Y los payasos fueron reyes
«Black el payaso» y «Pagliacci». «Black, el payaso» de Sorozábal y «Pagliacci» de Leoncavallo. M. J. Moreno, J.J. Rodríguez, R.Amoretti, J. Galán, J. de León, F. Veloz, D .Menéndez, etc. Coro y Orquesta del Teatro de la Zarzuela. I. García, director de escena. D. Renzetti, director musical. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 5-IV- 2014.
El Teatro de la Zarzuela pone de nuevo imaginación en su temporada al unir por primera vez dos obras, «Black el payaso» (1942), de Sorozábal, y «Pagliacci» (1892), de Leoncavallo. Tiene su sentido, más sobre el papel que en la realidad, aparte de que la palabra «payaso» figure en ambos títulos. Las dos plantean el teatro dentro del teatro y Sorozábal admiraba tanto a Leoncavallo como para citar su ópera en su opereta tanto a la llegada del rey real a la fiesta en palacio como más obviamente al cantar el inicio de la célebre aria del tenor «Ríe, payaso, frente a tu dolor». Otra cosa es que a la postre lo que quede en evidencia es la enorme superioridad musical de una obra frente a la otra.
Sorozábal nos cuenta una historia con irónica retranca en unos tiempos (1942) problemáticos en los que no era muy bien visto por el régimen. Eso de que los payasos terminen siendo reyes y los reyes no se sabe qué pudo no haber sentado bien. Hoy el público suelta la carcajada cuando se expresa: «Ya ni los payasos quieren ser reyes».
Un gran escenario
Ignacio García ya abordó la obra en el Teatro Español en 2006, junto a la «Vida bohemia», y su nueva lectura se basa en aquel éxito. Con un escenario casi vacío, un vestuario espectacularmente vistoso y una buena dirección actoral, logra trasmitir lo que la historia puede comunicar, aunque en ocasiones roce el almíbar. Donato Renzetti es un gran maestro, pero novato en este género que tiene mucho de opereta pero también de zarzuela y ello precisa cierta experiencia en nuestro género que él no posee. De ahí que la orquesta suene a veces tan fuerte que dé lugar a pensar si no sería conveniente que este tipo de obras, próximas al musical actual, contasen con amplificación.
«Pagliacci» es una de las grandes partituras veristas y aquí sí que el director deja clara su talla, con una lectura detallada e intensa y el foso más controlado dinámicamente. Ignacio García vuelve a apoyarse en el rico vestuario y en un carromato giratorio muy práctico. Todo funciona en la escena y en las voces.
He dejado éstas para el final, aunque no sea mucho el espacio que pueda dedicarles, porque es de ley resaltar un hecho fundamental: todo el reparto de sendas obras es español y todo él funciona más que sólidamente. ¿Quién hablaba de que no había cantantes españoles? Pues los hay que además actúan y, en esta ocasión, casi debutando en cada uno de sus papeles. María José Moreno se hace solventemente con Nedda, a pesar de que alguna nota le venda demasiado grave y resuelve como la Princesa Sofía. Jorge de León demuestra que es un auténtico tenor, lo que no es poco, con voz potente y firmes agudos, si bien convendría templar más la línea canora. Juan Jesús Rodríguez borda Black, por agudo que quizá le venga, y Fabián Veloz concita justa ovación tras el prólogo de «Pagliacci». El reparto es largo y muy digno, apuntemos también las buenas intervenciones de Javier Galán como DuPont y David Menéndez como Silvio. Este teatro ha cambiado mucho desde la anterior etapa. Entonces sólo importaba la escena, ahora hay auténticos cantantes en ella y auténticos directores en el foso. Está muy bien que el Real se tenga que poner las pilas. Lógico y merecido el gran triunfo del estreno.