Yves Saint Laurent, la fragilidad del genio
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Yves Saint Laurent fue uno de los grandes genios de la moda y eso es algo que nadie pone en duda, como tampoco que tenía una personalidad compleja, de una timidez enfermiza y una tremenda necesidad de afecto. Y eso es lo que refleja el realizador Jalil Lespert en un filme glamuroso y terrible a partes iguales. "Yves Saint Laurent"llega este viernes a las salas españolas con el marchamo de autoridad que le da el haber sido aceptada por Pierre Bergé, quien fuera compañero sentimental del modisto durante casi 50 años.
Protagonizada por Pierre Niney, que se mimetiza dolorosamente en el genio pero sobre todo en la persona, es muy similar a otro título, aún no estrenado en España y también centrado en la misma época de la vida del diseñador.
Tanto "Yves Saint Laurent"como "Saint Laurent"han elegido los años centrales de la vida del genio, aquellos en los que demostró su talento, cuando con apenas 21 años, se hizo cargo de la "maison Dior", paso previo a la fundación de su propia firma, en 1962.
La película de Lespert se divide claramente en dos partes, con estéticas, ritmos de narración y hasta personajes diferentes, que muestran las dos vidas paralelas que Saint Laurent (1936-2008) compaginó con mayor o menor fortuna durante toda su existencia.
Una primera parte glamurosa, llena de luz y en la que el genio estalla, con las primeras colecciones que modernizaron la moda y la elevaron a la categoría de arte.
Un éxito que apabulló a un tímido e incluso acomplejado Saint Laurent, tal y como le muestra el filme de Lespert -al igual que hace el de Bertrand Bonello-.
La fragilidad de Saint Laurent se hace patente desde el minuto uno del metraje cuando el diseñador dibuja sus bocetos bajo la protección de una madre que en la pantalla aparece orgullosa pero a la que el modisto guardaba rencor por su falta de entendimiento de su homosexualidad.
Una homosexualidad siempre evidente pero que se descontrola a la vez que crece el éxito del diseñador, dando pie a la parte más oscura de una película que muestra sin tapujos los momentos más confusos de la vida de Saint Laurent, incluidos sus varios internamientos por problemas mentales.
Altibajos personales que afectaron a su vida profesional y de los que salió gracias al apoyo de Bergé, con quien mantuvo una relación llena de tensiones pero que ninguno de los dos pensó en ningún momento en romper.
Guillaume Galienne -director y protagonista de "Guillaume y los chicos, ¡A la mesa!"- interpreta a Bergé de forma muy contenida, en contraste con los excesos de Saint Laurent/Niney.
Y junto a ellos, la delicadeza de Charlotte Le Bon pone el acento luminoso en la primera época de éxito del diseñador, interpretando a Victoire Doutreleau, la primera musa de Saint Laurent.
Su lugar es ocupado por la mucho más moderna Loulou de la Falaise, interpretada por Laura Smet, que llena la vida del diseñador de color, diversión y drogas.
Mientras observa todo desde la distancia un Karl Lagerfeld (Nikolai Kinski, hijo de Klaus Kinski) que en la película aparece como un amigo de Saint Laurent en el comienzo de su carrera, pero cuyo talento apenas se acerca al del diseñador francés.
Una serie de personajes que ayudan a esclarecer un retrato poco complaciente de Saint Laurent, un genio lleno de inseguridades cuyo desbordante talento se puede ver en numerosas de sus creaciones, que proporcionan una estética muy especial al filme.
Sus vestidos inspirados en Mondrian, la adaptación al cuerpo femenino del masculino esmoquin o la mítica colección rusa de 1976 fueron algunos de los momentos más destacados de la carrera de Saint Laurent.
Y son los que más destacan en una película más interesante que brillante y que tiene sus mejores momentos en una primera parte en la que el arte y la belleza están por encima de lo prosaico y de los convencionalismos de la época.
Unos convencionalismos que a Saint Laurent le costó superar debido a su tradicional educación, que marcó una existencia que en la pantalla del cine aparece llena de luces y sombras.