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Woodstock: ya nada será como hace 50 años

larazon
  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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El mundo hippie se extinguió hace décadas, pero siguen las celebraciones y aniversarios. En 2017 se conmemoró el cincuentenario del «Verano del amor» en San Francisco, precedido del Festival de Monterrey, donde triunfaron los grupos hippies de la Costa Oeste. Fue entonces cuando un fenómeno minoritario y restringido al barrio de Haight-Asbury de San Francisco desbordó todas las previsiones. Miles de jóvenes acudieron a la llamada de Scott McKenzie y su canción «San Francisco»: «Si vas por San Francisco ponte flores en el pelo». ¿Quién habría pensado que la afluencia de más de cien mil jóvenes causaría un problema de orden y salud públicos? Había nacido la contracultura, el culto al esoterismo, las comunas y la Era de Acuario.
Para celebrarlo, a unos incautos de la Costa Este se les ocurrió organizar un festival de rock en Woodstock dos años después. Los problemas comenzaron con los lugareños, la intendencia y la contratación de las más prominentes estrellas musicales del momento. El cartel causó tan ansiedad entre los jóvenes norteamericanos que, como en un peregrinación a la Meca, riadas de jóvenes se dirigieron hipnotizados hacia Woodstock para celebrar tres días de paz, amor y música. Más que un festival, la reunión de cuatrocientos mil jóvenes fue una catarsis en masa.
La organización calculó 60.000 personas, la policía 6.000, pero en realidad se superó el medio millón y 250.000 se quedaron por el camino sin poder escuchar a Jimi Hendrix, que parodió el himno de EE UU. Janis Joplin se desgañitó como si se desgarrara entre dosis y dosis. Joe Cooker cantó retorciéndose en pleno ataque de epilepsia y los melosos Crosby, Stills, Nash & Young desgranaron la buena nueva hippie de ama a tu prójimo, ciegos. Pese al indudable atractivo de esta acampada hippie no quisieron tocar ni Bob Dylan, que vivía en Woodstock y estaba super enfadado con la organización, ni las grandes estrellas del momento: los Beatles, The Doors, Led Zeppelin, The Birds y Moody Blues. La fiesta hippie tuvo su acto final en Woodstock. Su explosión termonuclear. La música psicodélica daba paso al rock duro y sinfónico. A la era de los grupos mastodónticos que morirían como los dinosaurios, por insufribles y pesados. Los 70 desterraron el hipismo con la música disco y el «gay power» le añadieron mucho color, plataformones y diversión pop sin compromiso político. Atrás quedaba, como reflejaban los tres días de diluvio sobre el descampado de Bethel, la generación más gregaria, contracultural, antimoderna, pasota y progre que ha dado el siglo XX revolcándose en el barrizal campestre de Woodstock. «Paz y amor» solo era una consigna vacía. La era de Acuario, mera fantasía esotérica. Las comunas, una vuelta al campo de donde huían los campesinos. Las drogas, el ensueño de un mundo interior caótico y las comunas, una vida sin futuro.