Ulises Fuente

Yoko Ono y John Lennon: medio siglo en la cama por la paz

El principio del fin de los Beatles sucedió ese año, de un modo y lugar absurdos: se casaron, en 15 minutos, en Gibraltar.

John Lennon y Yoko Ono en la suite presidencial del Hilton de Amsterdam, donde pasaban la luna de miel pero que convirtieron en una «performance»
John Lennon y Yoko Ono en la suite presidencial del Hilton de Amsterdam, donde pasaban la luna de miel pero que convirtieron en una «performance»larazon

El principio del fin de los Beatles sucedió ese año, de un modo y lugar absurdos: se casaron, en 15 minutos, en Gibraltar.

Durante unos años, John Lennon se contagió de la vida «performativa» de Yoko Ono. Decía y hacía cosas delirantes, quizá para impresionar a la muy excéntrica artista japonesa. Trataba de romper con su pasado: Lennon intentaba volaba solo y buscaba su camino como artista, sin darse cuenta de lo bueno que era lo que tenía con sus amigotes de toda la vida. Estaba embargado de ciertas ínfulas y sus antiguos colegas eran poca cosa. Él era un chico de clase obrera que hacía canciones maravillosas. Ella era una joven artista con algo de mística que descendía directamente de un Emperador de Japón. Se conocieron y John dejó a su novia de toda la vida, otro zasca al pasado. Y un día de 1969, el año en que pasaron tantas locuras, Lennon hizo una que merece estar en el Top 10: se casó en Gibraltar con Yoko Ono, que tuvo la culpa de tantas cosas. Los Beatles todavía no se habían separado. El 20 de marzo de aquel año fue un día aciago para la música.

Los contrayentes buscaban un lugar donde poder casarse rápido y sin cámaras. No se sabe quién le dio a Lennon la idea del Peñón, pero le pareció un buen enclave al poder llevarse a cabo la ceremonia en un plazo de horas. Barajaron la posibilidad del ferry por el Canal de la Mancha, y descartaron algunas embajadas. Como ambos tenían pasaporte británico, era lo más conveniente. Llegaron en su jet privado a las 8:30 y se casaron a las 9. La ceremonia duró apenas 15 minutos y, tras las fotos, apenas una hora y diez después de aterrizar ya estaban despegando. Solo hubo dos testigos del enlace: un fotógrafo, David Nutter, que tomó 118 instantáneas, y el nuevo responsable de sus giras, Peter Brown, tras el fallecimiento de Brian Epstein. Aparte de ellos, en la sala solo estaba presente el secretario judicial de Gibraltar, Cecil Wheeler, que fue avisado esa misma mañana y tenía el compromiso de confidencialidad. Sin embargo, no debieron quedar muy contentos con el paraje, porque más tarde el músico calificó el lugar de «la roca del fin del mundo» y Yoko Ono se refería al «horrible» Gibraltar.

Tras el enlace, la que iba a ser su luna de miel la pasaron en la cama del Hotel Hilton de Amsterdam en modo protesta contra la guerra de Vietnam. Era la suite presidencial, que todavía hoy se llama de John & Yoko. Allí recibieron a periodistas, dieron una rueda de prensa y hasta se dejaron grabar por los medios en forma de «docu-reality». Se rodearon de carteles y flores: «Bed Peace», «Hair Peace» y pusieron cara de buenos. La pareja convirtió su luna de miel en una «performance» y su boda, en una canción. Aunque en realidad «The Ballad Of John & Yoko», el tema que narraba las peripecias anteriores al enlace y los sentimientos de Lennon, fue escrita conjuntamente con McCartney y publicada por los Beatles ese mismo año, casi como un regalo de compromiso. Un gesto de infinita generosidad a la vista de los acontecimientos del futuro. A Yoko Ono, la música de los de Liverpool que hoy paga su pensión y su mansión, le parecía entonces basurilla comercial. El gran arte estaba en otro lugar que era el que Lennon debía buscar en solitario. Incluso ella se ofreció gentilmente a grabar canciones con él (como el disco «Two Virgins» que había aparecido un año antes y que los Beatles aceptaron), con unos temas que puede que en opinión de Yoko fueran artísticamente más elevados, pero para el oído de todos los demás mortales eran sencillamente peores que las del cuarteto. Por cierto que ni la boda ni la canción sentaron bien en la España franquista, que miraba con recelo la publicidad del Peñón como soberanía británica. El tema fue censurado en nuestro país porque la letra decía que la ceremonia tuvo lugar en «Gibraltar near Spain» (es decir, «cerca de España» y no «en» nuestro país), aunque de todos modos casi nadie entendía el contenido. Ni eso ni nada de lo que sucedió aquel día en Gibraltar.