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Champions League

“El miedo es necesario para jugar”

El Ferencvaros vuelve a la Champions 25 años después y lo hace contra el Barcelona. Su entrenador es Sergiy Rebrov y junto a él trabaja Unai Melgosa

Unai Melgosa, ayudante de Sergiy Rebrov en el Ferencvaros.
Unai Melgosa, ayudante de Sergiy Rebrov en el Ferencvaros.Ferencvaros

Sergiy Rebrov es el líder del Ferencvaros, equipo que bajo su mando ha experimentado un notable crecimiento. En esta aventura, a Rebrov le acompañan el vasco Unai Melgosa y el catalán Albert Bosch y entre todos han devuelto al conjunto húngaro a la fase de grupos de la Champions, un escenario que no pisa desde la temporada 1995-96. Su vuelta será a lo grande, contra el Barcelona en el Camp Nou, donde intentarán mantener su racha de 12 partidos oficiales sin perder.

Unai Melgosa, de 44 años, licenciado en psicología, formado como entrenador en el Athletic y que ha pasado por Málaga, Dinamo Kiev y Academia Aspire de Catar, habló con La Razón para ayudarnos a entender cómo funciona el Ferencvaros y para acercarnos a Rebrov, un entrenador muy “competitivo”, “inteligente” y que sabe “transmitir la idea de juego que él quiere”.

“Es muy obsesivo, piensa constantemente en fútbol, las 24 horas. Busca siempre cómo contrarrestar al rival, cómo le podemos hacer daño”, cuenta Melgosa de Rebrov. “Lo que nosotros le hemos podido aportar es una visión más amplia. Un equipo tiene que contrarrestar lo que el otro pretende hacer, pero no siempre puede estar todo bajo control y a la hora de entrenar hay que dar al jugador las herramientas para que sepa manejarse en esa incertidumbre, para no estar siempre focalizado en el rival y empezar a pensar por uno mismo”, explica Unai, quien tiene clara “la importancia de que el futbolista sepa interpretar el juego, entenderlo y salir adelante en las situaciones que le propone un partido. Creo que es fundamental que los jugadores sepan tomar decisiones más allá de lo que tú has podido preparar para un partido”.

Melgosa recuerda una frase de Edorta Murua, exjugador del Athletic, club en el que ya siendo entrenador ejerció en dos periodos como director de metodología. “En el origen fue el juego”, decía Murua y Unai desarrolla esta idea: “No fueron ni los entrenadores, ni los preparadores físicos, ni los psicólogos, primero estaba el juego y a partir de ahí es desde donde debemos andar. No se nos debe olvidar que lo primero es interpretar los espacios, básicamente como en la vida, dónde me sitúo yo en este espacio”.

Melgosa asegura que Rebrov se maneja con solvencia en un vestuario con 15 nacionalidades: “El idioma es importante para transmitir la idea de juego que quiere y él habla muy bien inglés. Tiene bastante claro lo que quiere. Los equipos de Sergiy saben a qué juegan, saben qué tienen que hacer. Sus equipos salen con la suficiente confianza como para decir ‘yo tengo herramientas para afrontar este partido’”.

Unai entiende que Rebrov sabrá manejar la posible ansiedad que sientan sus futbolistas por enfrentarse al Barcelona: “Sergiy focaliza tanto los aspectos condicionales del juego que les marca un camino a los jugadores y eso es lo que van a ver. Consigue crear un entorno en el que esa ansiedad no aparece”.

Otra cosa es el miedo, necesario, según Melgosa, para competir: “El miedo lo tienes que vivir. No puedes salir a un campo sin sentir esa parte del miedo que es necesaria para jugar, porque el miedo te alerta de las amenazas. Sin el miedo no tienes la tensión suficiente, no estás alerta. Espero que tengamos ese punto de miedo necesario y a partir de ahí que podamos ver lo que deseamos”.

Saneado económicamente, después de la grave crisis que le llevó al descenso en 2007, y sin haber sufrido recortes salariales durante la pandemia por la covid-19, el Ferencvaros no quiere buscar excusas por la diferencia de potencial con el Barcelona: “El hecho de ser el equipo con menos puntuación del ranking no tiene que ser una excusa, tenemos que salir a hacer lo que entrenamos, lo que trabajamos, a aprender y a vivir una experiencia de manera completa”.

El Ferencvaros es un equipo intenso, al que le gusta presionar en campo contrario. “No somos un equipo de individualidades. No nos queda más remedio que construirnos desde el orden”, explica Melgosa, a quien le gustaría que en el Camp Nou se viera “que los jugadores saben a qué juegan, que interpretan bien no solo los espacios, sino también los momentos”.