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«Zama»: Kafka en la colonia

Lucrecia Martel regresa con «Zama», sobre un oficial español del siglo XVII que aguarda un ascenso

«Zama»: Kafka en la colonia
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Lucrecia Martel regresa con «Zama», sobre un oficial español del siglo XVII que aguarda un ascenso.

Lucrecia Martel (Novela: Antonio di Benedetto). Daniel Giménez Cacho, Lola Dueñas, Matheus Nachtergaele. Argentina, 2017. 114 min.

«Para nadie existía América, sino para mí; pero no existía sino en mis necesidades, en mis deseos y mis temores». América como estado mental, como estación de paso, como un intervalo de espera en el que la percepción se nubla y nos desubica. Sabemos que Diego de Zama (un excepcional Daniel Giménez Cacho, cuyo rostro sabe conjugar la frustración, la resignación y una vaga esperanza) quiere irse pero, como un personaje de Kafka, está atrapado entre las promesas incumplidas del sistema, en este caso el de un colonialismo perezoso y decadente. En los encuadres de Lucrecia Martel no existen puntos de fuga: únicamente expresiones que se repiten como en un sueño, sonidos que interfieren como moscas de verano, imágenes entrecortadas que no revelan su verdadero fondo. Es el modo en que Zama piensa, con el bochorno pegado a las ideas, el monólogo interior de la novela de Benedetto traducido a la indolencia de un tiempo suspendido, que acaba con la persecución a un fantasma que es, cómo no, la proyección de una identidad desenfocada, un espejismo. Lucrecia Martel ha firmado la película más sensorial que podamos imaginar sobre un hombre que se ahoga en sus propias versiones de lo real. El trasfondo político de «Zama» no eclipsa la profundidad y el rigor con que la cineasta argentina se ha planteado establecer una línea de continuidad con «La mujer sin cabeza», su anterior película: aun vestido con casaca y botas de cuero, Zama no es tan distinto a aquella burguesa que perdía el norte, entre la amnesia y el sonambulismo, después de atropellar (o no) a alguien. Ambos saben que la identidad es cosa de otros.

LO MEJOR

La capacidad de Martel de crear una atmósfera ambigua, entre la vigilia y la pesadilla

LO PEOR

Que haya sido ignorada por los seleccionadores de Cannes o Berlín es un auténtico misterio