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Víctor R. Alfaro :«Los cuentos colorean la sucia realidad»

Acaba de publicar «La cazadora de ranas» (Mueve Tu Lengua), un libro infantil-juvenil con un punto fantasmagórico, también apto para mayores

Víctor R. Alfaro
Víctor R. Alfarolarazon

Acaba de publicar «La cazadora de ranas» (Mueve Tu Lengua), un libro infantil-juvenil con un punto fantasmagórico, también apto para mayores.

Había una vez un hombre tan coqueto con las palabras que para la biografía de su segundo libro escribió un soneto. Un cuento, infantil-juvenil, que cuenta las aventuras de Martina, una niña de 12 años a la que le toca pasar el verano en la casa del pueblo, con su abuela y sus primos, pero sin móvil, ni conexión a internet. Una joven que en sus huidas para estar sola conoce a un chico al que únicamente ella puede ver. «La cazadora de ranas» (Mueve Tu Lengua) es la clásica historia de fantasmas a los que hay que ayudar a encontrar su camino. Es la propuesta literaria de este presentador de radio.

–¿Los fantasmas existen?

–Soy el típico escéptico al que nunca verás haciendo la güija. Me gusta pasar miedo leyendo libros o viendo películas, porque sé que no hay nada más allá. Sólo creo en los fantasmas de ficción.

–«La cazadora de ranas» invita a reflexionar sobre la adicción a las nuevas tecnologías. ¿Deben estar los niños conectados a internet?

–Sí y no. Hoy en día se encuentran estimulados en exceso, como los adultos. Y en el equilibrio está la virtud. Me da pena ver a los pequeños tan pegados a la pantalla.

–Y los que no tienen posibilidad de conectarse, ¿qué pueden hacer?

–Aburrirse. En los momentos de aburrimiento nacen los mejores juegos, ya que se potencia la imaginación. Ahora vemos cosas tan impresionantes a través de la pantalla que no le damos al coco.

–¿Con qué conecta la desconexión?

–Con uno mismo. Los niños ya no hablan con sus padres. Y muchas veces es por culpa de los padres. Hay que volver a conectar con los abuelos, con los tíos... Debemos tener paciencia y escuchar.

–¿Redes antisociales?

–Soy un adicto a las redes sociales, aunque en verano, desde hace unos años, desconecto totalmente. Las quiero y odio a partes iguales.

–¿Contar cuentos educa?

–Absolutamente. Se han contado cuentos desde el antiguo Egipto para enseñar a los niños lo que está bien y mal. Ahora todo se encuentra edulcorado, pero los niños aprenden mucho de las buenas historias de los cuentos.

–¿Es un acto de amor?

–Pienso que sí. Uno de mis mejores recuerdos es cuando mis padres me contaban un cuento, leído o inventado. Yo intento hacerlo con mis hijos.

–¿Mejor leerlos o que nos los cuenten?

–Yo prefiero leerlos a la vera de una lámpara una tarde de domingo. Me gusta contar cuentos a mis hijos porque me obligo a inventarme mundos por los que normalmente no transito. Pero escribiendo he disfrutado muchísimo.

–¿Prefiere el micro o el teclado?

–El micro es mi vida desde los 18 años. No hay cosa que más me guste que conocer a gente que me narre sus historias.

–¿Ha contado más cuentos de los que le han contado (y no me refiero a los de libro)?

–Alguno de esos he tenido que contar, pero intento huir de ellos porque son peligrosos. No me gusta que los poderosos me cuenten cuentos.

–¿Qué tiene la vida de cuento?

–La lucha, el saber pasar capítulos, disfrutando de los momentos agradables y aprendiendo de los difíciles... Hay que intentar escribir un final hermoso.

–¿Cuál sería la moraleja?

–Que hay que disfrutar de los nuestros y que no debemos hacer aquello que no queramos. Como diría Sabina, no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió. Hay que intentar por todos los medios hacer lo que uno se propone.

–¿Qué sería de nosotros sin la magia de los cuentos?

–Los cuentos colorean la sucia rutina. Sin ellos el mundo sería mucho más gris y aburrido.

–¿Los niños que leen son más felices?

–Creo que sí. Todo lo que entretiene, enseña y permite dejar de pensar un rato en las cosas más cotidianas hace feliz.

–¿Leemos lo suficiente?

–Nunca es suficiente. Pero los niños leen más que los adultos, ya sea porque en los colegios les obligan de alguna manera o porque hay una nueva tanda de lectores, gracias a «Harry Potter», «Manolito Gafotas» y demás fenómenos juveniles que han hecho grandes lectores del mañana.

–¿Puede un libro conquistar al mismo tiempo a un padre y a su hijo?

–¿Por qué no? Ocurre con muchos libros, películas, cuadros e incluso personas. Los niños y los adultos pueden emocionarse con las mismas cosas, pero a los adultos, a veces, se nos olvida que fuimos niños.

–Los cazadores de ranas, en realidad, no existen. ¿De qué le gustaría que hubiera cazadores en la actualidad?

–De miserias y penas, de depresiones y enfermedades.

–Colorín colorado...

–...siempre hay un cuento que aún no ha empezado.