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El hambriento y el clásico

El PSG busca el título por el que tanto dinero se ha dejado El Bayern, con cinco Copas de Europa, quiere mantener la jerarquía

Paris Saint-Germain training
Entrenamiento del PSGDavid Ramos / POOLAgencia EFE

La temporada de fútbol acaba cuando el verano también se desvanece. No ha habido tiempo ni para los rumores de los fichajes, que apenas tienen tres semanas hasta que empiece LaLiga para alimentar los clicks en los periódicos virtuales. La Champions es la meta y este año coincide casi con la salida y, por eso, todo es raro, como fuera de lugar. Más raro hubiese sido si a la final de Lisboa hubiesen llegado el Lyon o el Leipzig, pero la presencia del PSG y sobre todo del Bayern, le da a la máxima competición continental el aroma de siempre. Cada vez permite menos sorpresas y al final son los clásicos o los más potentes los que llegan al último día.

Y, aunque desde cuartos todo ha ido muy rápido y a un encuentro, no hay duda de que alemanes y franceses son los mejores de la competición, con dos estilos distintos: el Bayern más armónico, más equipo. Y el PSG más feroz, con más figuras y más prisas.

El primero ya ha asegurado que no va a renunciar a su presión alta con la que tan bien le ha ido y que le ha hecho hacer historia con su destrozo del Barcelona; y el segundo no va a dejar de jugar a lo que mejor hace y mejor le sale: llegar arriba lo más rápido posible y que el balón pase por Neymar la mayoría de las veces.

Para los alemanes, el partido servirá para consagrar a Flick, un entrenador que cogió el equipo en noviembre tras la destitución de Kovac y le ha dado la vuelta para hacerlo tan competitivo como siempre. El Bayern es eterno y su alergia a la derrota le hace temible.

Pero el Bayern ya ha ganado Champions. El PSG no. Es el club moderno que más heridas le ha dejado la competición en los últimos años porque es su objetivo principal. Toda la inmensa inversión de dinero tenía un objetivo: jugar el partido de esta noche. Enfrentarse a uno de los clásicos de Europa y demostrarles que, pese a lo que quieran vender los que hablan con frases hechas, el dinero claro que importa.