Coronavirus
Así es el nuevo fútbol. Mascarillas para salir al campo y gol de Haaland
La Bundesliga se reanuda con las nuevas normas y un Dortmund-Schalke como partido más importante. Los suplentes llevan mascarilla y guardan un asiento de separación
La mascarilla se ha convertido en parte del uniforme de los futbolistas en el regreso a la competición. El nuevo deporte se parece al fútbol, pero le cuesta ser lo mismo. Desde la salida de los jugadores por el túnel de vestuarios se comprueba que es algo diferente. Los jugadores se protegen con mascarillas y guardan la distancia de seguridad al bajar por las escaleras, aunque luego se vayan a apelotonar en el césped.
Una vez sobre el césped y desprendidos de la ropa de calentamiento, sobran las mascarillas. Pero no para los suplentes, que las conservan como medida de protección y añaden un asiento libre entre jugador y jugador para evitar que algún virus despistado e indetectable derrumbe los planes de regreso.
Con la pelota en juego, el sonido de la megafonía y los ánimos de los aficionados se sustituyen en el ambiente por los gritos de los entrenadores desde el banquillo. Ellos no llevan mascarilla. Permanecen de pie en el área técnica sin contacto directo con sus suplentes. El Signal Iduna Park echa de menos la coreografía del Muro Amarillo, los aficionados más característicos del Dortmund.
El partido comienza, pero no puede quitarse el aroma a entrenamiento, a ensayo técnico que no se sabe a dónde llevará. A los jugadores da la sensación de que les cuesta entrar en el partido. Aunque a lo mejor lo difícil para el espectador es meterse en ese deporte que parece fútbol.
Tarda en llegar el contacto. Aunque Raman, el delantero del Schalke, hace la primera falta pasados los tres minutos del partido. Es en ese momento cuando el fútbol comienza a recuperar su esencia. Hasta entonces era un deporte de contacto en el que los futbolistas evitaban tocarse. Tan raro como todo lo que sucede fuera de los estadios.
La normalidad absoluta llega con el gol. Una gran jugada del Dortmund, con un toque de tacón de Brandt para Hazard la remata a puerta Haaland. Como si no hubiera pasado nada en los últimos dos meses. Con la misma naturalidad que le permitió seguir marcando goles cuando cambió Salzburgo por Dortmund, el noruego vuelve a marcar en el regreso después del parón.
Aunque la celebración sí es diferente. Haaland hizo un bailecito para festejar sin que sus compañeros corrieran a abrazarlo como hubiera sucedido en la era anterior al coronavirus. Tampoco se abalanzaron sobre los jugadores del Dortmund sobre el portugués Guerreiro cuando marcó el segundo. Sólo Haaland, que estaba cerca en el área, corrió hacia él para festejar prudentemente el segundo tanto del partido.
Hazard también tuvo que celebrar en solitario el tercero. Otra vez a pase de Julien Brandt, que había dado el segundo a Guerreiro y había comenzado a crear el primero de Haaland. El belga golpeó a la pelota cuando la devolvió la red y se fue con el brazo en alto como único signo de alegría.
Como mayor muestra de afecto, los jugadores del Dortmund chocaron los codos para celebrar el cuarto, también de Guerreiro después de un pase de Haaland. La frialdad de los festejos lleva incluso a dudar de si el árbitro ha concedido validez al gol. Las celebraciones tampoco ayudan a que este fútbol se parezca al de siempre.
Las precauciones se extreman también en el momento de los cambios. Delaney, el jugador del Dortmund, se dirigió al banquillo tras ser sustituido, pero en lugar de sentarse y abrigarse como hubiera hecho en circunstancias anteriores, agarró su botella de bebida isonótica personal y una de los asistentes le entregó una mascarilla. Jadon Sancho sí rompió el protocolo en el siguiente cambio del Dortmund. Antes de salir, chocó la mano con el jugador sustituido, Torghen Hazard.
El acercamiento se guarda para los momentos en que hay que atender a algún futbolista, como sucedió con Haaland después del tercer tanto del Dortmund. El médico y el fisioterapeuta tuvieron que romper la distancia de seguridad para atenderlo sobre el césped. Llevaban guantes, como es habitual, pero también mascarilla. La marca del nuevo fútbol.
Como las gradas vacías, aunque al terminar el partidos los jugadores del Dortmund quisieron mantener la normalidad. Se dirigieron al fondo donde habitualmente se ubica el Muro Amarillo, los seguidores más reconocibles del equipo, y saludaron desde allí. Al público, podría ser. Pero sólo había unos cuantos empleados del Borussia. Lo normal a partir de ahora.
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