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El Buitre a La Moncloa y los madridistas, a Cibeles

Sus cuatro goles a Dinamarca fueron el primer motivo de celebración de los madrileños en la fuente

Uno de los partidos más recordados por la afición española del Mundial de México de 1986. Cuando Butragueño marcó cuatro goles a Dinamarca.
Uno de los partidos más recordados por la afición española del Mundial de México de 1986. Cuando Butragueño marcó cuatro goles a Dinamarca.Archivo

España jugaba contra Dinamarca casi de madrugada y al día siguiente tocaba examen de Naturales de Sexto de EGB con doña Marita. Había que acostarse pronto aunque la Roja, a la que todavía nadie llamaba así, se jugara los octavos de final del Mundial de México contra los daneses y todavía no hubiera llegado el VHS a casa.

Era la noche del 18 al 19 de junio de 1986. La intención era buena y el sueño, profundo hasta que Butragueño marcó el gol del empate y los gritos de mi padre y de mi hermano en la habitación de al lado me despertaron. Ya era obligatorio ver la segunda parte. Tampoco sería tan complicado el examen final de Sexto de EGB. Total, doña Marita ya era mayor y tampoco vigilaba mucho.

Y mientras yo me olvidaba un poco del examen de Naturales, un movimiento espontáneo y popular trasladaba la alegría de los madrileños hasta la fuente de Cibeles al grito de “Oa, oa, oa, el Buitre a La Moncloa” y de “Se nota, se siente, el Buitre presidente”. Era época de campaña electoral, las elecciones se celebraban cuatro días después, el mismo día que España cayó eliminada en cuartos ante Bélgica por penaltis. Cómo no.

Pero esa noche las ganas de fiesta no se las quitaba nadie a los jóvenes madrileños que chapoteaban en la fuente de Cibeles para celebrar la goleada (1-5) ante Dinamarca y los cuatro goles de Butragueño. Llevados por una alegría irrefenable y el fervor presidencial que repentinamente desprendía el Buitre aquellos jóvenes que se bañaban en pleno centro de Madrid no sabían que estaban dando origen a una tradición que se mantiene 34 años después.

Las autoridades no se esperaban aquella invasión que despertó a la diosa Cibeles de madrugada. A nadie se le había ocurrido que la gente pudiera bañarse en la fuente para celebrar un triunfo deportivo. No había vallas todavía. Llegaron después, con la rutina. Desde entonces, los madridistas decidieron que aquel sería su lugar de celebración. La Cibeles pasó a ser “propiedad” del Madrid gracias a Butragueño.

España no ganó el Mundial, se estrelló en la siguiente eliminatoria contra Bélgica. Tampoco el Buitre ganó las elecciones. Probablemente porque el voto madridista en las urnas se dividió entre Butragueño y Duckadam, el portero del Steaua que derrotó al Barcelona en la final de la Copa de Europa. Por lo menos yo aprobé el examen de Naturales.