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Coronavirus

Coronavirus, justicia e igualdad

El maldito virus coronado no va a hacer campeón al Barça

RFEF pone sus instalaciones a disposición del Estado para luchar coronavirus
Luis Rubiales, en la reunión por vía telemática con los presidentes de las federaciones territorialeslarazonAgencia EFE

Lunes, 16. Fogata

España es la fogata del virus coronado o coronavirus.

–El ser ocioso es cuerpo, alma y fútbol– decía don Santiago Bernabéu.

Hoy, ni se dude, diría:

–Sin fútbol y con virus, España no es España.

No lo es. La gente –lo veo, lo oigo en la calle– está asustada. Un peatón:

–El virus ése me ha dejado sin trabajo. Lo de “quédate en casa” está bien, hay que obedecer, pero a mí lo que realmente me quita el sueño es que a lo mejor me envían al paro.

El español es muy exageradamente imaginativo y en las circunstancias que estamos viviendo, imagina siempre lo peor. Digo, no sé.

Lo que sí sé es que un fin de semana sin nada de deporte, es un fin de semana triste, sombrío.

Otro peatón:

–Y sin fútbol, ¿de qué vamos a hablar? ¿Qué vamos a discutir? A mí la política y el virus que nos está jodiendo son temas de conversación que no me van.

Martes, 17. Obediente

Hay que ser obediente: es lo que hay. “En la obediencia está la paz de todas las cosas” (Quevedo, casi nadie). El Gobierno de Sánchez dice que los mayores de mucha edad (yo) deben confinarse en casa. Obedezco. ¿Miedo al coronavirus? Miedo también a Sánchez. Mi hermana Maruja, mitad española y mitad alemana por su matrimonio con un germano experto en leyes, me telefonea desde Berlín:

–Oye, Miguel –me pregunta– han pasado por la televisión de aquí imágenes de Madrid casi sin coches y sin gente por las calles. Me ha impresionado. ¿Y de qué vas a escribir, si no hay fútbol ni nada de eso?

Le contesto con sinceridad:

–Especularé. Y volveré a leer a Quevedo. Los clásicos me entretienen tanto como el fútbol.

Miércoles, 18. Sánchez

Lo sé. ¿Por qué lo sé? Pedro Sánchez es delgado, alto, majo. Y, físicamente, da bien en la televisión.

–Su ideología no me gusta, pero él sí– tengo oído a muchas mujeres.

Como estoy confinado, le vi y le escuché ayer en la televisión. Barroco, sibilino y repetitivo en el turno de respuestas a los periodistas.

Bostecé y dije:

–Me recuerdan al Barça y al Real Madrid cuando juegan a pasarse el balón una y otra vez sin profundidad y sin velocidad, y siempre por el centro. Fútbol bostezo.

Pedro Sánchez no respondió a las preguntas con cuernos. Las esquivó con el inane tuya-mía que te hace pensar:

–Se va por los cerros de Úbeda.

El fútbol encandilador, con juego veloz y por las bandas. Las respuestas de los políticos, nítidas y “sin el juego sucio” de la evasión.

Jueves, 19. Justicia

Justicia es lo del lúcido calvo (mi padre era también un calvo lúcido) Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol al pensar cómo piensa.

–¿Cómo piensa?

–Como todos los calvos, con sagacidad y lucidez.

LaLiga Santander, piensa el señor Rubiales, o se celebra íntegra, con los once partidos que faltan hasta el final, o se da por no celebrada.

–Olé. Eso es pensar con el coco preñado de neuronas hostiles a la prevaricación y al partidismo deshonroso y vejatorio.

El maldito virus coronado no va a hacer campeón al Barça ni descender de categoría al Real Club Deportivo Español, con otros dos. Eso no sería justicia.

Con frase de Pedro Sánchez, Rubiales está por consiguiente en su derecho de decir:

–Hago justicia donde haga falta y cuando haga falta.

Viernes, 20. Igualdad

Yo sé que la igualdad es imposible. Nadie es igual a nadie y a nadie, cuando reluce más que el sol, le gusta que le comparen con otro sol reluciente.

–¿Otro que reluce como yo? ¡Imposible!– le oí una vez a Di Stéfano, en una cena de amistad y jocosidad.

El otro que relucía “casi” como él era Kubala, en el Barcelona.

Hoy, ya en todo el mundo, lo que reluce es el coronavirus, un virus, por lo que estamos viendo, puñeteramente magno, magnamente doloso.

–Parece algo divino, lo digo por su magnitud, su dimensión, su poder– reflexiona Hernán San Pedro.

Pregunta: ¿ha habido desde que vivimos tan civilizadamente un virus como el coronado?

–Igual de devastador, no. Los virus detestan también la igualdad. Por eso, como los humanos, mutan.

Paciencia y barajar, que se dice en estas ocasiones.