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Sergio Ramos: “Calma Carva”, los ruidos de un partido en silencio

El Real Madrid-Eibar en el Di Stéfano está siendo un partido extraño, en el que se oye todo lo que dicen los jugadores

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Una gran pancarta en uno de los lados del Alfredo di Stéfano es la que manda en el partido contra el Eibar. “En nuestros corazones”, dice con fondo blanco y un lazo negro y triste como triste ha sido todo lo que ha pasado hasta llegar aquí, en el primer paso de la desescalada del Real Madrid, que con todo lo que representa, significa el primer paso importante de la desescalada en toda España.

Era raro, era silencioso. Vivimos engañando al silencio, con la música en el coche, con los cascos al correr, con las piruetas virtuales en los partidos de televisión o con la música incesante antes de los partidos. Como si quisiéramos distraernos, no centrarnos, no darnos un respiro por si acaso. Se calló la música del pequeño Di Stéfano y empezó el fútbol sin artificios, algo desapasionado y frío.

Pero de cerca es más también sincero, oyendo a los futbolistas, la voz ronca de Casemiro y los gritos de Sergio Ramos: “No hay prisa, no hay prisa". “Más rápido Carva”, le dice el capitán a Dani. Habla y silba mucho Ramos. Enseguida se da cuenta quien manda en cada equipo. El silencio no engaña.

Los goles se celebran con tímidos aplausos de los suplentes.

Se oyen a los cronistas de la radio y da la impresión de que en algún momento va a haber eco. Se llega a confundir los pensamientos, la incansable voz interior, con la del locutor. Cuando se anuncia el VAR y las normas que lo rigen sólo le responde el silencio, los periodistas tecleando. Ni una pitada, ni una queja. Se echan de menos las quejas.

Después, las alineaciones del rival, del Eibar, primero y entre jugador y jugador, nada, el vacío, el ruido de los aspersores. Cuando a la narración del once del Real Madrid, del equipo de casa, se le pone más emoción y música de fondo, no hay una voz unánime y algo ronca, como es la voz de la multitud que suele responder.

Los jugadores suplentes se sientan en la grada, en una zona acordonada, pero no muy lejos de los periodistas, con sus mascarillas.

Es un fútbol al que hay que llegar con cita, a la hora establecida para entrar por turnos, en orden y donde organizarlo, al menos el primer día, da más trabajo que un Madrid-Barcelona con 80.000 personas en las gradas del Bernabéu-

Hay que ir poco a poco, que las prisas son de la antigua normalidad. Te citan, te dan tu pack higiénico, con las mascarillas, los guantes, el gel. Esperan a que tu pequeño grupo esté ya reunido para pasar al siguiente paso: la toma de temperatura. Después, te conducen a tu sitio, lejos de los demás.

Empieza el partido.

Nunca se ha dejado de oír a los pájaros.