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Una farsa erótica en el Real

Se estrena por primera vez en el coso madrileño «La Calisto», una ópera del durante siglos olvidado Francesco Cavalli que reúne mitología romana, affaires tórridos y crítica social.
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Se estrena por primera vez en el coso madrileño «La Calisto», una ópera del durante siglos olvidado Francesco Cavalli que reúne mitología romana, affaires tórridos y crítica social.
Cuando Júpiter se aburre, baja a la Tierra en busca de jóvenes ninfas a las que seducir. En uno de aquellos paseos, el padre de los dioses se enamora de la hermosa y virginal Calisto, seguidora de Diana, deidad de la caza y la Luna. Pero la chica no se deja impresionar por su divinidad y le rechaza de plano. La verdad es que solo tiene ojos para Diana y, cuando Júpiter lo descubre, se transforma en la diosa de la Luna (que además es su hija) y logra conquistar a Calisto. De ahí en adelante todo es confusión. Diana no entiende de qué encuentro sexual le habla su súbdita y, a la vez, esconde su propio affaire con el pastor Endimione.
La trama de «La Calisto», de Francesco Cavalli, salta de la comedia a la sátira y de ahí a la tragedia con enorme rapidez. Se trata de una historia de humor y sexo, con su dosis de crítica social, que en el siglo XVII convirtió a su autor en uno de los más relevantes, junto con Monteverdi, con el que mantuvo una estrecha amistad. Pero de las alrededor de 40 obras que firmó Cavalli cerca de la mitad se perdieron y el resto prácticamente desapareció durante siglos, hasta que hace relativamente poco comenzó a recuperarse su interesantísima figura. Por eso, es la primera vez que una obra de Cavalli se estrena en el Teatro Real, y lo harán este domingo con un montaje de David Alden que Joan Matabosch califica de legendario.
Alden hace alarde de su sentido del humor, muy parecido al de la ópera que dirige, y pone como ejemplo contemporáneo de lo que ocurre en «La Calisto» al presidente de Estados Unidos: «Es como si Donald Trump se transformara en su hija Ivanka y saliera a buscar novia». Su visión de la creación de Cavalli «es una mezcla de Pop Art, imaginería barroca y los filmes de Elvis Presley de los años sesenta». A lo que se le suma mitología romana, relaciones lésbicas y romances prohibidos. «Se trata de una farsa sexual celestial», resume Alden. El director musical Ivor Bolton, por su parte, explica que la ópera de Cavalli, al que califica de «gigante», se estrenó en 1651 en Venecia y que resalta por su carácter casi cinematográfico «con escenas cortas, una gran cantidad de personajes y una agilidad que tiene más elementos en común con el teatro que con las óperas del siglo XVIII. Es un esquema que resulta muy atractivo para los públicos de hoy, acostumbrados a esa rapidez».
Con lo que no contaba Cavalli era con un presupuesto generoso, por lo que la mayoría de sus obras –a excepción de «Ercole amante», que se estrenó en París en 1662 con más de cien músicos– no fueron creadas para grandes orquestas. Para su versión en el Real, Bolton mantiene el reducido número de músicos y el uso de la tiorba, que se inventó en Florencia y «comenzó a utilizarse en el XVII cuando los diálogos cobraron mayor importancia y necesitaron un instrumento que permitiera escuchar bien a los cantantes». Xavier Sabata, que interpreta a Endimione, explica que el lema del grupo de intelectuales que integraba la Camerata Bardi era «prima le parole e poi la musica»: «A partir de su deseo de recuperar la tragedia griega desarrollaron el estilo de “recitar cantando”, que a su vez dio pie a la identidad más teatral de las óperas de Cavalli». Sabata, que se dedicó a la actuación antes que a la lírica, afirma que «uno puede coger el libreto, como dice Alden, y sacarle la música y funcionaría como pieza de teatro», y añade: «Por eso me interesa especialmente esta ópera. Me siento muy conectado con este tipo de trabajos, en el que a veces mi papel es colorear las palabras».
Por otra parte, «La Calisto» incorpora un elemento de rebeldía contra las autoridades romanas muy propio de la Venecia del XVII, según explica Matabosch. Y es que en esta historia los humanos, Calisto y Endimione, terminan por convertirse en víctimas de los dioses, que transforman a la primera en una constelación y al segundo lo condenan a dormir eternamente. Alden afirma que «las deidades representan a los ricos y famosos –políticos, artistas y sacerdotes de la época– que explotan a los pobres y bellos, algo que ocurre en todas las sociedades».
El papel de Galileo
Asimismo, Cavalli hace un guiño a Galileo Galilei a través del personaje del pastor, un astrónomo aficionado que es obligado a renunciar a su estudio de los astros. Ante la persecución de la Inquisición romana, Galilei estuvo refugiado en Venecia hasta 1610 y un par de décadas antes del estreno de «La Calisto» había sido enjuiciado por el Santo Oficio, que quiso forzarlo a abjurar de su doctrina heliocéntrica. Sabata afirma que es evidente que Cavalli «mira con mucho cariño a Endimione, lo trata especialmente bien frente al resto de los personajes, y creo que es precisamente por el paralelismo con Galileo, del que seguramente estaba a favor».

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