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Los Juegos Olímpicos ya se cancelaron en tres ocasiones
Tokio ya tuvo que renunciar a organizarlos en 1940
Sólo las dos Guerras Mundiales han conseguido parar los Juegos Olímpicos en la era moderna. No hubo aplazamientos, ni se pospusieron. En tres ocasiones se cancelaron por causas de evidente fuerza mayor y hubo que esperar entre cuatro y ocho años para el siguiente evento. Tampoco es la primera vez que Tokio deja de organizar unos Juegos en contra de su voluntad.
Berlín fue la primera víctima en 1916. La Primera Guerra Mundial hizo imposible que la capital alemana acogiera los Juegos. Tuvo que esperar 20 años para ver a Jesse Owens convertido en el gran triunfador de los Juegos del 36. Un negro en territorio nazi y con Hitler en el estadio consiguió cuatro medalla de oro. En 100, 200, 4x100 y salto de longitud. Una hazaña que no volvió a repetirse hasta 48 años después, con Carl Lewis en los Juegos de Los Ángeles 1984.
Los Juegos de 1916 no se suspendieron, se cancelaron y para acoger los de 1936 Berlín tuvo que concurrir de nuevo a una elección en 1931 en la que derrotó a Barcelona.
Helsinki era la sede de los Juegos de 1940. Pero no era la sede original, la capital finlandesa heredó de Tokio -que había sido elegida por unanimidad en 1936 para organizar los siguientes Juegos- el reto de organizarlos. Los Juegos de invierno, que por entonces se celebraban en el mismo país que los de verano, se iban a celebrar en Sapporo, donde Paco Fernández Ochoa consiguió el primer oro olímpico para España. La segunda guerra entre China y Japón, que estalló en 1937, obligó a los japoneses a renunciar y Helsinki estaba dispuesta a acogerlos hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial.
Helsinki pudo albergar los Juegos, por fin, en 1952, aunque tampoco se libró de pasar por una elección en 1947. Para Tokio fueron los de 1964.
Los Juegos de Londres en 1944 fueron los últimos que se cancelaron, también por los efectos de la Segunda Guerra Mundial. La capital británica, elegida en 1939 ante ciudades como Helsinki, tuvo la fortuna de no tener que pasar por un proceso de elección como les sucedió a Helsinki o Berlín. Ante la imposibilidad de celebrar los Juegos en la fecha elegida, el COI decidió concederle sin más trámites los Juegos de 1948, los primeros después de la Segunda Guerra Mundial.
El Támesis fue el canal que acogió las pruebas de remo y piragüismo. Las penurias que vivía el país después de la Guerra obligaron a que no se construyera un nuevo estadio -se adaptó Wembley para acoger el atletismo- y tampoco se construyó una villa olímpica. Los atletas tuvieron que dormir en barracones que habían sido utilizados por soldados durante el conflicto bélico.
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