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Cine

Zac Efron, "El clan de hierro" y el más bonito de todos los engaños

«El clan de hierro», de Sean Durkin, adapta la serie de tragedias reales que golpearon a la familia Von Erich, un linaje histórico de la lucha libre

Zac Efron en "El clan de hierro" ("The Iron Claw")
Zac Efron en "El clan de hierro" ("The Iron Claw")YOUPLANET

Los aficionados a la lucha libre, esa misma que en Estados Unidos se llama «wrestling», en Japón «puroresu» y en México es religión, se saben la historia de la familia Von Erich como una leyenda del pasado, un cuento del que poco se habla y que se transmite de manera oral con un nudo en la garganta. El más bonito de todos los engaños, como se denomina muchas veces a esta compleja disciplina con orígenes en la cultura clásica, tiene en el relato de este linaje tejano su lágrima más negra, un dolor que pasen los años que pasen sigue ahí. Escociendo. Por eso, cuando se anunció que el director Sean Durkin, al que acabamos de aplaudir unánimemente por la adaptación a serie de la «Inseparables» de David Cronenberg (ahora con Rachel Weisz en el mítico papel de Jeremy Irons) se iba a hacer cargo, supimos que el relato, por fin, había encontrado un narrador a su altura. Y así, con Zac Efron al frente de un reparto de lujo, llega a la cartelera «El clan de hierro», basada en las increíbles tragedias que desolaron a una de las familias reales de la lucha libre americana en un corto período de tiempo.

Transportándonos a principios de los años ochenta, Efron da vida a Kevin von Erich, el hijo mayor de Fritz (aquí el Holt McCallany al que ya disfrutamos en «Mindhunter») y, en realidad, la esperanza de un padre rudo de vivir a través de su descendencia: luchador de éxito en los setenta, a Fritz siempre se le escapó su preciado sueño de ser campeón mundial de los pesos pesados, el reconocimiento más grande dentro de la industria. Para conseguir colgar la presea en el salón familiar, el patriarca entrenó durante años a un pequeño ejército de Von Erichs, desde el mencionado Kevin a Kerry (el célebre Jeremy Allen White de «The Bear»), pasando por David (Harris Dickinson) y Mike (Stanley Simmons).

Zac Efron da vida al mayor de los hermanos Von Erich
Zac Efron da vida al mayor de los hermanos Von ErichYOUPLANET

Los vírgenes suicidas

Bajo la tutela de su madre Doris (aquí una espléndida Maura Tierney), Fritz von Erich llevó a sus hijos al límite, entrenándoles en condiciones que muchos considerarían hoy de maltrato injustificado y que, finalmente, dieron sus frutos cuando David consiguió una oportunidad por el cinturón contra Ric Flair, programada para la primavera de 1984. David, que ya había sufrido el fallecimiento de su primogénita con 13 semanas de vida (hecho que no se llega a contar en la película), no llegó a disputar el combate, falleciendo por una rotura intestinal repentina mientras peleaba en Japón. El hecho, que extra oficialmente se ha achacado a una sobredosis de hidrocodona o a un fallo sistémico por consumo de estupefacientes, sería tan solo el primero de los besos con la lona a los que se enfrentaría la familia, diezmándola y vistiéndola de negro perenne, como maldita por los dioses del cuadrilátero.

«El clan de hierro», en realidad una lectura lo más aséptica posible de la sucesión de tragedias y una especie de reinterpretación de «Las vírgenes suicidas» (1999) desde un prisma masculino, machista, tóxico y testosterónico, no solo ahonda en las raíces del «wrestling» como disciplina deportiva pegada a la confusión entre la ilusión y la realidad, sino que también aporta luz sobre la depresión y cómo el duelo, en doctrina de «shock», se puede convertir en adicción pura. Efron, en el mejor papel de su carrera hasta la fecha, es nuestros ojos, y a veces nuestra piel, un testigo impotente ante el arrollamiento de una «maldición» familiar que, por fin, encuentra una película a su altura.

A la hora de enfrentarse al relato que plantea Durkin, uno que abruma por su tristeza pero consigue arraigar al espectador en el carisma de sus protagonistas, lo que más llama la atención de «El clan de hierro» es cómo lidia con los impactos. Como si estuviéramos viendo un combate pactado a tres caídas, en diálogo casi meta con el espectador docto al que bien puede apelar el relato más allá de una ambición universal preconcebida, la película nos va sugiriendo más que enseñando el horror: la muerte no es un mensajero directo, se queda fuera de campo y a veces, ni siquiera hace acto de presencia, dejando que sea una derrota menor la que haga propia la tercera palmada sobre la lona.

Con suma inteligencia y habilidad para la mejor manipulación emocional, siempre entre las doce cuerdas, «El clan de hierro» abraza lo místico de la triste historia de los Von Erich, regalándonos un epílogo que es pura profecía autocumplida. Este punto, quizá, pueda ser el más discutible de la película por obviar la responsabilidad personal que cada hermano tuvo en su propio destino, pero ciñéndonos siempre a la perspectiva del protagonista, y gracias también a lo hierático que se muestra Efron cuando llega el momento de darlo todo en pantalla, el filme sale indemne. Se hace inexplicable como un relato de este calibre, más allá de las decisiones estratégicas de su productora, se ha quedado fuera de la conversación en los últimos Oscar, pero todo indica que el tiempo le acabará dando la razón y la acabará poniendo en el lugar que merece. Tal y como a los Von Erich, en una rima cruel que, sin embargo, parece la más lírica y justa posible.