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Valor emergente: la mezzo francesa Marianne Crebassa debuta en Madrid

La joven de 36 años, nieta de españoles levantinos, se consolida con una buena técnica, respiración adecuada, fraseo claro y dicción correcta
La mezzosoprano francesa Marianne Crebassa
La mezzosoprano francesa Marianne Crebassa Archivo
La Razón
  • Arturo Reverter

    Arturo Reverter

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Estamos ante uno de los indiscutibles valores emergentes de la moderna lírica francesa; una joven (36 años) nieta de españoles levantinos. Delgada y cimbreante, melena corta, cara simpática y chisposa. Y actitud natural; como su canto. La voz es la de una mezzosoprano lírica, muy lírica, con notas a veces más bien de soprano, pero de espectro a veces bien sombreado. Buena técnica, respiración adecuada, fraseo claro, dicción correcta, efusión cierta.
Los graves, apoyados sin trucos, quedan a veces desguarnecidos por falta de esmalte. Es aplicada y sincera, natural en la expresión, que llega muy directa y fácilmente al espectador, que se siente atraído por la actitud franca de la intérprete. Éxito indudable. No recordamos en la historia de estos recitales que el cantante tenga que salir a saludar dos veces al final de la primera parte. Hagamos ahora un breve repaso a su actuación. En las tres «Canciones de Bilitis» de Debussy recitó, como procede, de forma ortodoxa, aunque con una disposición, que es aplicable a prácticamente todo el concierto, próxima a la labor de un alumno aventajado y dispuesto. Pero siempre, y es una de sus virtudes –a veces rara en cantantes de más campanillas– con total ausencia de énfasis antinatural. Los atractivos reflejos del timbre estuvieron presentes desde el principio.
El vibrato, en ocasiones en exceso presente, es sano y natural. Y la falta de artificio, un valor incuestionable y definitorio de toda su labor. Agilidades cumplidas y gracia relativa percibimos en las «Canciones Castellanas» de Guridi (aquí solo cuatro), en donde exhibió un registro superior bastante desahogado, claro y espejeante, bien que con episódicas durezas y sonidos no siempre tersos. En «Mañanita de San Juan» hizo gala de una muy variada dinámica, con reguladores bien elaborados. Estupendo cierre en piano. Nos gustó, gracias también al buen trabajo del pianista, el aire balanceante imprimido a «Nuit d’Espagne» de Massenet, cerrado con finos adornos. En la curiosa «Canción española» de Ravel, dicha en gallego, aplaudimos el juego de reguladores; y en la «Séguidille» de Falla la manera de lanzar la voz arriba sin reservas, bien que en las palabras de cierre, «Alza, ola! Voilà!», se destemplara no poco. Sin penetrar del todo en la sutil entraña poética de «Combat del somni» de Mompou, Crebassa aplicó atractivos claroscuros e hizo uso de pianos muy aceptables. Aplaudimos los intentos de reproducir con dulzura tantos pasajes de las cinco canciones.
Al aria de Salud, «Vivan los que ríen» de «La vida breve» de Falla le faltó expresión, arrebato, tersura, entraña jonda y verdad. Buena interpretación para un examen de fin de carrera. Brillaron la voz y la tan variada expresión en las «Cinco melodías populares griegas» de Ravel, cada una con sus características. Prueba de talento de la joven mezzo, que nos regaló al cierre con «Llámale con el pañuelo» de Guridi y la «Seguidilla» de «Carmen» de Bizet. Por su parte el buen, discreto y sensible pianista que es John Middleton tocó a solo un par de piezas, cosa que hizo con gusto y donosura. Fueron ellas «Rumores de la caleta» de Albéniz y «La soirée dans Grenade» de Debussy. Muy didácticas notas al programa de Carmen Torreblanca, autora asimismo, junto a José Armenta, de las traducciones del francés. Las del catalán de las piezas de Mompou llevan la firma de María Victoria Atencia.