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Djokovic recuerda su partido más agotador, ¿se imaginan quién fue el rival?

El serbio está expectante, como todo el mundo del tenis, a ver cuándo se reanuda el circuito

Novak Djokovic celebra con entusiasmo su victoria
Novak Djokovic celebra con entusiasmo su victoriaPOOLREUTERS

Novak Djokovic ha disputado 1.098 partidos, de los cuales ha ganado 911 y ha perdido 187. Pero si le piden que elija una como el más agotador, el más exigente para él, lo tiene claro. "La final del Abierto de Australia en 2012 contra Rafa. Probablemente sea difícil repetir eso en mi carrera ”, dijo Djokovic en Tennis United, palabras que recoge la web de la ATP. “Entiendes que es la final de un Grand Slam, es el quinto set y el final está a la vuelta de la esquina. Piensas: ‘No quiero parar ahora’. Sigues empujándote mentalmente. Pierdes la noción de lo que está sucediendo en tu cuerpo y luego hay algo que te lleva por todo el camino. Es bastante sorprendente”, describió el jugador serbio.

¿Qué pasó en ese partido? Lo ganó, claro, de ahí el gran recuerdo, tras cinco horas y 53 minutos. Es la final de Grand Slam más larga de la historia y la imagen del final del encuentro es la muestra de la batalla que se vivió: en la entrega de trofeos, mientras esperaban, tuvieron que sacarles unas sillas y unas botellas de agua para que se sentaran.

El resultado fue 5-7, 6-4, 6-2, 6-7 (5/7) y 7-5 y uno de los momentos clave del encuentro fue cuando en el set definitivo Nadal mandaba 4-2 y tenía su servicio, que dominaba 30-15. Tuvo un revés a media pista comodísimo, que le hubiera dado dos posibilidades de ponerse 5-2, pero lo tiró fuera, con suspense por el Ojo de Halcón. Djokovic revivió, recuperó el “break” y se lanzó a por el triunfo. Nole terminó con 57 golpes ganadores, por 44 de Rafa. Nole finalizó con 69 errores no forzados, por 71 de Rafa. 31 golpes duró el intercambio más largo. Es uno de los mejores partidos de la historia que suponía la séptima victoria consecutiva del serbio sobre el balear, en todas las superficies, algunas de ellas también sobre tierra batida, aunque personas cercanas a Nadal aseguran que fue una derrota que le enseñó mucho. Le hizo cambiar el chio, ver que podía vencer al tenista que le había tomado la medida, y la racha se cortaría después en Montecarlo, Roma y Roland Garros, tres triunfos seguidos para el español.