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«Una razón brillante»: Sobre el arte de la oratoria

Yvan Attal dirige la comedia «Una razón brillante», la historia entre un híspido profesor universitario y una alumna musulmana que defiende la integración cultural y el diálogo

«Una razón brillante»: Sobre el arte de la oratoria
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Yvan Attal dirige la comedia «Una razón brillante», la historia entre un híspido profesor universitario y una alumna musulmana que defiende la integración cultural y el diálogo.

Un «cowboy» de la enseñanza, un profesor duro, pero, ya saben, de corazón tierno. El director Yvan Attal se ha apropiado del carácter del «Doctor House» y lo ha convertido en un docente universitario en Francia, en un tipo antipático, sin pelos en la lengua, que insulta verbalizando verdades, políticamente incorrecto, aborrecido hasta la saciedad por los estudiantes, capaz de ridiculizar al alumnado como de increpar a la vecina que pasea el perro, pero que, a pesar de sus adversarios y detractores, es uno de los mejores declamadores de su facultad y una incómoda mirada escrutadora de nuestras imposturas e hipocreías. Este personaje de reducida estatura social, pero enorme talla intelectual, interpretado por Daniel Auteuil, tendrá que adiestrar para un concurso de oratoria a una pupila de origen musulmana (Camélia Jordana), que se debate entre dos orillas culturales, y con la que ha tenido un agrio desencuentro al inicio del curso –en el pecado está siempre la redención–, dando lugar a una comedia donde se reflexiona sobre la integración, el poder de la palabra y la diferencia esencial que existe entre la verdad, tener la razón y convencer. «Es justo esta idea la que me intentaba reflejar –explica el director Yvan Attal–. La chica de esta historia tiene que aprender la importancia de las palabras. Los abogados, que es a lo que ella aspira a convertirse, tienen que saber convencer. Se trata de convencer a cada uno con su verdad». El filme está dividido entre las secuencias de aprendizaje y la vida privada de ella en un gueto árabe, de esos con casas que parecen colmenas y las aceras convertidos en laboratorios de delincuentes. Es una voluntad escendida entre seguir los pasos destinados a los inmigrantes o su determinación a romper los estereotipos y licenciarse como abogada. «La integración es necesaria. Hay que acoger a la gente, tenderla la mano, pero aquellos que desean integrarse también deben aceptar que existen unas normas básicas, que son las de la sociedad que las va a coger y que deben respetar», comenta Attal

Esa gente malvada

El profesor, lenguaraz, irreverente, inclasificable, uno de esos fulanos que son carne de cañón en las redes, le reprobará a su discípula hasta su forma de vestir, en esta época, en que hasta Armani tiene línea de jeans. «Las personas deben entender que existen códigos y que son importantes, que tienen que respetarse. La ropa es el primer escaparate de uno mismo y en este caso se convierte en una metáfora de hasta dónde está dispuesta a llegar ella en su carrera». El polémico caracter al que da vida Daniel Auteuil está modelado con una intención, hacernos ver cómo la corrección está cercenando la capacidad de diálogo, o eso mantiene Yvan Attal: «Lo políticamente correcto nos está impidiendo hablar con claridad. Cada vez hay más miedo de abordar y conversar sobre ciertos temas por temor que a las personas se las tache de alguna manera. Eso ha dejado en manos de otros, que no tienen tantos complejos, el debate de nuestros grandes problemas, la solución de las cosas. Lo políticamente correcto nos ha hecho retroceder. En Francia ha sucedido así, y ese lugar lo ha ocupado la extremada derecha. Se les ha dejado a ellos llevar este paraguas, y son gente malvada».