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Sevilla F.C.

2-0 El Sevilla corre y gana

Immobile controla el balón ante el jugador del Espanyol Álvaro González. larazon

El equipo de Emery engulló al Espanyol. Immobile y Cristóforo, dos no habituales, fueron los mejores jugadores de los sevillistas.

¿Ha vuelto el gran Sevilla? ¿Tiraron los jugadores de Unai Emery el saco de piedras con el que parecían cargar durante un otoño sin chispa? Tal vez, o descaradamente sí a tenor de lo mostrado frente al Espanyol, que vio cómo el «efecto Galca» se diluía engullido por la lava que supuraba el volcánico equipo local. Un plan bien sencillo convirtió a los sevillistas en una de las sensaciones del último bienio: robar y correr. Fue lo que hicieron en el partido que cerraba este año, que resultó plácido y lo lanzó hacia la eliminatoria copera frente al Real Betis que se atisba a la vuelta de la semana.

El estado pletórico de la plantilla blanca tiene en Cristóforo e Immobile a dos termómetros fiables. Han sido de los futbolistas menos utilizados hasta ahora y ambos buscan acomodo en el mercado invernal, pero Emery los alineó sorprendentemente como titulares y el uruguayo se descolgó con un partidazo; le bastaron noventa minutos para mostrar más que N’Zonzi en cuatro meses, mientras que el italiano, muy activo, abrió el marcador ante los blanquiazules.

Sólo una rendija ofreció el Sevilla a un Espanyol blandito e inocentón, que se dejó encerrar por la presión adelantada de los locales. Aún con empate a cero, Rami entregó un balón a Caicedo, que se mostró lentísimo y dejó que el francés terminase enmendando su error. Igual de despistado anduvo poco después el ex bético Cañas, que se dejó comer la tostada por Vitolo. El canario condujo hasta las barbas de Pau López sin saber cómo resolver y disparó contra el muñeco, pero Immobile, muy atento, compareció para rematar el 1-0 en «tackle» ante la pasividad de los dos centrales catalanes. Estuvo impreciso el napolitano en el remate, pero desplegó muchísima actividad. Con la actitud mostrada ayer, sí merece minutos.

Apenas se había sobrepasado el cuarto de hora, pero la intensidad mostrada por el Sevilla, al contrario que su rival, mostraba que la tarde pintaba en blanco nervionense. Con Cristóforo bulímico en la presión y los laterales llegando de forma insistente hasta el banderín de córner, Banega recibía balones para construir en posiciones muy avanzadas y con la zaga blanquiazul sin conformar. Se divirtió con tantos espacios el argentino, que deleitó con algunos pases de pura fantasía y marcó el segundo gol entre las piernas del portero, después de recibir una gran asistencia de Mariano. El brasileño, por cierto, le ha ganado el sitio definitivamente a Coke.

El entrenador de los visitantes, Constantin Galca, removió todo su entramado táctico tras el descanso, consciente de que corría el riesgo de ser goleado, pero también de que nada iba a rascar jugando de la misma forma. Se estiró el Espanyol sin crear demasiado peligro, más bien dejando a sus espaldas huecos para que el Sevilla armase mil contragolpes, pero el marcador ya no se movería a pesar de los intentos de Hernán Pérez, peligrosísimo cuando encara con el balón cosido a la bota, y de las ganas que le pusieron Reyes y Gameiro, los relevos de Emery.

En realidad, era un encuentro decidido desde el minuto 40, uno de esos partidos que gana el local casi por inercia, en cuanto se adelanta en el marcador. Ocho victorias consecutivas en casa lleva el Sevilla; no es moco de pavo para afrontar 2016 con energías renovadas.