F-1

Fórmula 1

Lewis Hamilton y el reto de igualar al mejor piloto de la historia

Un campeón de la «clase trabajadora» que gana 120.000 euros diarios, un activista contra el racismo, el desafío de alcanzar a Schumacher... todo eso y más es el británico

Lewis Hamilton creates commission to boost motorsport diversity
FILED - 20 February 2020, Spain, Barcelona: British Formula One driver of Mercedes AMG Petronas team Lewis Hamilton is pictured during Formula One pre-season testing session at the Barcelona Catalunya racetrack. Formula One world champion Lewis Hamilton has created a commission he hopes will address the lack of diversity in motorsport. Photo: David Davies/PA Wire/dpa (Foto de ARCHIVO)20/02/2020 ONLY FOR USE IN SPAINDavid Davies/PA Wire/dpaDavid Davies/PA Wire/dpa

La F-1 ha sufrido más cambios en los últimos meses que en una década. No sólo eso, también se ha abierto a iniciativas que antes parecían de otra galaxia. Era un deporte insensible a muchas de las inquietudes de la comunidad, como si la burbuja de su micromundo fuera lo único importante en el planeta. Esto ha cambiado y uno de los impulsores es Lewis Hamilton.

El piloto inglés ha alzado la voz para reivindicar y apoyar derechos sociales y la muerte de George Floyd a manos de un policía y el movimiento «Black Live Matter», surgido en Estados Unidos, ha removido los robustos cimientos de esta especialidad con el británico como protagonista. La organización, ahora de origen estadounidense, impulsó recientemente una campaña de apoyo a la diversidad y contra el racismo («#WeRaceAsOne», corremos como si fuéramos uno) y eso contrasta con las declaraciones que realizó hace pocos días Bernie Ecclestone, el padre de la actual F-1: «Yo no estoy en contra de los negros. Siempre he estado a su favor. De hecho, el padre de Lewis quiso hacer negocios conmigo y yo, si fuera anti-negros, ni siquiera hubiera considerado su propuesta». Liberty salió en tromba a condenar estas palabras.

Y es que, la F-1 se dispone a dar un giro radical en los próximos años. Bernie Ecclestone creó el concepto actual de y lo hizo, presuntamente, con un dinero de origen dudoso: el del robo del Tren de Glasgow en 1963. El famoso asalto contó como pieza clave con conductores de primera que tejieron una huida perfecta y la persona que dirigió este plan de «evacuación rápida» fue Ecclestone, aunque nunca pudo demostrarse y, por supuesto, él siempre lo niega. De hecho, los rumores se dispararon porque alguno de los ladrones que fueron detenidos empezaron a trabajar en la F-1 después de salir de la cárcel. La insensibilidad de la F-1 con Ecclestone al mando fue siempre criticada. De hecho, Fernando Alonso tuvo un roce con él cuando la FIA y Ecclestone se negaron, unos días después del accidente del avión de Spanair, a que hubiera un minuto de silencio antes de la salida del Gran Premio de Europa, que se celebraba en Valencia. Y eso que la FIA de ahora poco o nada tiene que ver con la que dirigía el antecesor del actual presidente, Jean Todt, que no era otro que Max Mosley, hijo de Oswald Mosley, fundador de la Unión Británica Fascista en 1932, y que dejó un estilo dictatorial en la Federación que todavía en ocasiones sale a relucir. Y todo esto, por no hablar del bando austríaco que cada vez tiene mayor influencia en la F-1 y cuyas inquietudes políticas no pasan precisamente por el progreso a nivel social.

El fin de semana arranca la temporada más incierta. El pasado marzo todos los equipos y pilotos se presentaron en Melbourne para comenzar la actividad, sin embargo, el positivo en COVID-19 de un mecánico de McLaren precipitó el aplazamiento y todo lo que vino después. Casi de milagro, los organizadores consiguieron armar un calendario que nada tiene que ver con el planteado originalmente. Y, de momento, sólo hay previstas unas cuantas carreras hasta septiembre. Todo hace indicar que habrá una segunda parte que se anunciará en breve, sin embargo, la evolución de la pandemia en el mundo definirá el resto de citas. Y por ahora, Europa parece el escenario más probable para el final de la competición en trazados como Mugello (Italia) o Portimao (Portugal). Lewis Hamilton parte como favorito a revalidar la corona en 2020, un año en el que podría conquistar su séptimo título e igualar así a Michael Schumacher.

Pero esta será una campaña muy diferente a cualquier otra. Habrá que ir a por todas desde el primer momento. Sin margen para las estrategias a medio plazo ni casi margen para el error porque el campeonato puede quedarse en las pruebas planificadas inicialmente. Es decir, todo puede terminar en cualquier momento y el que esté liderando la tabla en ese momento será el campeón del mundo. Hamilton es consciente de que será su año más difícil. El Mercedes ya no es el coche ganador de antaño, dominador total, y rivales como Red Bull, con Verstappen, se están acercando. Ya un año su compañero de equipo, Nico Rosberg, le arrebató la corona en el último momento, y por eso todos apuntan a Valtteri Bottas que, una vez más, arranca con el objetivo de proclamarse campeón.

Hamilton se enfrenta a una situación un tanto rara porque su renovación con Mercedes no está cerrada y el gran rival que podría tener la escudería alemana, Ferrari, ha culminado este capítulo con el fichaje de Carlos Sainz y la apuesta definitiva por Leclerc en detrimento de Vettel. Esto puede convertirse en un problema en un momento dado si la situación se tensa entre equipo y representantes del piloto. Aunque vista la armonía que existe entre ambos sería de extrañar. Pero ojo, la situación económica no es la de hace unos pocos meses y se antoja complicado que el británico pueda mantener su sueldo de 120.000 euros brutos diarios. Hamilton quiere pasar a la historia de la F-1 y este año, sobre todo, igualar los títulos conseguidos por Michael Schumacher.