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Erling Haaland: el chico que devoraba albóndigas y que hace soñar a los hinchas del Real Madrid

El delantero noruego del Borussia Dortmund es la sensación de la Bundesliga y la Champions

Erling Haaland celebra el gol que le marcó al Schalke en el regreso de la Bundesliga
Erling Haaland celebra el gol que le marcó al Schalke en el regreso de la BundesligaPOOLREUTERS

Erling Braut Haaland es un goleador rotundo se mire por donde se mire. Llama la atención por sus casi dos metros de estatura (1,94), por su edad (19 años) y por el estropicio que ha hecho en las porterías rivales nada más llegar a la Bundesliga y la Champions. En las dos competiciones entró arrasando y con unos números nunca antes vistos. Hizo siete goles en sus primeros tres encuentros en la Liga Alemana (136 minutos) y marcó ocho goles en sus cinco primeras apariciones en la Liga de Campeones.

Brutal lo de este rubito noruego que nació en el año 2000 y ha pasado de cinco millones de valor de mercado en junio de 2019 a los ochenta que cotiza ahora en la web Transfermarkt. Un aterrizaje de los que colocan a cualquiera en la órbita de los más grandes de Europa, con todo el respeto para el Borussia Dortmund, que pagó el pasado mes de enero 45 millones al Salzburgo por su fichaje y ya sabe que esta cifra es calderilla comparada con lo que ingresará cuando lo traspase. Es el goleador de moda y parece que el del futuro. Por eso el madridismo sueña con él, aunque en el club prefieren ir con un poco más de calma que sus aficionados. El chico enamora a primera vista por su contundencia en el área, aunque también sabe jugar fuera de ella y asociarse con el resto.

En la selección noruega juega junto a Martin Odegaard y en Dortmund coincide estos días con Achraf Hakimi, dos compañeros que le pueden hablar de lo que significa vestir la camiseta del Real Madrid.

Erling nació en Leeds porque su padre, Alf Inge Haaland, jugaba en este equipo de la Premier League en aquellos tiempos. Justo antes de nacer su hijo firmó por el Manchester City y antes había militado en el Nottingham Forest. Era un mediocentro discreto, así que el primer objetivo del chico, ser mejor que su padre, ya lo ha conseguido casi antes de llegar a la élite. Su trayecto hasta lo más alto empezó en Bryne, el pequeño pueblo noruego donde se crió y en el que la camiseta más vendida hoy en día es la amarilla del Dortmund con el número «17» y el nombre de su ciudadano más ilustre a la espalda. Allí jugó desde los 6 a los 16 años aquel niño que era capaz de hacerlo bien en casi cualquier deporte y mostraba maneras en el atletismo, como su madre, en balonmano y hasta en el golf.

El físico le acompañaba, aunque el gran salto en este sentido lo dio en el Molde FK. Allí cubrieron de músculos su sólido esqueleto, algo a lo que contribuyeron el preparador físico del club, Borre Steenslid, y la cocinera, Torbjorg Haugen, que contaban en un reportaje para la Bundesliga dónde estuvo el secreto de su crecimiento. «Comía muchísimo», aseguraba él, a lo que añadía ella: «Lo que más le gustaba eran las albóndigas noruegas y el pastel de chocolate».

Veinte goles en cincuenta partidos con el Molde le llevaron a la Liga austriaca, al Salzburgo, donde hizo su primera gran aparición en la Champions. Un año les duró el chico, que en el último mercado de invierno firmó con el Dortmund hasta junio de 2024. Vestido de amarillo suma 13 tantos en 12 partidos y en el Salzburgo firmó 29 en 27. Siempre por encima del gol por encuentro habitual en Messi y Cristiano, los dos cracks en los que se fijaba cuando era un niño, es decir, antes de ayer prácticamente.