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HISTORIA

El Vía Crucis de Karol Wojtyla

El padre de Juan Pablo II siempre alimentó el sano orgullo de su hijo relatándole su gran victoria militar contra el Ejército Rojo gracias a la intercesión de la Virgen

Juan Pablo II
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El pasado 18 de mayo, el mismo día que León XIV inició su pontificado, su antiguo predecesor Juan Pablo II «cumplió» ciento cinco años. El pequeño Karol recordó siempre con orgullo el año de su nacimiento, 1920, cuando se produjo el «milagro del Vístula», como se denominó a la encarnizada batalla librada el 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen María, que otorgó al país de Polonia, recién recuperada su independencia, una aplastante victoria sobre las tropas bolcheviques. El enfrentamiento tuvo lugar a orillas del Vístula, el río más importante de Polonia y el más largo de los que desembocan en el mar Báltico. Wojtyla admiraba a su padre, suboficial del ejército austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial, por haberse jugado la vida en el frente a culatazo y cuchillada limpia contra el Ejército Rojo como teniente y a las órdenes del mariscal Józef Pilsudski.

El Papa Juan Pablo II en la aldea del Rocío
El Papa Juan Pablo II en la aldea del RocíoLa RazónLa Razón

«Milagro en el Vístula»

El progenitor había alimentado el sano orgullo de su hijo relatándole la gran victoria gracias a la intercesión de la Virgen, según la tradición. Un sonado triunfo que impidió a las tropas de Lenin y Trotski invadir Polonia y, por ende, toda Europa, malogrando así los maquiavélicos planes soviéticos.

Juan Pablo II rememoraría luego esta histórica victoria cada vez que contemplaba ensimismado el lienzo de Jan Rosen titulado «Milagro en el Vístula» que colgaba de una de las paredes del palacio papal de Castel Gandolfo. La obra, curiosamente, había sido encargada por el Papa San Pío X, quien antes de acceder al solio de Pedro fue nuncio apostólico en Polonia.

Nacido el 18 de julio de 1879 en el pueblo de Lipnik, Karol Wojtyla padre se ganó la vida como sastre hasta que en el año 1900 fue llamado al frente por el ejército austríaco, sirviendo en el 56º Regimiento de Infantería del Conde Daun, cuyo cuartel general estaba en Wadowice. Al inicio de la Primera Guerra Mundial fue destinado con su unidad a Hranice, en Moravia, hasta que Polonia recobró su independencia y sirvió como teniente en el 12º Regimiento de Infantería de Wadowice antes de su paso a la reserva, en 1927. Su acreditado arrojo le hizo merecedor de la Cruz de Hierro con Corona durante la época del emperador Carlos I. La figura de Karol Wojtyla padre, con su acendrado valor y sentido de la responsabilidad, al estilo del militar de la vieja guardia, resultó decisiva en la formación del hijo; sobre todo, después del fallecimiento prematuro de su madre, Emilia Kaczorowska, el 13 de abril de 1929, y el de su hermano Edmund, llamado «Mundek» en familia, el 4 de diciembre de 1932. Un valioso documento conservado en el Archivo Militar de Viena retrata al padre de nuestro protagonista como alguien «Serio, educado, modesto, respetable, con marcado sentido del deber, tranquilo y trabajador».

Karol jamás olvidaría la desgarradora estampa de su padre en pie junto al ataúd de Edmund, médico de profesión, muerto a causa de una epidemia de escarlatina mientras vociferaba sin cesar: «¡Hágase tu voluntad!». El trágico episodio perviviría en su memoria: «Mi hermano Edmund -evocaba Juan Pablo II- murió durante una terrible epidemia de escarlatina en el mismo hospital donde había empezado a trabajar como médico. Hoy en día, los antibióticos le hubiesen salvado la vida. Yo tenía doce años por aquel entonces. Si la muerte de mi madre se grabó profundamente en mi memoria, tal vez hizo más mella aún la de mi hermano por las trágicas consecuencias que la rodearon y también porque yo era ya mayor. Así, huérfano de madre –añadía Juan Pablo II–, quedé convertido en hijo único. Mi padre era admirable y casi todos los recuerdos de mi infancia y adolescencia se refieren a él […] El hecho de verle arrodillado para rezar durante horas intempestivas tuvo una influencia decisiva en mi juventud”.

Dulzura y entrega

De la madre, Emilia Kaczorowska, nacida el 26 de marzo de 1884 en Cracovia, Karol recordaba su dulzura y entrega incondicionales en la intimidad del hogar, como ama de casa tradicional y hábil costurera. Emilia dio a luz a Edmund, Olga, que murió nada más nacer, en julio de 1916, y Karol.

"Wojtyla", la película sobre la vida de Juan Pablo II
"Wojtyla", la película sobre la vida de Juan Pablo IILa Razón

De figura frágil, ojos negros y porte distinguido, Emilia se sobrepuso a la amargura de su delicada salud hasta el final. Amaba con locura a su hijo pequeño y pensó que Karol Jozef era un nombre largo para un niño. De modo que, siguiendo las costumbres polacas tan proclives a los apelativos familiares, empezó a llamarle «Lolús» (Carlitos), que finalmente derivó en «Lolek», como sería conocido entre sus amigos del instituto. «Lolús» quedó relegado solamente al ámbito familiar.

Gozo y dolor

En noviembre de 1979, Juan Pablo II dedicaría un cariñoso homenaje al gran santo que inspiró su nombre: «Hoy quiero venerar –dijo– a san Carlos Borromeo, de quien recibí el nombre el día de mi bautismo. He tenido oportunidad de peregrinar en más de una ocasión a su tumba en la Catedral de Milán y de visitar los lugares relacionados con su vida, como Arona. En Roma se conserva su corazón en la Iglesia de san Carlo al Corso. Es un detalle que habla por sí solo, porque este cardenal y pastor de la Iglesia ambrosiana de Milán fue un servidor de las causas universales de la Iglesia». El fatídico 13 de abril de 1929 fue una jornada de colegio como tantas otras para Lolek, pero a la salida le aguardaba su vecina del bajo, la señora

Szczepanska, para decirle que su madre acababa de sufrir un ataque al corazón.