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El Atlético se congela
Los rojiblancos empatan en Granada Lodi adelantó a los de Simeone en la segunda mitad, pero Germán, que acabó lesionado, puso las tablas con un sensacional testarazo
Diego Martínez enfiló antes de tiempo el túnel de vestuarios del Nuevo Los Cármenes. El entrenador del Granada fue expulsado en la segunda mitad después de protestar con cierta ironía al colegiado una falta en contra de su equipo. Martínez, que no terminaba de asimilar su expulsión, se despidió de Medié Jiménez con el pulgar hacia arriba. El gallego se marchó del campo balbuceando y cuando aún no había entrado por la puerta del vestuario nazarí, un estruendo estremecedor hizo que retumbasen todas las paredes. El seísmo, que asustó al técnico, no venía de la estación de esquí de Sierra Nevada, que ayer abrió sus puertas, sino que Germán con un sensacional testarazo de cabeza había logrado el tanto del empate local.
Aterrizó el Atlético en Granada con el único objetivo de volver a puntuar lejos del Wanda Metropolitano. Desde el triunfo en Son Moix el 25 de septiembre, los de Simeone no dan con la tecla del visitante. Unas veces es el mal juego y otras, la falta de puntería. Lo cierto es que el Atlético no consigue encontrarse consigo mismo lejos de casa y cuando por fin parece que ha dado con el camino correcto el Granada vuelve a frenarle en seco. Ni siquiera el gol de Lodi, que se estrenó como goleador rojiblanco, fue suficiente para que los de Simeone vuelvan a casa con una sonrisa. Esta vez no apareció Morata.
No fue ayer el mejor partido del Atlético. Y van ya unos cuantos así esta temporada. Acosado por el Granada, que practica su misma filosofía de juego, con presión alta y contras rápidas, a los rojiblancos les costaba finalizar las jugadas. A diferencia de otros encuentros, los de Simeone sí que gozaron de oportunidades, pero unas veces apareció Rui Silva y otras Morata no estuvo acertado.
En el primer partido sin Diego Costa, el de Lagarto fue operado el jueves de una hernia discal cervical, Correa acompañó al madrileño en la punta de ataque. Con Vitolo por la derecha, los tres lideraron el ataque rojiblanco. El canario, que un partido más esparció alegría, ilusión e imaginación, fue el mejor de los rojiblancos. Luchó, peleó, conectó con Morata, pero su imagen abandonando el césped en los instantes finales reflejó lo que le sucedió con su equipo. El Atlético fue un quiero y no puedo.
Dijo Diego Martínez en la previa que «ojalá algún día podamos parecernos a un equipo competitivo como este Atlético». Su Granada no sólo peleó hasta el final, dio a los rojiblancos de su propia medicina. En una jugada a balón parado llegó el empate de Germán, que acabó lesionado.
La vuelta de Joao Félix, que disputó los últimos quince minutos, no pudo celebrarse con una victoria y eso que en la última jugada Darío Poveda no llegó a rematar por muy poco. Se pidió penalti, pero el suspense quedó en nada. El Atlético afronta una semana decisiva en Europa y sigue sin dar una imagen convincente en LaLiga.
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