Real Madrid
Los secretos del Zidane más humano
El entrenador del Real Madrid ha alquilado alguna vez una sala de cine para poder estar tranquilo. Su truco para que la gente no le agobie cuando va de compras: no detenerse nunca
Acuarenta grados y más de 45% de humedad, Zidane suda, pero tampoco pierde la compostura. Entra un poco más tarde que el resto y se va sin hablar con nadie cuando sus obligaciones le dejan acudir a las sesiones de Bikram Yoga, en un establecimiento en el centro de Madrid, que hace no mucho cambió de sede. Mucho más va Veronique, que sí que tiene relación con alguna de sus compañeras, después, en los vestuarios. El Bikram Yoga exige un esfuerzo físico al que no todos están acostumbrados, pero Zidane, que se mantiene en plena forma, lo lleva bien. Cuando entrenaba al Real Madrid Castilla decidió que sus jugadores tenían que probar esa experiencia. Jóvenes y en un estado de forma excelente acabaron derrumbados por el agotamiento.
Zidane sabe que no puede hacer una vida normal porque no es una persona normal. Allí por donde va llama la atención y todos quieren la suya: un autógrafo, un selfie, un comentario o, sobre todo, una felicitación por dar tanta alegría a los madridistas. Él siempre ha sido tímido y, hasta que no ha sido entrenador, era reacio a hablar en público. Por eso tiene sus estrategias cuando va a la compra, cuando intenta ser un tipo normal. «No hay que pararse», le dice al periodista Fedreric Hermel, autor del libro «Zidane». Hay que ir empujando siempre el carrito y seguir hacia delante. Si te paras es como una invitación a que la gente te aborde. Si vas metiendo las cosas en el carrito sin detenerte, te pueden mirar, te pueden reconocer, pero no se atreven a acercarse.
Así es la vida de quien fue un futbolista mítico y ahora es un entrenador mítico, el que se ha convertido en una de las leyendas imborrables del Real Madrid. Es su casa y Madrid es su ciudad. En su extraño español, destaca una expresión: «macho».
De origen marsellés, tras vivir en Turín, es Madrid la ciudad que se ha convertido en su hogar definitivo. «El clima, seguro», respondía hace años en una entrevista en XL Semanal sobre qué era lo que más le gustaba de España: «pero, sobre todo, los españoles. A mí me han tratado muy bien aquí, noto que la gente me quiere y han dicho de mí cosas bonitas. Los españoles son muy distintos a lo que soy yo porque a ellos les gusta salir, hablar fuerte, les gusta reír… A mí me encanta rodearme de gente así porque me dan ánimo».
La fama es agradecida y abrumadora. Por ejemplo, ir al cine puede ser una misión imposible, porque ahí estarse quieto y sentado es obligado, por eso alguna vez, como cuenta Hermel, ha alquilado una sala de cine para algún estreno de Disney.
Vive en Conde Orgaz, una zona de élite en el centro del Madrid en una casa con un gran jardín, con un elefante de bronce en él: Zidane es supersticioso y se lo trajo de Tailandia convencido de que trae buena suerte. Sus hijos estudiaron en el Liceo francés, donde según el libro «Zidane», tiene el único privilegio, entrar con el coche al patio. Aunque más que un privilegio es casi una necesidad: para evitar las aglomeraciones si Zidane iba a recoger a sus hijos. Pero ha habido quien se las ha ingeniado para dejar notas al entrenador en la mochila de su hijo. O quien, según el libro, ha querido que su hija fuese a la misma clase que uno de sus hijos, por si empezaba así una relación.
Una de sus grandes preocupaciones es que sus hijos tuvieran una vida lo más normal posible. Él es hijo de inmigrantes argelinos y su mujer Veronique es hija de inmigrantes españoles que marcharon a Rodez a buscarse la vida. Los dos saben lo que es el sacrificio y ganarse la vida y ambos han intentado que los cuatro hijos, todos varones y futbolistas, aprendan que el trabajo es el único modo de conseguir recompensas. Y también a que el apellido Zidane no les pesase demasiado. Por eso en la web del Madrid, donde están todas las plantillas de los filiales eran Fernández. Por eso es ella la que reserva en los restaurantes, con su nombre y apellido.
Zidane es muy familiar, de toda la vida: «Siempre he sido muy serio en ese aspecto. Cuando terminaba el partido, yo prefería irme a mi casa y estar con mi familia», reconocía en XL Semanal. Puede que ahí esté la clave de su éxito: «No me gustaba salir de fiesta con otros futbolistas. Tú sabes perfectamente que, cuando se sale por ahí, se pueden hacer tonterías… y yo no quería hacerlas porque mi mujer y mis hijos son lo más importante para mí, lo son todavía hoy y estoy encantado con ellos». Y ellos con él: «Los calvos pueden ser muy atractivos. Y a mi mujer le gusto así», decía.
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