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El fútbol gana a las proclamas

La tensión del partido pudo con todo. Aunque el Barça volvió a plegarse a los independentistas y permitió las pancartas de «Spain, sit and talk» y «Freedom»

Las pancartas en el Camp Nou fueron las habituales y los controles para entrar al estadio, exhaustivos
Las pancartas en el Camp Nou fueron las habituales y los controles para entrar al estadio, exhaustivosSERGIO PEREZREUTERS

Llega un momento en el que no sientes el ruido del helicóptero porque ya te has acostumbrado a él. El helicóptero fue la compañía habitual de los barceloneses durante todo el día, vigilando una ciudad que se tomó con mucha calma el ambiente que se había generado alrededor del partido. Sólo la cercanía de la hora del encuentro hizo que la gente se movilizase. Ya cerca del Camp Nou, poco a poco y con paciencia, la afición del Barcelona fue entrando en el campo. Sabía que iba a ser largo, pero todo se hizo con normalidad, olvidando la alarma que se había ido creando estos días. La gente fue llegando a las cercanías del estadio con sus banderas, en familia, sin excesivas canciones.

El fútbol tiene esa capacidad: cuando llega el momento de la verdad lo que importa, lo urgente, es entrar cuanto antes. Había que ver a Marc Márquez hacer el saque de honor. También había que sacar una pancarta cuando saliesen los jugadores al campo y gritar alguna vez independencia, pero siempre con los ojos puestos en el partido. El problema llegó que en el minuto 17, el minuto emblemático, el Barcelona sufría el agobio del Madrid y la independencia, en fin, importaba tan poco...

Una careta de Messi y unas pequeñas pancartas azules era lo que se repartía en las inmediaciones del Camp Nou antes de entrar al estadio para animar a su figura, el que se llevó la ovación más grande cuando se dijo la alineación del Barcelona y para protestar. La gente pedía caretas por la calle, como una forma de identificación. Pero muchos fueron requisadas a la entrada, según se quejó Tsunami Democràtic. «¿Dónde queda ahora la libertad de expresión presidente Bartomeu y Barcelona? Estos hechos contradicen lo que se dijo públicamente. Esto es censura!», decía el tuit de Tsunami, que durante todo el día había estado repitiendo llamamientos a la movilización, pero que tuvieron poco eco. La fuerza de la gente era su mensaje y querían movilizar a una multitud para demostrar su fuerza y hacer pensar que el cambio de fecha del Clásico había sido un error. Pero no surtió efecto: había poca gente a la puerta del hotel Sofía y tampoco mucha en los cortes de los Mossos para que los autobuses de los equipos llegasen sin problemas al campo.

Sólo la espera hasta que los Mossos dejaran pasar a la gente al campo hizo que se juntaran los aficionados, con banderas, globos y algunos gritos de «independencia», pero en cuanto se abrieron las puertas, todo se deshizo para hacer colas y entrar en el estadio. Esa entrada fue lenta y parsimoniosa, porque los guardias privados de la seguridad del club azulgrana fueron meticulosos con las mochilas de la gente. Apenas se colaron algunas pelotas amarillas que pararon durante poco más de un minuto el partido en la segunda parte. Los Mossos acompañaron a la seguridad privada del estadio por primera vez. Estaban en la banda por donde salen los futbolistas del túnel de vestuarios.

Ya no se oía el helicóptero. Lo único importante es lo que pasaba en el césped.