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Lorenzo Sanz y la Séptima: el Real Madrid llegó al color
Fue presidente durante cinco años tumultuosos, pero con un hito inolvidable: 32 años después, el Madrid volvió a conquistar Europa. Dos años después, logró la Octava y perdió las elecciones
Lo bueno del tiempo, lo bueno del olvido es que deja lo mejor de cada uno, los logros que se consiguieron, en algunos casos, los hitos. Y Lorenzo Sanz tiene uno definitivo, uno que marcar su vida pública y puede que personal por encima de todo: con él de presidente del Real Madrid, el club blanco regresó a Europa, a la victoria, a su competición 32 años después, cuando ya dos generaciones de madridistas (si hacemos caso a eso de que cada generación surge a los 15 años) no habían visto y no podían ni imaginar lo que significaba ser campeón de Europa. El Real Madrid había ganado la última en 1966, en blanco y negro. Con Lorenzo Sanz, el Real Madrid llegó al color.
Fue un tiempo tumultoso, con un Madrid económicamente en precario y dificultades y sin embargo, logrando lo que otro equipo, años antes, no había conseguido. La Quinta del Buitre, que armó Ramón Mendoza, un presidente carismático y del que Lorenzo Sanz fue vicepresidente, ganó cinco Ligas seguidas y se convirtió en un fenómeno social y repetible: un espejo para una España que soñaba con el cambio, con ser otra cosa. Pero La Quinta, Butragueño o Míchel, dos instituciones en la historia blanca, se quedaron sin Copa de Europa. Tuvo que ser Sanchís, el que más aguantó, quien levantara el trofeo. Sanchis, con Heynckes en el banquillo, una plantilla conocida como la de los Ferrari, que salía en la prensa deportiva y también en la prensa del corazón, con algo de desorden y con Lorenzo Sanz de presidente.
Lorenzo Sanz estuvo en la directiva de Ramón Mendoza, pero le sustituyó en una moción de censura en 1995 y logró la presidencia del club, en un acto que les distanció porque Mendoza sintió la traición de un hombre al que él llamó para acompañarle en la directiva. Cinco años estuvo Sanz al mando del club y sus dos Champions son la marca que perdurará más allá de su muerte. Sanz mezcló el éxito rotundo de los títulos y fichajes deslumbrantes: Capello en el banquillo, Suker, Mijatovic, con otros que quedarán en la memoria de los más frikis del fútbol, lo que fueron jóvenes en aquella época: Petkovic, Ognjenovic, Freddy Rincón o Canabal.
Su segunda Copa de Europa, la conseguida dos años después, en París, contra el Valencia y con Vicente del Bosque como entrenador le llevó a cometer el principal error en su etapa al mando del conjunto blanco. O al menos el error que pagó más caro. En una temporada más que irregular, Del Bosque, jugando con tres centrales, llevó al Real Madrid de, entre otros, Anelka, un futbolista de 1.000 millones (entonces de pesetas) a jugar la final contra el Valencia de Héctor Cúper, que había eliminado al Barcelona y que era el favorito. Sin embargo, el peso de la jerarquía, la capacidad para superar los momentos complicados y el saber disputar finales dio a la entidad blanca la Octava, con un 3-0 contundente.
Y ahí vio Sanz su oportunidad de seguir al mando: le quedaban dos años como presidente, pero decidió, al calor de la victoria, de su segunda Champions, adelantar las elecciones. Creía que le iba valer: “Es que ser presidente del Real Madrid es dificilísimo. A Bernabéu le intentaron volcar el coche a la puerta del estadio, no sé si lo sabíais. Claro, entonces pasaban cosas que no trascendían. Han cambiado los tiempos y ahora, con los medios de comunicación y las redes sociales como las llamáis, pues llega un momento en que todo se sabe, todo se habla. Fíjate que en los partidos los jugadores se tapan con la mano la boca…”, contestaba a esa pregunta en La Galerna.
Llegó Florentino Pérez, con Figo debajo del brazo y con el voto por correo. Sanz no lo esperaba: había vivido los rumores de que jugaba al póker con el dinero del Madrid: “Eso es absolutamente falso. Esa fue una invención malintencionada por parte de un directivo malintencionado y de la cual se hizo eco un redactor malintencionado. Se malinterpretó torticeramente otro tema de un dinero de Pirri, que era el director técnico, para unas primas. Pero no hicimos nada malo”, se defendía en esa entrevista de La Galerna. Había vivido crisis del primer equipo, una pañolada histórica en el Bernabéu en un partido contra el Zaragoza que perdió por goleada el equipo blanco, había vivido las guerras de su directiva, pero pensaba que la Copa de Europa lo borraba todo.
Perdió.
Durante un tiempo, Florentino Pérez y él estuvieron distanciados, como si no pudieran olvidar lo que se dijeron durante esa campaña y en la de después, cuando en 2004 Lorenzo Sanz se volvió a presentar con muy pocas esperanzas. Pero esos puentes se restablecieron y la relación era cordial y grata.
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