le sirvieron ipso facto. Solo un momento después arrancaban con estruendo los fuegos artificiales y se escuchaba la música compuesta por Haendel a tal efecto en 1749, enlatada, lo único de un día en el que Pons estuvo al frente de cinco orquestas y dio lo mejor de sí.

Emepz la experiencia musical con la Sinfónica de Madrid y el ambiente se quedó caldeado para recibir a la de la Comunidad de Madrid. El Auditorio era un ir y venir en los descansos, lo mismo que el tramo de la calle Príncipe de Vergara que lleva a la casa de la música. Los rusos se iban adueñando de la sala, ahora Borodin, ahora Prokofiev, después Stravinski.... Y Pons los llevaba con movimientos sincopados algunas veces, otras dirigiéndose particulamente al músico, como si le hablara.

Le vimos sacar el pañuelo para secarse en un par de ocasiones. Las palmas para arriba, las palmas para abajo, se arqueaba muy elástico el director que tras cada concierto fue pidiendo a solistas y familias de instrumentos que se levantaran para saludar. A la Sinfónica de RTVE le tocó el concierto de después de comer. La gente ya estaba muy deseosa de más música a esa altura.

Con la Orquesta Nacional de España, que él dirigió hace diez años, no cabía un alfiler en la sala. Era el penúltimo del día y las manos se calentaron bastante con los prolongados aplausos. Un aperitivo o un paseo o un gin tonic y de vuelta para escuchar el último a las 22:30.

La Joven Orquesta Nacional de España cerraba programa. Menuda fuerza y menuda exhibición, Vimos a José Luis Turina, su ya ex director, disfrutar. Mucho. Y recibir las felicitaciones cuando los interminables aplausos cesaron. Los chavales lo dieron todo todos y cuando se acabó la maraton se abrazaban y saludaban en el escenario. Juventud manda. Ellas iban vestidas de negro y en ellos rompía la oscuridad la corbata, amarilla, roja, verde y azul.

Como Decía Antonio Moral, listo como el hambre, “este es un programa para disfrutar”. Y a juzgar por los comentarios escuchados lo fue. Gran parte del programa lo llevamos impreso en nuestras cabezas. Casi se escapaba el tarareo, pero no era el lugar ni el momento.

Habrá que esperar dos años para saber quién estará al frente del siguiente “tour de force”, como lo definió Lorenzo. Muchos son los llamados pero solo uno el elegido. Pons, nos cuentan, se quedó la mar de satisfecho. Se tomó la caña. Y descanso. Vaya que si vinieron los rusos. Gracias, maestro.